Persistencia: sobre los baldosones de la memoria.

Por Lourdes Cabrera

Queremos que las veredas por las que transitaron hablen de ellos”

                              De “Baldosas por la memoria I”, extracto de contratapa.

DAR EL PASO

¿Por qué sobre la vereda y no sobre la pared? Contra la primera suposición, contra el pensamiento rápido que indicaría, ¿ponen una inscripción de la memoria para ser pisoteada?, el proyecto “Baldosas por la memoria” quiere devolver el paso a quienes fueron extirpados de su territorio, muchas veces, en medio de las situaciones más cotidianas. Al pisar, entonces, ponemos a andar nuevamente el paso y el nombre de aquellos que no deberían estar solo en el recuerdo. Ellos caminan con nuestro cuerpo. Los llevamos donde vayamos, les prestamos nuestras consistencias para llenar- por un instante, aunque más no sea- la silueta tenebrosa de la figura “el desaparecido”.

lurdesca5No se trata del bronce ni del homenaje solemne. Tampoco de colmar la calle con nombres que, de tantos, terminarían por disolverse en el anonimato. Un nombre y un espacio son los elementos imprescindibles para empezar a definir una vida. No alcanzan, pero aproximan. Fundan un espacio que acerca a quienes no están al tiempo de los que sí estamos.

ARRANCADOS DEL CAMINO

Los baldosones, entonces, son una marca que persiste frente a cada casa, frente a cada centro de enseñanza, frente a cada lugar de trabajo. Porque, en medio de la cotidianeidad- en medio de un pequeño camino hacia la panadería, al salir del banco, a punto de entrar a la escuela, rumbo al médico en busca de salud para un cuerpo a punto de quebrarse en pedazos- en medio de esas cuestiones rutinarias, fueron sorprendidos los pasos de tantos. De un momento a otro, lo que era un sendero, un transcurso, la extensión en tiempo y espacio de una vida, fue transformado en un hoyo, en un infierno de tortura y muerte.

lourdesca2LA PERSISTENCIA ENSILUETADA

En la figura del desaparecido, la persistencia multiplica sus significaciones. Primero, fue la persistencia sistemática, para perseguirlos y desaparecerlos. Luego, vino una segunda instancia, perversa y cruel: el persistente modo de muchos para negarlos y demonizarlos. Este segundo modo se acompañó de un tercero: la tenaz y astuta manera de negar su condición social, su pertenencia al barrio, a la fábrica, al centro de estudio. Este tercer estilo se animó demasiado lejos: hasta intentó  borrar la ideología y las formas de expresión de los secuestrados.

Y empecemos la cuenta otra vez. La primera, la segunda y las persistencias que hagan falta consisten, de este lado de las cosas, en la búsqueda por otorgar a cada uno de los 30.0000 desaparecidos un rostro, un lugar de pertenencia, un nombre.  Colocar el baldosón sobre las veredas de todos los barrios de Buenos Aires, y más allá de la General Paz, les da cuerpo a los ausentes en la memoria colectiva, los derrama en risas y lágrimas, en cada encuentro para fabricar cada baldosón.

Colocar un baldosón no es un mero acto simbólico. Cada  reunión de las asambleas barriales trasciende el hecho, une familias y persiste, más allá del día señalado para la colocación.

lourdeca3BALDOSA-DANI-2010 023

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PERSISTENCIA ENSILUETADA

En la figura del desaparecido, la persistencia multiplica sus significaciones. Primero, fue la persistencia sistemática, para perseguirlos y desaparecerlos. Luego, vino una segunda instancia, perversa y cruel: el persistente modo de muchos para negarlos y demonizarlos. Este segundo modo se acompañó de un tercero: la tenaz y astuta manera de negar su condición social, su pertenencia al barrio, a la fábrica, al centro de estudio. Este tercer estilo se animó demasiado lejos: hasta intentó borrar la ideología y las formas de expresión de los secuestrados.

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Y empecemos la cuenta otra vez. La primera, la segunda y las persistencias que hagan falta consisten, de este lado de las cosas, en la búsqueda por otorgar a cada uno de los 30.0000 desaparecidos un rostro, un lugar de pertenencia, un nombre. Colocar el baldosón sobre las veredas de todos los barrios de Buenos Aires, y más allá de la General Paz, les da cuerpo a los ausentes en la memoria colectiva, los derrama en risas y lágrimas, en cada encuentro para fabricar cada baldosón.

Colocar un baldosón no es un mero acto simbólico. Cada reunión de las asambleas barriales trasciende el hecho, une familias y persiste, más allá del día señalado para la colocación.

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