Por Cecilia Miano

Los anormales: sobre pueblos chicos.

LA TEORÍA DE LOS MÚLTIPLES ORÍGENES

Ives Tanguy

1° teoría: la confluencia de los deseos denostados por algunos y desafiados por otros provocó un choque de energías tan inusual que, hoy, contamos con un polvillo supremo, un baño con pétalos de memorias enruladas.

2° teoría: a estos campos sólo llegaban quienes sentían hambre de gloria, los que con sueños iban mucho más allá de un despertar asombrado. Así fue cómo la tozudez de estos elegidos hizo posible tornar  el horizonte en pueblo. Hasta los médanos tuvieron que ceder su altura y debieron dar paso a las ganas.

3° teoría: este pueblo era un lugar sagrado para los aborígenes, lugar recóndito entre la llanura, de difícil acceso, lejos de todo, casi como un refugio en el mundo. Cuando los blancos avanzaron en su conquista, ellos escondieron un maleficio que envuelve a todos y los enreda en sus sueños. Algo de esto salió mal y, con los años, la magia natural se impuso y las ilusiones que pretendían enredar a los pobladores se volvieron ganas.

4° teoría, 5° teoría… no pretendo aburrir con delirios, pero algo debe haber en el ambiente para hacer aparecer, cada tanto, un personaje de esos inolvidables, quién, desde su hacer o su decir, logra imponer algo diferente.

SALLIQUELÓ

PLAZA SALLIQUELÒ DESDE EL CINEPoco más de cien años nos separan de los médanos crudos y de aborígenes perseguidos por locuras blancas. Allí, donde los animales autóctonos eran protagonistas del paisaje sin preocupación alguna, la zona era gobernada por el viento y el horizonte limpio.

Salliqueló, médanos de los zorrinos, nombre concedido por los borogas, lugar pequeño si los hay, donde la lejanía se hace intérprete de cada espacio. El aroma especial a pampa y a verde nutre la vida con cierta magia impregnada

En estos cien años, las anécdotas se  fueron apilando -casi con descuido- como si  los espacios se vistieran de familias con ansias de ser, con anhelos pequeños. Para ello, por estos pagos, no solo contamos con mentes brillantes, sino que ostentamos pequeños prototipos de humanos increíbles. Varias son mis teorías acerca de por qué aparecen en este lugar tan pequeño y aparentemente calmo.

FIESTA PATRIA 1924

De los pobladores naturales, sólo quedan algunos recuerdos en vitrinas. Deseo contar algo de mi pueblo, poco corriente en idioma puebleril. Elijo detenerme sólo por mi instinto en algunos personajes que salen de las generales de la ley y dan un compás diferente, un guiño a contra- permiso de lo esperado. Así dejan huella; así, su pincelada tiñe con aromas  particulares  esta historia.

EL CAMINO DE MIGUEL FERNANDINO.

Miguel.

Fotógrafo desde siempre, profesión elegida para registrar encrucijadas entre el sentir y el decir. En ocasiones los recuerdos llegan en papel impreso, con técnicas milenarias, pero con un mismo propósito: entregar, en el tiempo presente, un pasado seguro, con el juego eterno e incansable entre la luz y la sombra.

MIGUEL CUADRO SEPIA   Los vaivenes de la vida hamacan en él las distintas etapas por las que atraviesa su historia. Tal vez habla mucho de esto su primera muestra artística: un vía crucis. Como si el camino marcara el dolor desde el inicio para llegar a su destino final: la paz de hacer lo que realmente lo hace feliz. Esto no implica la ausencia de conflictos, ellos sólo confirman el camino del hacer.

Su historia se tiñe de aromas pueblerinos y de miradas apaisadas. Su ojo hábil muestra destreza en el arte de descubrir otras miradas.

Sus fotos preferidas, sus ideas para no olvidar la historia, los personajes del pueblo, algunos que presentaré ahora, son sólo eso, algunos.

CUQUI

CUQUI

Cuando me preguntás por los personajes favoritos del pueblo, no puedo elegir fácilmente, son muchos los muy queridos por mí. Por ejemplo, “El Cuqui”. Lo quise retratar para reivindicar a las personas como él, al linyera. Todo nace desde la bronca, yo estaba en una misa, tenía que sacar fotos a una quinceañera. Al momento de tomarse de las manos para rezar, la gente se alejó. Con disimulo, apareció como única protagonista la indiferencia y lo dejaron solo. Ellos, los fieles que profesan la paz y el amor, los que se acercan a Dios lo dejaron ahí…

La vergüenza me llevó a su rancho, no era lejos de acá, Cuqui vivía con su hermano, quien me preguntó directamente si yo iba a retratar la pobreza. A mi respuesta afirmativa, me desafió a una comida en su casa: un peludo cazado por él. El vino y la galleta iban por mi cuenta. El domingo comimos los tres. Soy amigo de él desde ese día, viene a mi casa de vez en cuando.

Las fotos en este rancho son solo testigos, pretextos de encuentros, de muecas pensadas o captadas, de ojos de desencanto y galleta de la semana pasada con perros por doquier. Olores impregnados en el pueblo.

La historia de amor entre “El Cuqui” y “la Delia” es para otro momento.

 

GILDO

rene magrite

Recopilar parte de la historia no sólo se hace con las imágenes rescatadas de cajones olvidados, también con el instinto de quien mira otras cosas, de quien escucha otras palabras, disimuladas en arrugas del tiempo y dobladas en recuerdos con olor a naftalina. Las imágenes llegan, las conversaciones se le pegan como bichos, en su memoria prodigiosa, llena de detalles.

Cuando miro esta foto, creo que los años no pasan para la belleza. El joven se presenta con actitud desafiante, pelo copioso, con un jopo a la moda de la época. Sacamos cuentas, veinte, veinticinco años, un guardapolvo largo, muy claro a pesar del color sepia, la imagen resuelve destacar su espíritu. Seguramente, esta imagen es obra de su hermano Ceferino, quien ha sido el primer fotógrafo del pueblo.

Joven prometedor, hombre impecable, trasgresor en algunos guiños de su avanzada juventud. Cuentan que era el más deseado por las mujeres del pueblo: lindo, de buena familia, educado. Cuando llegaba a una fiesta, se encargaba de sacar a bailar a la joven en la que nadie se interesaba. Sin siquiera un desaire, sin disimulo, hacía que lo desapercibido tomara cuerpo, impulsaba otros destinos ante las miradas azoradas de las jóvenes de vestidos elegantes y peinados endemoniados.

Se casó grande, eligió a la menos pensada. A lo mejor, su actitud en los bailes no era capricho, quién puede saberlo hoy.

En su joyería, las joyas aún brillan en las vitrinas. El comercio es atendido por su principal tesoro, su única hija. Una estirpe de brillos, de unión y de vida plena.

 

GABRIEL

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La historia de Salliqueló se la debemos a Gabriel. Un autodidacta. Hizo periodismo para un diario fundado por él y fue poeta,  inscripto en la Asociación de poetas de Latinoamérica. También escribió algunas novelas para otros países. Más allá de todo esto, descubrió su pasión por atesorar y rescatar las huellas de la vida del pueblo. Guiado por su olfato agudo y entusiasta, creó el Museo de Salliqueló, todo  en paralelo a su trabajo como empleado de la farmacia del pueblo. Ese es Gabriel Campomar Cervera.

A Miguel, este personaje le resuena con otros; a mí, se me adhiere en el corazón. Me despego del relato de Miguel y recaigo  en recuerdos familiares, construidos por relatos y fotos, por ese apego que sólo dejan las emociones vividas. Mi familia que, de a ratos, también fue la suya.

Gabriel  vino de pequeño al pueblo recién estrenado. Por entonces, lo nuevo no era algo concreto, sino la promesa de construir. Salliqueló: paraje desolado, en medio de la pampa; un paisaje en marrones y verdosos con amplio fondo celeste. Paisaje impávido.

La familia Campomar Cervera llegó de España a Buenos Aires y, desde allí,  un tren la dejó a unos 15 kilómetros de lo que hoy es un pueblo. En ese entonces era un sueño de solares demarcados con palos y todo se planteaba en términos de un futuro posible. Su familia compró lo que hoy llamaríamos una quinta, léase: lugar pequeño, en medio de la nada. A ese tipo de terrenos accedían algunos, los humildes; otros tenían  mucho menos. La historia no era llegar, como dije antes, la historia era habitar, había que fundar  con ladrillos que no existían.

Y los Campomar Cervera no se amedrentaron. Su familia cavó un gran pozo en la tierra. Se las tuvieron que ingeniar para cubrirlo de las inclemencias del tiempo y para encontrar un poco de alivio, mientras los ladrillos de barro se iban perfilando, lentamente A lo mejor, esto de vivir un tiempo bajo la tierra hizo que en Gabriel despertara la curiosidad. A lo mejor en ese encuentro con algo más profundo despertaron esa voluntad por ascender, mientras conocía las alturas y los pozos de los otros. Lo cierto es que le dedicó mucho tiempo de su vida a almacenar registros de la vida de los aborígenes, clasificarla y preservarla. Gabriel, un niño que recolecta huellas o un elegido para perpetuar su niño.

Revista Museos de desierto casbas

Los sueños de Gabriel hoy son realidades. Los sueños trascienden a las personas y se vuelven pueblo, envueltos en recuerdos.

 

 

 

 

LA LENTE DE MIGUEL

Todos los personajes elegidos azarosamente por Miguel son hombres: Miguel Osio, Gabriel Álvarez, Vitelmo Ríos, Don Carreira, Dr. Moreda, Robledo, Chinchilla, Ventolina, Taquito Chino, entre tantos que lo visitan rápidamente en su memoria. Tal vez, por entonces, los hombres realizaban las tareas  más accesibles para ser testimoniadas. De cada uno de ellos podemos llenar páginas de anécdotas.

50x70  POBLADORES

Quedo yo para pensar en las mujeres de este pueblo.

¿No sería fantástico saber quiénes eran las chicas que sacaban a bailar a Gildo y qué sentían al bailar con él?; ¿o qué pensaba la que fue esposa de Gildo, cuando él ya era un hombre de 50 años?

Y por qué no darle palabras. Por ejemplo la historia de la Nona, mi vecina de toda la vida. Abuela, la abuela de todos los del barrio.  Nona, la mujer que  comandaba una gran familia. Manejaba el campo como, por entonces, sólo lo hacían los hombres. En la herencia familiar, por ser mujer, no le tocó estudiar. Sus hermanos varones, en cambio, fueron ingenieros. Igualmente, la Nona fue audaz. Como Gabriel, ella también ascendió a la luz, desde su propio pozo. Ganó, salió literalmente de las cenizas.

LAS BRUJAS.

PALIAR LA DISTANCIA

Un pueblo sin brujas no es un pueblo. Y si uno busca dónde mirarse en Salliqueló, ellas son una buena superficie reflectante. En este espejo se ven los contornos de la encrucijada, el sitio donde las brujas intentan enhebrar las costumbres milenarias de los aborígenes con el advenimiento de “el mundo de los blancos”. La necesidad de mostrar una solución posible a los males es terreno fértil para ellas. Trabajan incansablemente, todas luchan. Cual heroínas romántico-salvajes de la pampa buscan el mal, siempre van por lo imposible e intentan desterrarlo. Otras, según dicen, hacen el mal. Igual que en los comics, en una Ciudad Gótica criolla, podríamos decir que en Salliqueló se libran batallas entre súper héroes maniqueos, que jamás se van con medias tintas.

Paul Delvaux, El pueblo de las sirenasAunque las brujas no son todas iguales- las fisonomías cambian, de una a otra- sus elementos de trabajo son, casi siempre, una cinta, una charla, un vaso de agua y poco más. Son personas valoradas por la sociedad. En algún momento de nuestra vida todos los habitantes de Salliqueló  hemos acudido a ellas, aunque más no fuera para curar el empacho o para aminar la pena por un ser querido distante. Es increíble que el nombre de un ser querido encienda  el encanto de la cura y construya puentes.

  Desde chica sabía que yo curaba. Mi papá me decía que hacía cosas raras, pero yo siempre seguí mi corazón. Nada malo puede pasar cuando una intenta ayudar. Me dicen bruja porque les doy miedo. Yo soy vidente natural, por eso puedo darme cuenta enseguida cuándo alguien que viene a pedir ayuda tiene un daño. Es muy común acá. Hay muchas brujas de las malas, yo no hago mal, pero acá hay muchas.

  Yo no cobro, la gente me deja lo que quiere. Hago trabajos en toda la zona, vivo de limpiar casas y con esto ayudo. Curo el  mal de ojos, el empacho, el asoleado. Los daños son lo peor: son trabajos que hacen otras brujas o curanderas, como se hacen llamar. Ahí tengo que dedicar mucha energía para revertir los efectos. Cuando la gente se siente enferma o que todo le sale mal, ahí seguro hay un daño hecho. Eso sí: siempre que veo algo médico, los mando enseguida al doctor. Igual puedo hacer que se sientan un poco mejor cuando los curo.

Salliqueló es una fuga de la normalidad. Nace desde la profundidad de la tierra hasta los médanos. Los zorrinos merodean como guardianes. Aunque no se vea a simple vista, el espíritu  ancestral  de los médanos hace ecos en las palabras de las brujas, en los objetos del museo, en las fotos, en la memoria de cada uno de quienes habitamos acá.

mapa

 

 

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11 Comentarios

  1. hermosos relatos , por unos minutos me llevo a mi infancia y adolescencia , a mi pueblo querido , que lamentablemente hace 25 años tuve que abandonar en busca de un futuro mejor y de hecho lo he conseguido, pero no me olvido de salliquelö y su gente , menos olvidarme de todas esas personas que tal vez con una capacidad diferente , eran queridos y despreciados por muchos . felicitaciones !!!!!!!!!!

  2. muy bueno el informe ,siempre ,y no me acuerdo de donde lo escuche ,que salliquelo era una palabra por los indios que significaba flor de medano ,bueno es saber su real significado ,a pesar de haber partido de muy niño siempre que puedo vuelvo y a recorrer esos lugares tan lindos y llenos de recuerdos

  3. Apasionante relato que permite una mirada diferente de los sucesos y personajes cotidianos, ignorados involuntariamente por el trajinar diario que nos hace indiferentes a las cosas que en realidad nos destacan y engrandecen.
    Felicitaciones Cecilia por regalarnos estos instantes de plenitud en tu pluma

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