David con la cabeza de Goliat, Caravaggio.

Por Juan Pepe Carvalho.

La velocidad: Sobre el Devotazo, 25de marzo de 1973.

LA VIEJA COSTUMBRE DEL HELI-RAJE

Y el viejo helicóptero levantaba vuelo desde la casa de gobierno con los últimos dictadores dentro. Y la multitud:

“Se van, se van y nunca volverán”.

Era el 25 de Mayo de 1973 y aún quedaban los presos en las cárceles. En la 9 de julio, todo estaba preparado para el festival artístico por el festejo de la democracia. Desde arriba se podían ver claramente dos movilizaciones. Por un lado y a escondidas, los grupos armados, el ERP, PCR y los maoístas. Los tres consideraban que el gobierno no cumpliría con la consigna de “libertad a todos los presos políticos”, fueran de la extracción que fueran. La segunda movilización era la del pueblo, que había ganado las calles para festejar el fin de la dictadura.

“Cámpora al gobierno y, a los presos, la libertad” fue la consigna.

Y el pueblo, desde sus entrañas, cumplió. La columna de más de 20.000 personas recorrió más de 10 km, cruzó Buenos Aires al grito de:

A los compañeros, la libertad entre los nervios.”

Entre cántico y cántico, el silencio se convertía en una espada de acero; inquebrantable.

MEMORIAS DE UN TESTIGO VETERANO

Pedro era un joven obrero metalúrgico. En aquella década, trabajaba en la empresa Burato de Villa Devoto.

Yo tengo casi ochenta años y, por esa década, participé de muchas movilizaciones. Pero aquella de ir a Devoto a liberar a los presos me marcó de por vida. La intención de llegar hasta el final calaba fuertemente en todos, no existía otra idea. Ese día coexistían en las calles la democracia y la dictadura, la policía dura y los milicos. Esa película continuaba con un trasfondo de realidad más extrema. La dictadura había intentado seguir en el poder. Su candidato joven había quedado grogui y, a dos meses de la pelea, aún se arrastraba lastimosamente. Los presos políticos deben continuar presos, murmura su gente. Todos padecían la agonía de Ricardo III en el último acto.

ANOCHECER DE UN DÍA AGITADO

Al anochecer, ya frente a las puertas de la cárcel de Villa Devoto, la inteligencia popular logró hacerse de postes de madera pesada, sostenidos por los mismos brazos que, meses atrás, habían llenado de votos las urnas para que se fuera la dictadura militar. Y quedó muy claro:

Abran carajo o la tiramos abajo

El ambiente era peligroso y una gran mayoría estaba decidida a todo. Por un lado, el comunicado militar:

Los presos bien presos están y todos deben continuar ahí. (Recuadro)

Los reclusos, mientras tanto, tomaron las distintas partes de la cárcel divididos por organización política. Cazes Camarero- en representación del ERP- se asomó por el lateral y anunció:

                 “Libertad para todos los presos políticos, tomaremos la cárcel hasta lograrlo”

Para los presos peronistas de Montoneros y FAR sólo había que esperar la decisión del gobierno popular. La libertad de los detenidos era una consigna en común con el resto. Pero, órdenes son órdenes. Paciencia.

Pedro, obrero de la UOM, de Monte Chingolo, proclamaba:

Si somos muchos y presionamos, en la cárcel los van a tener que liberar a todos, no solo a los peronistas”

Afuera, el debate iba por carriles similares. El ERP llamaba a sus militantes a una movilización general hacia Devoto. El resto de los partidos coincidía en movilizar, rodear la cárcel, forzar al gobierno a cumplir con lo prometido.

 

BATIDA DE TECLAS RÉMINGTON

En la oficina histórica, el funcionario batía las teclas de la vieja Rémington. A su alrededor, sus colaboradores Robert Frank alcanzaban carpetas y antecedentes, mientras sonaban los teléfonos.

“Hay que apurar el trámite, ya no hay más tiempo, hay que evitar el derrame de sangre”.

Terminado el asunto protocolar, el auto oficial tomó velocidad a las 24hs de aquel 25 de mayo. Cada vez había más gente en la puerta de la cárcel de Devoto.

 

GOLIATITO CONTRA GOLIAT

El auto oficial se acerca poco a poco. El flamante y joven ministro desciende de él y, con la carpeta en sus manos, llega al portón.

“Hay que esperar, muchachos, en un rato van a salir todos, aquí traigo el decreto”.

Y, de pronto, la velocidad -de la vida- se acelera. Son esos tornados de muchedumbre y ansiedad que parecen poner quinta al universo entero. Una mínima fracción del planeta la se convulsiona, pero la urgencia es de cataclismo global. El deseo pide, los nervios entorpecen, lo inminente acecha.

Se abre la puerta. El ministro entra. Con gran esfuerzo, los controles de la cárcel logran cerrar nuevamente el portón. Un viejo camión de carnicero para transporte de reses estaciona a 30 metros del portón principal. En la Robert Frank - Fear No Fear - 1987 aparición de ese vehículo hay una promesa. Un gigante chiquito desafía a la gran mole de cemento: la cárcel. Goliatito contra Goliat. Se miran, se miden. Y arremeten. La consigna ahora es organizar un cordón para permitir a los presos, cuando salgan llegar hasta la caja del camión, ya pronto, con las puertas abiertas. La marcha peronista apura a la Internacional. La internacional primerea a la marcha peronista. Los puños en alto y los dedos en V mezclan las melodías y, al final, una urgencia unánime avanza, también en los acordes.

Se abre el portón de la cárcel. Un torrente humano arrebata la calle, es una corrida torpe y apasionada por el pasillo de muchedumbre y gritos; el pasillo extiende las manos, señala la boca abierta del camión expectante; en la estampida se cruzan familiares, compañeros,deudas y postergaciones, el pasillo avanza, la gente lo sigue, el camión espera, la boca quiere, se abre, prepara mandíbulas. Y, amorosamente, el camión los recibe y los devora.

 

David con la cabeza de Goliat, Caravaggio.
David con la cabeza de Goliat, Caravaggio.

 

METIDA DE COLA ETERNA

Un solo enorme pecho de multitud, henchido de sueño compartido y los puños en alto. Los presos están libres. Pero la muy maldita siempre mete la cola. Se la oye en disparos hacia y desde la cárcel.

Dos jóvenes caen muertos en la vereda.

La muy maldita se pasea entre los libres, para que nadie se arrellane en la libertad, como si se tratara de un sillón eterno.

Vamos de vuelta, entonces.

Goya
Goya

 

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