Dari Rongsokan Sepeda

Ultraviolento: sobre Gino Bartali, “Il Ginattaccio”

Por Noemí B. Pomi

LEER EL SUELO
Ese verano, en el hemisferio norte, las gaviotas, las palomas y los gorriones tenían un comportamiento extraño. Con la rapidez que aparecían, se ausentaban. Los graznidos, los trinos y hasta los ladridos de los perros eran diferentes. Los italianos no pudieron determinar a qué obedecía tal conducta, aunque sospechaban que algo se traían. Para quienes hunden sus raíces en su suelo de origen, la naturaleza es un libro pasible de ser leído. Leamos:
“El 18 de julio de 1914, en la región de la Toscana, ciudad de Florencia, pueblo de Ponte a Ema, nació un niño. Hijo de los granjeros Torello Bartali y Giulia Sizzzi, era el tercero de los cuatro vástagos del matrimonio. A él lo llamaron Gino. La alegría de aquel día de cielo azul intenso pronto se cubrió de un smog desconocido, preocupante. Poco después, el 28 de julio de 1914, en Europa estalló la Primera Guerra Mundial. El monstruo que habían presentido los animales se despertó. Al conflicto se le conocen detonantes, pero los enfrentamientos obedecieron a planos estrictamente económicos-políticos. Además de las fuertes rivalidades coloniales, las potencias industriales lucharon entre sí por conseguir mercados para sus productos y retenerlos. Italia formó parte del conflicto y muchos de sus habitantes se verían sometidos a las atrocidades y consecuencias de esa y de la siguiente guerra mundial. Tal, el caso de los pequeños Bartali”.

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Gino Bartali

CON VIENTO A FAVOR

El empobrecimiento generado por la guerra golpeó, sobre todo, a los más frágiles. De ese modo, los niños, desde edades tempranas, debían contribuir al hogar con algún ingreso. Así sucedió con Gino. A él le tocó trabajar en un taller de reparación de bicicletas. Silencioso, concentrado y apetente de conocimientos, el chiquilín era ágil en armar y detectar las fallas de los rodados. El dueño, conforme con el trabajo de su dependiente, le regaló una bicicleta y lo alentó a competir. ¿Qué características habrá visto aquel hombre en el jovencito para impulsarlo hacia el ciclismo? A partir de entonces, sin importarle las condiciones climáticas, con su bici, Gino se integró a las escarpadas carreteras de la región. Allí nacieron sus sueños.

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Bicicleta de Gino Bartali

SIN RIVAL

Fuerza, tenacidad, carácter y un corazón compasivo circulaban las rutas en Gino. Corría el año 1936 cuando alcanzó una de sus metas, quizás la más significativa, “Il giro d´Italia”. En esa época, junto al fervor del pueblo italiano, se asociaron a su nombre una cantidad de calificativos: “el ciclista alado”, “el ángel volador” y “el hombre bala”. Cuando la carretera se empinaba, los músculos de acero de Bartali no encontraban rival, el calor y el polvo no secaban su garganta, por el contrario, parecían actuar como pulmotores en el etrusco.(a)

“Gino Bartali hizo acto de presencia en el Giro de 1936, con 22 años. Con el invencible equipo Legnano sorprendió a todos imponiéndose en la clasificación general final al veterano Giovanni Valetti. Fue un comienzo precoz, realmente precoz. Con 23 se presenta en Milán, esta vez, no solo ganó con amplio margen sino que llevó todo el peso de la carrera, erigiéndose sin discusión como la figura ciclista del país. Tras su paso seguro y elegante, van los pasos de una Italia muy compleja, a caballo entre lo conservador y lo nacionalista, hija de la alianza de poder entre la media y alta burguesía y el nuevo corazón fascista”.

Dino Buzzati (1).

PUCHO, VINO Y A PEDALEAR

Gustaba el vino tinto en las comidas y de algún que otro pucho entre etapa y etapa, algo impensable en el mundo de alta competición tan solo unos años después”. Comentario realizado en “Il Corriere della Sera” por Dino Buzzati.

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En su Toscana, entre colinas y macizos montañosos, pedaleo tras pedaleo el sol y el aire despejaban sus pensamientos. Se impuso nuevas metas, debía salir a probarse en otro país: fue directo al vecino Tour de Francia. Sabía de antemano que la carrera no era sencilla, todo italiano deseaba vencer en tierra gala. Pero, para correr en ese país, debía renunciar al Giro d´ Italia. Gino se decidió por Francia. Hasta entonces muchos italianos habían quedado en el camino, sólo uno había vencido, Ottavio Botecchia.

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Karina Galli, Perfil de bicicletas sobre óleos

En el silencio de los senderos, los fuegos de los vientos cálidos o el frío de los Alpes lo impulsaban. Con la fuerza y con la tenacidad propia de sus antepasados, se impuso fantásticamente en el Tour. Para finales de 1938, toda Italia estaba rendida a sus ruedas, enamorada de su forma de correr, armónica y perseverante.

Si saltamos en el tiempo, podríamos decir que, por aquellos años, era el Maradona del ciclismo en Italia. El sol resplandecía para “Il Ginattaccio”, mientras tanto unas golondrinas oscuras sobrevolaban el cielo azul de Italia. Para entonces, Hitler elucubraba sus planes.

salvador-dalí el-enigma-de-hitler- 1936           “El enigma de Hitler”, Salvador Dalí

Sin embargo, los éxitos no le hicieron olvidar sus orígenes y, en la medida de sus posibilidades, donde había una necesidad, Gino daba el presente. Su ferviente cristianismo le valió el sobrenombre de “El Beato”.

CORREO CON NOMBRE PROPIO

Carrera profesional extensa como pocas, su bici rodó entre los años 1935 y 1954. Las aves negras de la Segunda Guerra Mundial no consiguieron detenerlo. En ese lapso, bajo viento, lluvia o nieve, los músculos de acero, la mente despejada y su corazón generoso rodaron las rutas, como piedras que se deslizan por despeñaderos. Por entonces, los macizos montañosos y las colinas invadidos de sombras y heridas también albergaban sueños. Su vestimenta siempre identificada con su apellido. La marca del “campionissimo” era el salvoconducto que conseguía saludos de los soldados italianos. Y, así, bajo la apariencia de simples entrenamientos, llevaba los papeles de un lado a otro. Era imposible sospecharlo en aquellos años de extrema violencia: que, en el cuadro de su bici, uno de los grandes mitos del deporte italiano- el hombre que había conseguido darle a Mussolini el tan anhelado Tour de Francia en 1938,- ocultaba la documentación para sacar del país a más de ochocientos judíos italianos. De otro modo, el destino de esos seres hubiera sido algún horno crematorio. El dolor ajeno se hizo carne en “el hombre bala” y consiguió salvar de las garras hitlerianas a centenares de humanos, Bartali fue el correo perfecto, pero no actuó solo: en los conventos y monasterios la luz reinaba. Giorgio Nissim, (2) apoyado por varios arzobispos, se dedicaba a elaborar los pasaportes para salvar vidas. El periódico “Pagine Ebraiche”, ha puesto de manifiesto que, en el sótano de su casa, “el ciclista alado” ocultó a una familia judía hasta el fin de la guerra.

Muchos años después una filósofa francesa sostendría “La vida entera es riesgo. Vivir sin asumir riesgos no es realmente vivir, es estar medio vivo, bajo anestesia espiritual”. Anne Dufourmantelle (3).

PEDALEAR LA GUERRA

“El bien se hace, pero no se dice. Algunas medallas se llevan en el alma y no en la chaqueta”. Gino Bartali

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Pablo Picasso , Guernica, 1937

Terminada la guerra, aquellos entrenamientos kilométricos de los años 1943 y 1944 sirvieron al “beato” Bartali para su carrera deportiva: con 32 años, pudo ganar -en 1946- el Giro y- en 1948- el Tour. Con 34 fue capaz de imponerse en el Tour de Francia en una demostración colosal en la montaña.

CUENTA LA HISTORIA…

En julio de 1948 el líder comunista Palmiro Togliatti (4) se debatía entre la vida y la muerte, víctima de un disparo en el cuello. Bartali se hallaba en el Tour y recibió una llamada de auxilio del primer ministro Alcide de Gasperi, viejo amigo de la Acción Católica. “Gino, ayúdanos, Italia se halla al borde de la insurrección, una gesta tuya nos ayudaría mucho”.

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Gino Bartali aferrado a su bicicleta en medio de la nieve

Bajo una copiosa nevada, Gino se enfrentaba a los Alpes y, aunque era un trepador fenomenal, 20 minutos lo separaban de Louison Bobet. De Cannes a Briançon, por el Izoard, se impuso y la noticia se conoció en plena y tumultuosa reunión de la Cámara de Diputados. En momentos de gran desconcierto una voz se alzó: “Bartali ha conquistado la etapa y es el nuevo líder”.
Después, ganó el tramo Aix-les-Bains. Y, el de en Lausana, venció otra vez. De ese modo, líder con ventaja, el Tour lo tenía prácticamente en el bolsillo. Años más tarde Giulio Andreotti (5) reflexionaba, “decir que se evitó la guerra civil por una victoria en el Tour de Francia es sin duda excesivo, pero es indudable que Bartali contribuyó a aliviar las tensiones”. Cuando Togliatti se despertó tras una operación en el cráneo, sus primeras palabras fueron: “¿Qué ha hecho Bartali?”

JUSTO ENTRE LAS NACIONES

Cuando tenemos que hacer frente a un peligro, hay una incitación muy fuerte a pasar a la acción, a sacrificarse” Anne Dufourmantelle (3)

Aquellos períodos violentos en los que el “ángel volador” iba acompañado por vuelos rasantes, solo trascendieron cuando falleció. Gino nunca contó nada a nadie. Su historia secreta de solidaridad y caridad se destapó con su muerte. Ahí se lo reconoció en forma póstuma, fue declarado por el Yad Vashem, el memorial oficial israelí de las víctimas del holocausto, “Justo entre las naciones”, el reconocimiento a los no judíos que arriesgaron su vida por salvar la vida de judíos durante la persecución nazi.

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Wilhenlm Heindich Otto Dix, Heavy Metal Artwork

SOLO UN CICLISTA

En su carrera, Gino consiguió 91 victorias. Venció dos veces el Tour de Francia (en 1938 y 1948) y tres veces el Giro d’ Italia (1936, 1937 y 1948), ayudó a cientos de personas, unió a Italia en su pasión por las dos ruedas, evitó una guerra civil. Todo y nada más que con la fuerza de sus piernas, una bicicleta y un corazón generoso.
Por sus extraordinarios méritos deportivos, “Il Ginattaccio” fue nombrado “Cavaliere de Gran Croce OMRI” (Caballero de la Gran Cruz al Mérito de la República de Italia).

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Gino Bartali, ganador en Milán del Giro d’Italia julio de 1946“

Yo quiero que me recuerden por mis logros deportivos. Los héroes reales son otros, aquellos que sufrieron en su alma, su corazón, su espíritu, su mente, por los seres queridos. Ellos son los héroes reales. Yo soy solo un ciclista“. Gino Bartali

La hospitalidad se ofrece o no se ofrece al perseguido, al extranjero, en definitiva al otro. En tiempos violentos a judíos perseguidos por su condición religiosa, “el ángel volador” ofreció sus rutas y hospitalidad. Las colocó en el centro de su interés, ofreció su amor al otro. Fue una respuesta rápida, una nueva y emergente forma de sensibilidad que transmitió seguridad y amparo al perseguido.
En suma, “Un acto de hospitalidad no puede ser considerado sino un acto poético”. Jacques Derrida (6)

El elemento principal dentro de las acciones violentas es el uso de la fuerza tanto física como psicológica, en contra de las víctimas, para el logro de objetivos prefijados.
A través de la historia la ultraviolencia condenó a millones de seres humanos al hambre, a enfermedades, al éxodo, a la muerte. Basta con tener en cuenta que, solo en la segunda gran guerra, murieron setenta millones de personas. Sin mencionar las secuelas de invalideces físicas y psicológicas padecidas por hombres, simples convidados de piedra en las decisiones de los poderosos. Miles ya se lo han preguntado. En esa carrera desenfrenada, es claro que se anteponen intereses político-económicos a los intereses de la humanidad. Está claro que este asunto parece no estar en nuestras manos, que sólo los líderes parecen poder decidir sobre asuntos tan fundantes de la economía contemporánea. Más allá de que muchos de esos líderes son elegidos por nosotros, sabemos que el sistema electivo deja muchas veces los deseos de los votantes lejos de las promesas, las posibilidades o los talentos de los votados. Hay quienes, como Gino Bartali, no se hacen tanto planteo de a quién le compete detener a los monstruos. Y se cargan su aporte a los hombres. Y los llevan sin hacer cuentas, si es o no posible, si tiene o no sentido. El sentido es salir al cruce, pedealear y pedalear hasta que el deseo de muchos pedalee. Y, entonces, no seremos quienes siempre estamos en manos de nuestros representantes, sino que seremos quienes se presentan. Presentes, donde el mundo duele.

(1) Buzzati Dino, (1906- 1972), novelista, escritor y periodista italiano, autor de crónicas sobre ciclismo en el Corriere de la Sera.
(2) Nissim Giorgio, (1908 -1976), animador principal de la red clandestina “Delasen” medalla de oro de la República Italiana al valor civil por la salvación de judíos en la Segunda Guerra Mundial.
(3) Dufourmantelle Anne (1964 – 1917) filósofa, psicoanalista, editora y columnista del diario “Liberation”

(4) Togliatti Palmiro (1893 – 1964), político italiano, Secretario General del Partido Comunista Italiano desde 1927 hasta su muerte.
(5) Andreotti Julio (1919 – 2013) político y periodista italiano. Fue Presidente del Consejo de Ministros de Italia en diferentes gobiernos y fue también uno de los máximos exponentes del partido Demócrata Cristiano.
(6) Derrida Jacques (1930 – 2004 ) pensador y filósofo francés.

 

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