Abuso: Sobre “La Virgen Roja”

                                                          VARIACIONES SOBRE HILDEGAR

Por Luisa Luchetta.

La historia sobre Hildegart llegó por casualidad. Mi intención era narrar  la compulsión masturbatoria de una preadolescente. Di con un texto del Dr. Efigenio Amezúa, donde se cuenta el caso de la “Virgen Roja”.  Socialista utópica, niña prodigio asesinada por su madre.

El caso paralelo que también narro es atemporal, puede suceder mientras escribo estas pocas palabras o en el momento en el que algún futuro lector dedique ciertos minutos a leerlas.

luisaHILDERGART  (Escena I)

La madre de Hildegart, Aurora, recuerda con placer las tardes en la biblioteca de su padre. Jugaba y, con disimulo, escuchaba las charlas del grupo de amigos. No iba a la escuela pero, en ese lugar casi sagrado, aprendió acerca del socialismo utópico y, sobre todo, aquello referido al sexo del que esos hombres hablaban sin pudor delante de  ella. Aurora vio a su madre besarse con su amante. Cuando aquél la besaba, miraba de reojo a la hermana de Aurora, Josefa. Madre y hermana compartían el mismo hombre.

LA OTRA HISTORIA (ESCENA I)

Otra locación, la anchura de la pampa. Mientras la madre cuidaba a los más pequeños, ella, su hermano y algunos peones debían cuidar parte de la hacienda en los distintos puestos. De día, el campo parecía el infierno, seco y caluroso. Las noches eran muy frías. Su hermano mayor se metía en el catre y entrelazaban sus piernas desnudas.

HILDEGART (ESCENAII)

Josefa estaba embarazada de su amante.  “No pudo soportarlo” pensó su hermana Aurora, ante la muerte de su madre. Josefa abandonó por un tiempo a su hijo, se fue a Madrid, lejos del pueblo. Aurora recibió a ese niño, Pepito Arriola, como posibilidad, mas no con amor. Sería su experimento, crearía al hombre del futuro transfiriéndole su genialidad, su alma. Pepito Arriola, el “Mozart Español” dará su primer concierto ante trescientas personas a los cuatro años.

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LA OTRA HISTORIA (ESCENA II)

Era verano, la tierra se partía  alrededor. Todo el pueblo dormía menos ella y su padre. Se fueron al río, o lo que restaba de él, para refrescarse. Ella se quitó el vestidito azul con finas rayitas blancas y se metió dentro del agua. Su padre también se quitó la ropa, toda.

HILDEGART (ESCENA III)

Cuando Josefa  se enteró del talento musical de su primogénito, volvió al pueblo para reclamarlo. Había hablado con gente del ambiente musical. Entendió que podría ganar una fortuna y, sobre todoluisaHildegart y su madre, fama.

Aurora sintió que le arrancaban el alma. Ella había visto cómo su espíritu entraba en ese pequeño  y, entonces, la arpía de repugnantes costumbres sexuales, llena de bajezas, le robaba parte de sí misma. Fue un duro golpe. No se amilanó. Ella misma iba a engendrar a quien- según sus planes- cambiaría, de una vez y para siempre,  a la sociedad conocida.

LA OTRA HISTORIA (ESCENAIII)

De a poco su vientre y sus pechos se fueron hinchando. Por turnos, recibió golpes y latigazos de parte de sus cuatro hermanos y de su padre. Como castigo, comería sola en la galería de la casa.

Su madre acusaba, ante quien la quisiese escuchar, a un muchacho venido del norte, un zambo que ayudaba en los campos.

luisaniño geopolítico mirando el nacimiento del hombre nuevo dali953

HILDEGART (ESCENA IV)

A los treinta y tantos, Aurora  comenzó a seleccionar candidatos, solo para poder engendrar al hombre modelo. Eligió uno. Se equivocó. Durante la gestación descubrió que el mal elegido había realizado una mala acción durante su embarazo. Eso fue un signo. Debía aplicar la fuerza de su mente para tener una niña y no un varón. La niña, entonces, sería la encargada  de parir al nuevo hombre. Mientras Hildegart crecía en su vientre, Aurora ya formaba su alma. Después del nacimiento, la madre tardó dieciséis meses en elegir su nombre.

LA OTRA HISTORIA (ESCENA IV)

Mientras tanto, en la pampa húmeda, el niño nació blanquito, la pelusa de su cabecita era de color atardecer; y sus ojos, como la miel. En nada se parecía al zambo acusado,  huido del pueblo meses atrás.

HILDEGART (ESCENA V)

Al año y cuatro meses de vida, Aurora bautizó a su hija: Hildegart. Sería la mujer más importante de España. La madre se encargó personalmente de su formación. Crearía la criatura perfecta, de acuerdo a sus ideas acerca de la eugenesia y la raza. A los tres años, Hildegart sabía leer y escribir; a los ocho, ya había aprendido inglés, francés y alemán. A los trece,  terminó el bachillerato y a los diecisiete obtuvo la licenciatura en derecho aunque, por ley, no podía ejercer antes de los veintiuno. También estudió filosofía, letras y medicina.

Hildegart participaba en el PSOE y en la Unión General de Trabajadores; además, ayudó a crear la Liga para la Reforma Sexual Española en defensa de la emancipación de la mujer.

Era una niña prodigio, atentamente  custodiada por su madre, quien reprimía cualquier acercamiento de su hija al sexo. De allí su apodo: “La Virgen Roja”.

La fama de Hildegart la llevó a conocer a personas de renombre de la época, entre ellas a H.G.Wells, quien le propuso viajar a Londres como su asistente.

La niña virgen quería conocer el mundo. Aurora, su madre, desesperaba al pensar que su creación iba a alejarse de ella. Peleaban, cada vez más intensamente. La paranoia materna se hacía carne. Crecía el odio.

LA OTRA HISTORIA (ESCENA V)

Su padre miraba al niño con estupor. Su hermano se lo dijo: había que deshacerse del bebé. Una mañana lo encontraron tirado sobre el piso de tierra, con la cabecita destrozada. La influencia de su padre, dueño de unos extensos campos, hizo que todo quedara en un accidente doméstico.

HILDEGART (ESCENA VI)

Una noche, Aurora tomó el arma. Fueron cuatro balazos, tres en la cabeza, uno en el corazón.

“Ellos no tendrán tu cuerpo, pero yo tendré tu alma”.

El cadáver de Hildegart tenía diecinueve años.

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