La velocidad de las cosas: Conversación con Juan Falú.

 

                                                                  Entrevista: Diego Soria y Mariano Botto

Fotos: Diego Soria

Edición: Mariano Botto

 

 

DE LA RAÍZ A LA COPA

Gajito tierno y fresco
recién mojado
me estoy sintiendo el árbol
ancho y buscado.

De la raíz a la copa- Pepe Núñez, Juan Falú

 

 La ciudad se mueve, echa llamaradas de ruido y nos arrastra en su velocidad hasta San Telmo. El vértigo y el ruido llegan hasta la puerta del departamento, donde Juan Falú nos recibe. Allí dentro, no se atreven. El ventanal, con vista al pulmón de manzana,  regala el verde y, bajo su copa generosa, le preguntamos por Ella. Y  la nombro como se merecen los nombres propios, siempre con mayúscula, la Zamba.

Es una diosa pagana

hasta cuando va de misa.

 “Donata Suárez” Juan Falú – Carlos “Tata” Herrera

01 IMAGEN-DE-PORTADA

bastienBastien –  El Bosque de la sabiduría

Tocar una Zamba  lenta, sentida y profunda es una actitud casi de vanguardia. ¿Cómo la siente usted?

Como un acto de resistencia. Al mismo tiempo, la siento estéticamente bella y más placentera.  Para mí, hablar de la Zamba es hablar de algo esencial. No es que se trate de una forma musical como otras,  tiene una entidad. Casi, algo sagrado de la cultura. Me parece que al tocar se juegan cuestiones de dialéctica. A veces el freno le confiere más fuerza a la interpretación. Contrariamente a lo que se podría suponer, si alguien quiere tener llegada,  piensa un tema rápido o cierra un recital con un tema que está allá arriba. Pareciera que la velocidad está relacionada al reconocimiento inmediato, al aplauso. Y eso es verdad. También ocurre que la pausa puede darle fuerza a una interpretación. Pasa con las zambas y  también con las chacareras. 

 Yo enseño mucho la rítmica del folclore que,  frecuentemente, presenta la combinación de un compás en  seis por ocho  y otro de  tres por cuatro. Uno representa lo agudo y otro lo grave. El seis por ocho, si se lo traslada a la percusión, representa esto:

Entrevita a Juan Falu PARTE 1     

 Son los chasquidos sobre el aro del bombo. Y el  tres por cuatro:  

Entrevita a Juan Falu PARTE 1     

A partir de la cultura de hoy, del vértigo de la cultura y de esta yuxtaposición rítmica, empecé a hacer asociaciones: si uno se opone al vértigo y hace una pausa, se metió en el  tres por cuatro. En lo grave. Lo voy a desarrollar: el tres por cuatro  representa la parte grave del folclore, desde el punto de vista de las alturas musicales. También representa el centro de gravedad, la soledad y todo lo que conlleva el término, semánticamente, en sus múltiples sentidos.  El freno ayuda a tocar el tres por cuatro porque, en la lentitud, esos golpes graves adquieren protagonismo. En cambio, al subir la velocidad, los golpes graves se pierden. Pierden resonancia, no hay tiempo para que resuenen.

Entonces, sin querer, porque nunca fue pensado en esta dirección-  fui asociando un modo de hacer la música, con una opción por el compás de la gravedad. No significa descartar lo otro. Yo opté por eso que es, en definitiva, un modo de resistencia. Y me gusta haber llegado a esa asociación entre lo musical y una  posición contra los valores imperantes.

RUIDOS

La palabra “cultura” es el apellido de dos hermanos. Uno es artista y el otro costumbrista. El costumbrista  toma los hábitos y gustos de la gente, mezcla e invade -por todos  los medios posibles- con música convertida en producto de consumo y entretenimiento.

Tanta música comercial y roquera, ¿afecta a los músicos que se acercan al folclore para encontrar referentes?

Yo no estoy preocupado por los músicos que se acercan al folclore porque, sinceramente, es a quienes más respeto. Creo que tienen criterio de elección, de adopción de música, de referencia de compositores, de obras y búsqueda de las fuentes. Son certeros los movimientos que hacen. En ese sentido, lo que me preocupa de esa invasión del rock en todo tipo de situación cotidiana es lo que sucede con la formación musical,  intelectual e ideológica de la gente, en general. Eso me preocupa. Porque, cuando todo se tiñe del rock que se consume más masivamente -y hablo de una especie de estética-,  genera una anulación de la conciencia. Yo prefiero un arte que avive la conciencia. Por supuesto que en el rock hay mensaje piolas, buenas obras e intérpretes,  pero me refiero al más masivo, que  no sé ya si es rock: ahí se mezclan el pop, las baladas, qué sé yo.

El otro día me despertaron, después un viaje nocturno en ómnibus, con unas baladas latinas que realmente te asustan, porque uno piensa que eso se reproduce en todos los viajes de micro. Uno está acostumbrado a que la música, la canción, la poesía generen algún tipo de motivación, de reflexión o de placer, pero acompañadas de un movimiento de la conciencia. 

IMAGEN 2Luis Seoane  Paisaxe

 

LA VIDA DEL SILENCIO

Juan Falú sabe arriar el ruido. En sus conciertos sube al escenario e instala el silencio. Absorbe la atención del público que aguarda y  escucha su música, incluso antes de la primera nota.

Yo no sé cómo lo hice.  Ni siquiera estuvo en mis previsiones. Simplemente,  se dio. Me parece que hay muchas vías posibles para lograrlo: la música que uno elige, cómo la toca y también desde dónde toca: desde su propia melancolía, desde pérdidas, dolores o amores. En ese sentido es libertad. Yo no estoy sujeto a un programa artístico, a  una fórmula para ocupar un escenario, como a veces ocurre con artistas más dependientes de los vaivenes del mercado. Ellos siguen fórmulas de éxito, fórmulas para componer, para cantar, para colocar la voz o letrísticas;  fórmulas temáticas, como esos temas que venden la felicidad. Yo siento que somos muchos quienes estamos fuera de eso,  nos plantamos con nuestra verdad. Esa verdad contiene los silencios. No siento que sea un atributo mío, como una singularidad, creo que es de muchos artistas. Lo mío no fue un plan, también tiene que ver con el paso del tiempo. Cuando uno se pone más grandecito, los silencios salen naturalmente.

Cuanto más contrastantes sean el silencio y la sobriedad, en el escenario de un espacio  abierto y multitudinario, más se nota la potencia de esa pausa. Obviamente, si se estableció una comunicación. Me pasó en el “festival del bosque” de La Plata, junto a Liliana Herrero. Había miles  de personas sentadas al aire libre y el silencio era idéntico al que nosotros hacíamos interpretando. Y que eso ocurra en un contexto multitudinario potencia mucho.

La pausa puede asociarse a la cualidad de un buen orador político. Me acuerdo de los actos de La CGT de los argentinos, con Raimundo Ongaro; sus discursos eran increíbles,  largos, llenos de contenido y pausas. La gente no tenía ninguna necesidad de euforia.  De ahí salías con una especie de aprendizaje intensivo de conciencia.

 

Le pregunto  a mi guitarra

de esos amores conmigo

si hace un capullo en mi pecho

y apenitas es un suspiro

 

“La mudita”, Juan Falú-Pepe Núñez

 

IMAGEN 3 (1)Claudio Tomassini – Firmamento

 CONFESIONES DEL VIENTO

“… interpretar consiste en reconstruir la realidad material a la que se refiere una representación de la realidad.” (Wikipedia)

 

Juan Falú interpreta temas, en algunos casos, de sus primeros discos; los reformula, los improvisa,  recrea  y  renueva. ¿Se renueva la motivación o se amplía el margen para improvisar?

A veces una cosa, a veces otra. Soy muy espontaneísta y desprolijo. No tengo planes ni sigo una estrategia, ni un encuadre, ni metodología. En ese sentido, soy bastante brutal. No tengo elementos pedagógicos ni metodológicos que me permitan pensar cómo voy a hacer una cosa. A veces son variaciones sobre la misma idea y, otras veces, el asunto es un poco más arriesgado.  Uso mucho las introducciones para arriesgar una idea musical nueva. Después, viene el tema. Por ejemplo, lo hice durante años con “La tristecita”, mi carta de presentación. Trataba de hacerle versiones y, finalmente, se terminaron repitiendo. No hay tantas posibilidades. Ahora eso mismo lo hago con “Alfonsina y el mar”. Porque me siento cómodo, sólo por eso.  Hay temas que son queridos y facilitan la comunicación. “La tristecita” es una zamba que inmediatamente hace surgir un cariño.

 

El viento me contó cosas

Que siempre llevo conmigo

 

“Confesiones del Viento”, Roberto Yacomuzi-Juan Falú

 

LIBRE Y DIALÉCTICO

Juan Falú, compositor.

Siempre tengo ideas. Me pasa, desde hace tiempo: si no me detengo a desarrollarlas, se van. Viene otra, se va y otra… Cada tanto me detengo en una. Y el  desarrollo  de esa idea tiene que ver con la forma musical.  Las formas de Zamba, del vals o de la vidala me ayudan mucho y, a veces, siento que me limitan.

Del 55 es la chacarera,

Que quemando sueños nos roba la noche entera.

 

Pepe y Gerardo Núñez

 

La “Chacarera del 55” rompe el molde desde adentro y se acomoda, original, dentro de una vieja estructura.

Ese desafío me gusta mucho. Tengo un modelo de composición, por ejemplo, el Triunfo de Oscar Alem, “Vinieron a pedirme”, que mantiene la estructura de los cinco períodos musicales, en cada parte, pero él hace cinco diferentes. Y no simplemente diferentes, sino un desarrollo. Yo suelo hacer mucho esos movimientos dentro de la forma. Otra vez la dialéctica, ejercer la  libertad dentro de la estructura. Uno siente el placer del juego libre dentro de la música que, por otro lado, está dentro de un lenguaje  colectivo.

Yo tuve períodos de complejidad, pero es interesante cómo -en la sencillez- puede aparecer una cosa original. Y también que remita a algo familiar: una frase, una melodía, una armonía. Eso es inevitable al hacer música popular, música que tiene una historia.

 

IMAGEN 5Foto Diego Soria

El VIAJE DEL MÚSICO EN CONCIERTO

 Cuando uno piensa en algo más allá de la música, se dispersa, a menos que enfoque- desde la música- en una situación o en  una persona determinada. Puede pensar en alguien que ama o en alguien que está presente. Es como encontrar en uno la atención de todos.  Si veo que hay alguien en el público cuya sensibilidad conozco, me digo –voy a tocar para que le guste-. Como un apoyo. De todos modos, hay que estar metido  en la música. Y eso significa meterse en la sonoridad. A veces, con el canto, estoy muy tenso y preocupado;  tengo muchas dificultades para cantar. En cambio, con la guitarra cada vez estoy más preocupado para que cada sonido tenga exactamente la sonoridad buscada. Antes no me preocupaba tanto. Cuando encuentro músicos que lo hacen, los admiro muchísimo. Hay dos guitarristas que me parecen increíbles en ese sentido,  le dan a cada nota el sonido que le quieren dar. Uno es Roberto Aussel y el otro, Ricardo Moyano. Admiro eso.  Que se produzca el sonido es un objetivo, no sólo desde la técnica, sino desde la emoción.

“La canción como medida de un país”…

Yo usé mucho esa expresión, recordaba lo que ocurría en los sesenta, cuando me empecé a abrir a la música,  adolescente. Recuerdo canciones muy populares,  masivas. Eran tremendas desde el punto de vista musical y poético.  Por ejemplo, “El arriero”,  de Yupanqui, era muy popular. Ese tipo de canciones las cantaba desde un peón de campo, hasta el oligarca… bueno, el oligarca no creo que haya cantado mucho (Risas), pero otras zambas más paisajísticas, como “La Nochera”, eran muy populares. Eso se continúa en los setenta y después viene la noche.

 

“Mojada de luz

en mi guitarra nochera”

 

“La nochera”,  Eduardo Falú-Jaime Dávalos

 

Ese poema…  lo dijiste bien, porque es “en” mi guitarra nochera. Todos cantan “mojada de luz “es” mi guitarra nochera”,  no queda mal tampoco.  

 

IMAGEN 4 (1)Carolina Diéguez

 

LOS AÑOS DE LA NADA

“NO aptas para ser difundidas en medios de comunicación”

 

PROHIBIDA CHACARERA DEL EXPENDIENTE” (G. Leguizamón)PROHIBIDA “EL CÓNDOR VUELVE” (A. Tejada Gómez, E. Aragón)PROHIBIDA

“JUANA AZURDUY” (A. Ramírez, recitado por Barbieri)PROHIBIDA

LOS PÁJAROS DE HIROSHIMA” (H.Guaraní)

PROHIBIDA “LA GUERRILLA” (H.Guaraní)

PROHIBIDA “CANTO A SUDAMÉRICA” (Eduardo Falú)

PROHIBIDA “ALCEN LAS BANDERAS” Ariel Ramírez

PROHIBIDA “HASTA LA VICTORIA” (A.Sampayo)

PROHIBIDA “EN SUDAMÉRICA MI VOZ” (A. Ramírez)

PROHIBIDA  DOÑA MACLOVIA” (Carlos Di Fulvio)

 

Desde 1978 hasta 1983

“Yo creo en la eficacia de la canción testimonial. La “canción de protesta” la han utilizado mucho los periodistas de derecha; como si fuéramos niños para estar protestando, nosotros cantamos una realidad, estamos denunciando.”

Mercedes Sosa en Casa de las Américas (1974)

CRECER O SUCUMBIR

El policía del ruido arrestó a la música entre 1976 y 1984 y Juan Falú debió exiliarse  en Brasil. Del corazón de la madera, el árbol rebrota y crece con fuerza. O muere. ¿Lo influenciaron musicalmente sus años en Brasil?

Yo creo que ahí se conjuraron dos situaciones: una es la música brasilera, que yo podía vivenciar cotidianamente tocando con músicos más que al escuchar. Segundo, mi proceso personal de crecimiento porque yo me fui cuando tenía- creo- veintisiete años. Tenía que crecer y, más, después de la situación que dejamos atrás. Estábamos obligados a crecer o a sucumbir. Entonces crecí viviendo en Brasil. Y me ayudó mucho que haya sido allí. Igual yo no lo aproveche bien;  podría haber aprendido mucha armonía, pero nunca me puse a estudiar. Algunos no creen que, en San Pablo, sólo haya ido a tres clases grupales de armonía.

Estaba difícil, no creía mucho en mí. Agarré la guitarra  casi como un perdedor frente a la figura de Eduardo (Falú) y la exigencia paterna. Tenía que ser muy bueno y creo que terminé siendo lo que soy por haber crecido y por haber encontrado una luz en el camino.

 

 

Cuando se ardía esta tierra

yo ya andaba en vidalas

ya desafiaba los tiempos

en coplas de madrugada

 

“Yo soy Juan”, Juan Falú-Jorge Marziali

 

EL REINADO DE LA IDIOTEZ

        Después de los setenta, los jóvenes tienen que empezar de cero a buscar y buscar.  En esa desorientación, se podía medir -a través de la canción que se cantaba- cómo estaba la cosa. Este es un buen momento. Igual, yo mantengo mis reservas, soy muy crítico. Por ejemplo, ahora estoy nominado en los premios Gardel. Y fui nominado muchas veces, pero como jurado renuncié. Mandé un correo que decía: están todas las categorías muy bien, fantástico, pero los premios que son más grosos- por ejemplo,” canción de año”- son para el rock; disco del año, para el rock. Y así y así. Cambió un poco cuando Abel Pintos empezó a sacar premios, pero él también llegó a lo que llegó porque hizo sus opciones estéticas. Empezó más dentro del folclore, tengo entendido, y después adoptó esas fórmulas que parecieran ser insoslayables para  cierto éxito masivo. Entonces, les dije: no. ¿Para qué voy a ser jurado? Si al final tengo que poner -no sé-, -no sé-, -no sé- en como en veinte categorías. ¿Qué voy a votar yo: “tropical, pop”? ¿Para qué? Los grandes premios son así.

Esos premios,  en realidad, se van construyendo para dejar contentos a muchos.  Si fuesen rigurosos, no estarían preocupados en contentar. Lo mismo sucede con los Konex, premian a cientos y cientos.  Los cuestioné hace diez años, cuando me premiaron en la categoría “grupo”. En una carta dije que no me daban ganas de recibir el premio porque había grabado con Liliana Herrero “Leguizamón–Castilla” y lo premiaron como grupo. Llevo cuarenta años tocando como solista y se ponen categorías como para que todo el mundo reciba un premio. Es como el que tira al bulto, a algo le pega. Y este año  en que se repitieron las categorías de aquella década- ocurre cada diez años- cortaron por lo sano y pusieron solamente las categorías “cantante de folclore” y “grupo de folclore”. No sé si tiene que ver con la carta que les envié hace diez años. Ellos decidieron que el que toca bien el piano o la guitarra no entra en ninguna categoría. Es una barbaridad. En realidad, con los Gardel y los Konex, pasa que siempre premian lo mediático. Y ponen muchos premios como para mostrar amplitud: premian producción independiente, uno que está empezando, etc., pero siempre predomina un criterio mediático.

Aquella carta reivindica al solista. Ahí les hablo del “Zurdo” Martínez, de Atahualpa, de Suma Paz, de Eduardo Falú que, en nuestro país, han sido figuras que construyeron una identidad. Hay mucha ignorancia, demasiada para mi gusto. No veo la hora en que se termine el reinado de la idiotez en algunos medios, en algunos programas y en algunas decisiones de estos premios;  en que aparezca un poco de sensatez y en  que las personas conocedoras de la cultura nacional en serio puedan tener opinión. Pero no es tan fácil eso. Y mis dichos no tienen nada que ver con algo personal, sino con mi vivencia con el país. Yo lo recorro muchísimo, realmente mucho. Por ejemplo, en Firmat, un pueblo de veinte mil habitantes de la provincia de Santa Fe, me di cuenta en el acto de  qué tipo de público era. ¡Esos públicos saben mucho! A esos no les podés meter el perro, saben mucho. Conocen perfectamente lo que han significado Yupanqui, Eduardo Falú, la poesía, los grandes poetas.  Y  yo les dije que para mí era un enorme compromiso tocar en ciudades pequeñas del interior del país. Pero donde se cocina el bacalao hay mucha estupidez. Demasiada.

 

Fui furia, barro y sed como la creciente, libre y animal.

Fiel a mi tempestad pude naufragar, y vivo, vivo.

Fui furia, barro y sed como la creciente, libre y animal.

Fiel a mi tempestad. Vengo, sigo, claro, río, digo, vengo, sigo, río, claro, vengo.

 

“Canto de agua”, Juan Falú

 

IMAGEN 7 (1)Foto: Mariano Botto

 OBSTINATO DE GUITARRA

La técnica versus el arte. El oficio versus la mística.

Me parece que depende mucho de las comunidades musicales. Hay para todos los gustos. Dejo a un lado la música comercial porque responde a otros parámetros. A veces puede ser que  haya cierto descuido del sentido trascendente de la música y el arte para buscar algo más inmediato. De todos modos, en los músicos que se acercan al folclore- más que al tango, jazz, flamenco, o rock-  noto una madurez mayor para instalar la música con un sentido de trascendencia. Sé que cae antipático decir esto. El otro día mi amigo y gran músico Ramiro Gallo me cuestionó un comentario; dije que, para mí, los artistas de folclore son más creativos que los de tango. En el tango se recurre mucho a fórmulas: el  estilo de uno u otro. De los guitarristas como Roberto Grela o los grupos al estilo de las guitarras rioplatenses, los fraseos y los arreglos son iguales. Son pocos los que rompen esos modelos.  En cambio, en el folclore,  veo mucha gente en un camino más libre, desde la elección del repertorio hasta la incorporación de lenguajes no tradicionales.

El camino de un artista es largo para finalmente encontrar  el estilo propio, la singularidad. La voz caudalosa de la guitarra de Juan Falú se alza distinguida entre muchas otras y nos relata todo ese sendero.

Bueno, lo encontré. Si no, podría haber estado perdido. Inclusive  retomé una terapia.  A los sesenta y seis años de edad, estoy metido de lleno en tratar de entender por qué yo fui tan obstinado con la guitarra, cuando en realidad estaba como perdido y sin embargo seguía y seguía.

La música, “la más espiritual de las artes”- la gran convocante de emociones, la que atraviesa el umbral de los sentidos con facilidad- es utilizada muchas veces como entretenimiento o sonido de fondo. ¿Cuántos se detienen a escuchar una música lenta y sentida, con profunda atención?

Todo el uso de la música como un sonido permanente, masivo, de fondo y en cualquier situación a cualquier hora. Me molesta mucho. Me parece gravísimo y no se toma conciencia. Me encantaría tener tiempo e impulsar algún movimiento para que se legisle ese sentido. Una de las más crueles invasiones a la libertad es meterle a uno música todo el tiempo y así denigrarla

Es tan terrible el daño que se está produciendo…. Yo no sé cómo sería revertir eso: de qué manera, en cuánto tiempo, con cuántas políticas de Estado. No lo puedo ni imaginar. A veces hacemos capacitaciones para maestros de escuelas públicas para que enseñen folclore correctamente. El proyecto se llama “Cajita de Música” y uno de los temas,  planteados por los maestros, es qué músicas escuchan los chicos. Uno brega para que esos chicos puedan cantar las hermosas canciones que tenemos. Es ardua la tarea, hace falta un movimiento, una movilización para generar conciencia. Yo no sé si hay conciencia de esto en la clase política, tengo mis serias dudas. Yo apoyo al gobierno, te lo digo desde ya, y más ahora que se acercan las elecciones. Pero, cuando hacen actos, espectáculos masivos para alguna conmemoración, dan ganas de llorar.

Es más fácil poner una cumbia y listo; sabés que van a mover la cintura y a batir palmas. Más difícil es realizar una programación que eduque con buena música, buena poesía y buen arte. Ese es el desafío más groso de estos tiempos.

 

IMAGEN 6 (1)Luis-Seoane.-Músicos

SIN PLEITESÍA, DE USHUAIA  A LA QUIACA

Falú se expone a conciencia. Tira el guante para el debate ¿Quién lo recoge y quién lo acompaña?

Me parece que hace falta hasta un poco más de coraje para decir las cosas. Por ejemplo, el director del instituto de música (Diego Boris) considera que el país comenzó con el rock, porque el día nacional de la música es por Spinetta (mis mayores respetos hacia él, que hubiese rechazado la propuesta) y el día nacional de la guitarra, por Pappo. ¡Por ley! Ese muchacho no tiene conciencia. Alguno quizás piense que soy conservador y, en realidad, yo lo paso por encima un millón de veces a Diego Boris con las trasgresiones en mi vida. Me gustaría sentarme con él a discutir y tener un debate público para ver quién es el conservador.  Ahí no hay conciencia y es un problema bastante serio.  Él ha impulsado la ley de la música -y yo le reconozco esa militancia- pero le quedó grande la función pública, si piensa que los símbolos de la cultura están todos en el rock.  Santaolalla (Gustavo) define que él ha reinaugurado el folclore con (el álbum) “De Ushuaia a la Quiaca”. Llegó a decir, en una entrevista, (¡Esto lo podes publicar! No tengo problemas. A Santaolalla lo puedo desafiar a debatir públicamente), que  “fue muy difícil hacer” De Ushuaia a la Quiaca”, por la guerra de los viejos contra los jóvenes”.  Así lo definió y agregó: “No nos olvidemos que esa guerra costó treinta mil desaparecidos”. ¡Ese muchacho está loco! Juntó cualquier cosa. Fue un irresponsable. Primero, porque él no tiene nada que ver con un compromiso militante generacional, que costó treinta mil desaparecidos. Segundo, que no ha descubierto el folclore, y, si lo hizo, es preferible que lo deje como estaba porque lo hace horrible. Hasta llegó a decir que el tango electrónico es lo que vino después de (Astor) Piazzola. ¡Una locura! Entonces vos me preguntás sobre la conciencia, yo creo que falta. Si un músico ajeno al lenguaje que dice representar expresa barbaridades  y no hay el menor atisbo de polémica al respecto, entonces algo falla. Yo me enojo con estos temas, preferiría des-enojarme y tener la mayor objetividad posible para encararlo.

Y ya me ve compadre,

Sigo en la huella.

 

Me tapo con mi espalda

Que es ancha y puede.

 

Me atengo a lo que venga

Lluvia o granizo.

“Gato panza arriba”, Juan Falú – Pepe Núñez

 

 LA FÁCIL LO HACE  MÁS DIFÍCIL

Hablamos de un productor, de colegas, de importantes premios, de organizaciones culturales: columnas de una estructura resquebrajada. Al mismo tiempo, lleva su crítica con naturalidad e inteligencia, lo que no le impide reconocer para construir.

 

Tengo que destacar que el Ministerio de Cultura de la Nación me ha dado total libertad y estímulo para hacer un proyecto muy importante, llamado “La música interior”. Lo que se va a hacer es muy grosso al lado de  lo del 25 de mayo. Se van a mandar músicos a las veintitrés provincias, vamos a hacer ciento cincuenta talleres en todo el país,  a organizar recitales provinciales y regionales que  desembocarán en un concierto nacional, en el centro cultural Kirchner, con ciento cincuenta de  los mejores músicos argentinos. Y eso lo impulsa el gobierno. Reconozco lo que se hace bien. Yo siempre protestaba con el área de cultura de cancillería, por cómo se representaba al país en el exterior. Pero, en este momento, hay una política muy buena de buscar la representatividad más federal, mas nacional y con un lenguaje más libre.  Eso lo reconozco. Pero, cuando un diputado quiere generar algo exitoso en su pueblo y pide al ministerio de cultura los artistas de moda, ese diputado es un facilista, eligió la cómoda. Eso, en  vez de traer alguien que enseñe a pintar, a  escribir poesía a niños y adultos, o llevar a los abuelos a que relaten cosas a los más chicos. Que se genere cultura en serio. Que se dejen de macanear con los artistas mediáticos, esa es la más fácil. Tengo mi respeto por algunos de ellos y aquí no se trata de juzgar a los artistas, pero a la clase política sí hay que juzgarla, porque tiene una responsabilidad pública.

Así como el canal Encuentro fue una de las mejores cosas del país en los últimos tiempos, también es cierto que nadie ha hecho algo serio para regular la televisión en general. Y hay que regular.

Si no mete la cola el negocio…

Lógico, si el Estado quiere enseñar tiene que regular, no hay otra, y al que le suena autoritario y bueno…, discutámoslo.

 

Yo soy Juan como otros Juanes

madera tucumana

canto y camino nuevo

de antes viene mi guitarra.

 

“Yo soy Juan”, Juan Falú – Jorge Marziali

 

 

Trayectoria

Juan Falú es uno de los músicos más representativos del folclore en la actualidad.  Traza su original  huella  arriba  y abajo del escenario.    De Eduardo Falú: “‘Soy el sobrino’, respondía mil veces a la pregunta sobre los lazos. ‘Es mi tío’, menos veces, como para situarme en el centro de la relación. ‘Es mi madre’, en ocasiones, cuando los huevos me llegaban al piso”  (le contó a Karina Micheletto en Página 12). Formado en las guitarreadas y en el corazón de la noche, a la vez refinado y preciso, en sus interpretaciones como en sus declaraciones. Cuenta con más de veinte discos como solista y, a principios de este año 2015, ha realizado un festejo por cincuenta años de dedicación en la música. Al mismo tiempo, fue el impulsor de la carrera de “Tango y Folklore”, en el Conservatorio Manuel de Falla, miembro del directorio en el Fondo Nacional de las Artes,  creador del festival “Guitarras del mundo” de la Diplomatura de Música Argentina en la UNSAM.  Recientemente, ha sido reconocido con el título de “Doctor honoris causa”, otorgado por la UNSAM. Y como si a esta trayectoria pareciera poco lleva más de 30 años ininterrumpidos recorriendo el mundo con la música argentina.

 

La Jewsburiana – Juan Falú

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