Viaje alrededor de un punto: La ciudad de Cachi y otros saqueos.

Por Isabel D’Amico

 CONFESIONES DE INVIERNO

Julio 2004

Comenzaba a sentirse el frío.

El Cóndor de Aerolíneas Argentinas mostraba sus huesos, sólo eso  le había dejado el grupo Marsans.

No fui un testigo silencioso de todo lo que ellos se robaban. No quise. No pude serlo. Por suerte, no nací para cipayo.

En julio de ese mismo año (poco antes que la nueva versión colonizadora de españoles cortara mi lengua) viajé a Salta.

Roberto -mi marido – y yo trabajábamos en la línea de bandera. Los beneficios delos empleados de las compañías aéreas  son muchos; en Aerolíneas Argentinas, teníamos pasajes vacacionales  gratis y diez por ciento el resto del año, para “volar a donde querés”.

Aunque, eso sí, todo está sujeto a espacio. Ser “sublo” es, a pesar de tus ganas de viajar, de tus planes precisos, de tu economía- también precisa- a veces, te quedás en el aeropuerto a la espera : tal vez viajarás un día, dos, una semana después de lo planeado. El placer de volar también está en no saber si   vas a volar.

Preparamos dos bolsos, los llenamos de todo lo necesario: fundamentalmente alivio. La valija la dejamos en casa y allí ordenamos los desengaños, las traiciones- muchas y bien ajustadas-: como quien estrangula la desazón con un gran elástico fijador de prendas.

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A BRILLAR, MI AMOR

El avión partió de Aeroparque a las  y la ruta, tal cual lo había anticipado el comandante, se mostró apacible. Tan suave como la palma de mi marido junto a la mía. Después de más de una hora cuarenta de vuelo  encendieron los carteles indicadores de  ajustar el cinturón de seguridad. Roberto soltó mi mano y simuló tomar los controles del vuelo; yo miraba por la ventanilla.

– No vamos a hacer una aproximación instrumental- me dijo –, es una mañana brillante.

Iniciamos prematuramente descenso hacia el Valle de Lerma y, allí, Roberto me mostró el Dique General Belgrano, embalse principal del complejo Cabra Corral.

“Sobre la izquierda, sobrevolamos la ciudad de Coronel Moldes para luego seguir el cauce del río Arias; teniendo de frente, la ciudad de Salta. Nos desviamos a la izquierda para una aproximación visual al Aeropuerto.”

Tocamos la pista como expertos patinadores de hielo. El impacto levantó un polvo suave y despertó una bruma.

En el aeropuerto de Salta nos esperaba Enrique, un amigo de Roberto, quien nos llevó a su casa de fin de semana en la localidad de San Lorenzo. Allí dejamos nuestras pertenencias y corrimos a la ciudad.

Al día siguiente, nos levantamos muy temprano para ir a Chicoana. Allí se celebra la Fiesta Nacional del tamal, una comida tradicional de harina de maíz, rellena con carne, papas y huevos envueltos en chala. Típica del norte, como las empanadas.

VIENTOS DESCONTROLADOS

– Elegí: Iruya o Cachi

No sé por qué no dudé: elegí Cachi.

El pueblo se esconde a más de ciento cincuenta kilómetros de la ciudad de Salta. Para llegar,  manejamos casi tres horas por un camino de montaña,  sinuoso y desierto. De tanto en tanto, se veía  a algún pastor con sus ovejas, oscurito él, solito él, olvidado.

Entre choza y choza, el viento, (pincel descontrolado) empolvaba- adentro y afuera- cada piedra pegada noblemente por un barro fiel.

¿Cómo hallaron todo esto?, nos preguntábamos.

La Iglesia no abría sus puertas ni miraba hacia la plaza: el Museo Antropológico era el que lo  hacía.

Nos detuvimos ante una sonora marcha que imitaba el trote del caballo e invitaba a los alumnos del pueblo a practicar para el desfile del siguiente 9 de Julio. La música también envolvía a la plaza; junto al placer del lugar sin tiempo, bien desplegado para turistas y otros.

Me tenté con los ajíes secados al sol y triturados. Ese sería el olor de los indios, pensé por un momento. Los imaginaba en su ambiente mientras caminaba hacia el museo para saber algo más de sus costumbres.

Ajustadas en la cintura, dos viejas collas vestían gruesas polleras; telas y ponchos  cruzaban sus cuerpos como wiphala. Con un click de mi máquina, se escondieron. Para proteger sus almas.

Entramos al museo. Las piedras ovaladas dispuestas en montículos, desordenadas, mostraban dibujos: los indios sabían pintar con distinguidas texturas. En esos diseños percibí, complacida, su espíritu “libero”.

Seguí. Frente a las  vitrinas las vasijas adornadas con pájaros bien alados – muy alados- y con exóticas guardas, señalaban cuidado, delicadeza. Me animé, entonces, hacia su etapa de recolectores y cazadores y admiré su plena etapa de agricultura. Hasta allí todo parecía tener un orden natural o, al menos, su orden.

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TRISTEZA NÃO TEM FIN

Leo: Período hispano- indígena

EN ESTA ETAPA DE TRANSICIÓN, HUBO UNA APARENTE DECADENCIA CULTURAL DEBIDO AL AVASALLAMIENTO PRODUCIDO POR UNA CULTURA FORÁNEA DE CARÁCTER DESTRUCTIVA E IRREVERSIBLE.

LA POBLACIÓN AUTÓCTONA SE VIO DESPOJADA DE SUS TIERRAS, SIENDO OBLIGADA A TRABAJAR EN CONDICIONES QUE LLEGARON AL TRATO INHUMANO.SE PROHIBIERON EL USO DEL QUICHUA Y EL CULTO A LAS DIVINIDADES LOCALES. LA ALFARERÍA MUESTRA UNA MANIFIESTA PÉRDIDA DE CALIDAD,TANTO EN LA TÉCNICA DE COCCIÓN COMO EN SU DECORACIÓN.

 Avanzo en el tiempo. ¿Avanzo? ¿Avanza el tiempo? En  lo que simula un recorrido, las vasijas se tornan más frágiles Y lo que fue pájaro torna en líneas  de débiles trazos, incapaces de llegar a paralelas. Ellas chocan involuntariamente, se desvanecen, de tanto en tanto, en rectas y en fuga.

Ya no siento su vuelo. Ese espíritu que me hizo sonreír por un instante, se desgarra ahogado de pena.

Las almas, allí atadas, se ofenden por mi compasión. Un trazo frágil aumenta el matiz de su color ante mis ojos. No me permite la simple piedad.

-¡Chst! ¡Chst!, el trazo me llama. ¡Chst! Chst! el trazo, bajito, me avisa: a pesar de todo, siguen hablando.

UN CACHI DE PENA

Regresamos a Buenos Aires, tres días después La pena de Cachi vino conmigo. Aunque, de verdad, no supe nunca si la traje o la llevé. O si las dos estábamos destinadas a padecer, a pesar de los siglos, al mismo verdugo.

 

 Isabel D´Amico.Comisario de abordo de Aerolíneas Argentinas – Delegada del sector durante quince años -Secretaria General Adjunta de la Asociación Argentina de Aeronavegantes – Período 2001/2003Perseguida y despedida el 7 de diciembre del 2004 por el grupo español Marsans –
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