Deseantes: Sobre el mal.

Por Verónica Pérez Lambrecht

 

Salió esa tarde en la que le fue notificado: le daban la baja. Marzo 2017. 17 meses después del violento viraje de rumbo, 17 meses después de deponer a toda la plana de sus jefes y de la fusión de áreas, 17 meses después de listas con nombres tachados, 17 meses después de un sostenido vaciamiento de calidad intelectual. 17 años después de una vida de entrega a sostenerse en su profesión. La ciudad, siempre despierta. Siempre en obra, atascada. El vaho viscoso del verano, también en baja, exuda desde el asfalto. Almas durmientes en las plazas. Almas en vela, sin rumbo, hacia la nada. Fantasmas hechos carne vagan en la ciudad despierta.
Al borde de la avenida, de prisa para no perder el último bondi, marcó el paso de cruce, cuando  a una aparición se le ocurrió, intempestivamente, usar su brazo como cenicero. No sintió nada, o ya sentía demasiado. Olor a carne quemada y dolor de cabeza quemada. Atinó apenas a apretar sus pertenencias y mirar para atrás. No era parte de su lenguaje proferir algún insulto. No le vio la cara, pero supo que era un fantasma, desgreñado y de camisa blanca. Experimentó, en un ahogo, más pena por él que por sí misma. Aun hoy, a veces mira esa marca indeleble, que pudo sanar con bastante rapidez, y piensa…

 

J. J. Stork - álbum fotomontajes
J. J. Stork – álbum fotomontajes

…la irrupción sin indicios previos de un acto de violencia en tu contra te deja de cara al misterio, al abismo de la otredad. ¿Y si los indicios fueron obvios pero vos no los advertiste? En ese caso, lo que se escenifica sobre tu cuerpo, es el territorio amurallado de tu atención, el alcance de tu mirada. Pero no te laceres. Así como  las pestañas defienden al ojo del polvo y de otras basuritas, la mirada funda diques contra aquello capaz de lastimarla. Como sea, con o sin indicios, la violencia te atraviesa. De pronto, sos cenicero. De pronto, estás frente a un hecho que te tacha sin desaparecerte. Te tacha como sujeto y te instala a ver el espectáculo de tu tachadura.

Pasan unas horas. La cicatriz dibuja una grafía, permite una lectura. Y desde abajo de tu existencia tachada, comienza a atisbar un lenguaje.

 

¿QUÉ ES EL MAL?

 Según RAE

  1. adj. malo. U. ante s. m. sing. Mal día.
  2. m. Lo contrario al bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto.
  3. m. Daño u ofensa que alguien recibe en su persona o hacienda.
  4. m. Desgracia, calamidad.
  5. m. Enfermedad, dolencia.

Y en otros idiomas:

latín malum
inglés wrong
francés le mal
alemán böse
portugués maldade
griego κακό
italiano sbagliato
esperanto malbone
ruso неправильно
croata pogrešno
kurdo xerab
mapuche wedá
aymara llipha
quechua qullu
zulú okubi
japonés
chino
coreano
hindi ग़लत
árabe خاطئ
hebreo הרע

 

Sin embargo, al buscar sinónimos, se complica. Cualquiera de ellos no es más que una parcialidad. Las definiciones del mal y del bien son concepciones tan amplias o tan sentenciosas, que casi no se podrían explicar, sino es con ejemplos y en contextos concretos:

Se mudaron a un barrio hermoso, cerrado, no privado. Las casas son estilo quintas. Compraron un terreno subdividido y, con un plan ProCreAr, construyeron su casa. Resultó ser una excelente oportunidad en la vida para dos pibes laburantes. Hacia  atrás, del otro costado y en frente, los vecinos eran de lo más agradables. De los otros dos terrenos aledaños de la subdivisión, uno lo compró un matrimonio grande, linda gente, pero el otro quedó en manos de un vecino que, al parecer, no estaba bien. Utilizaba el lote de basurero, no importaba la campaña contra el dengue, ni si se armaba raterío, ni que hubiera niños en el barrio. Consultada la policía de rondín por alternativas de solución dijo que no había denuncia posible, por tratarse de una propiedad privada. Los vecinos, hasta coquetearon con la chance de prender fuego a todo… Pero no, la furia que provocaba, la taparon con una lona de color verde sobre el alambrado porque, aunque era injusto soportar el descontrol de ese loco, quedaba un ápice de moderación.
¿Qué o cuánto habrá sufrido el loco para bajar a ese nivel de miseria? ¿Cuántos vecinos soportan las locuras aledañas sin poder hacer nada, aun cuando las conductas ajenas atenten claramente contra la salubridad?

El mal que nos avanza también nos destruye. Y nos reconstruye. Porque el mal es un desorden de rigideces y también el aniquilamiento de toda consistencia. ¿Cuál es el límite? ¿Cuánto daño estaría uno dispuesto a ejercer en función de una porción de bienestar? Y, a la inversa, hastiado del bienestar, ¿inevitablemente elegirías el servicio hacia otros? El bien asociado al servicio. Eso es verdadero trabajo, por eso cotiza en baja.


El mal no es ningún concepto; es más bien un nombre para
lo amenazador, algo que sale al paso de la conciencia libre y que
ella puede realizar. Le sale al paso en la naturaleza, allí donde ésta
se cierra a la exigencia de sentido, en el caos, en la contingencia, en
la entropía, en el devorar y ser devorado, en el vacío exterior, en el
espacio cósmico, al igual que en la propia mismidad, en el agujero
negro de la existencia. Y la conciencia puede elegir la crueldad, la
destrucción por mor de ella misma. Los fundamentos para ello son el
abismo que se abre en el hombre.

Extracto Prólogo a “El mal
o el drama de la libertad”, Rüdiger Safranski


 

¿SÓLO EL MAL TRASCIENDE LA MEMORIA?

Cuenta la leyenda (o tal vez la anécdota) que Gregorio celebraba la misa de festejo de un Día del Maestro y, a cada uno de sus lados, estaban Eligia y Honorata. Sobre la mesa, de centro, un florero con lirios. Había varias maestras alrededor y, en frente, Margarita, quien preguntó:- Padre Gregorio, ¿qué opina Ud. de la Hna. Eligia?
– La Hna. Eligia- respondió Gregorio- es un aborto de la naturaleza.
Eligia se apuró entonces a decir:
– Pero cristiana y católica, Padre.
A lo que Gregorio, con un dejo de ¿y?, contestó:
– ¡Ah, eso sí!
Ante semejante respuesta -dada, además, por un miembro de la resistencia durante la 2da Guerra, brillante como pocos- Margarita rápidamente preguntó:
– ¿Y qué opina Ud. de la Hna. Honorata?
Entonces, Gregorio tomó un lirio del florero, lo levantó a la altura de su vista y dijo:
– La Hna. Honorata es un Lirio en el Jardín de Dios.

Ref: http://lirioseneljardindedios.blogspot.com.ar/

J. J. Stork - álbum fotomontaje
J. J. Stork – álbum fotomontajes

Se desconocen mayores detalles de la historia. Eligia era un ser oscuro. Nada tenían que ver sus promesas cristianas con su actitud en la vida. La insidia reinaba en ella de una manera apoteótica. Con esa arma letal marcó generaciones del pueblo. Astuta, con una excelente cintura política para llegar alto y permanecer, casi puede decirse que hubiera sido una perfecta líder de estas empresas, donde se promueve a personas con alto carácter y escasa calidad y calidez humana. Eligia era como dijo Gregorio.
Gregorio quedó en la memoria del pueblo hasta pasados los años, muchos años. Casi cualquiera hoy sabe quién fue. Figura fuerte, figura firme. En el pueblo, Gregorio fundó la escuela de la Villa, para que los chicos no tuvieran que cruzar la vía, enfrentó las injusticias del gobierno de facto y organizó fundaciones. Pasó a la ciudad costera, donde formó hogares de familias sustitutas. Murió, para su gratificación, en Croacia, su tierra natal.
¿Será por eso de “hierba mala nunca muere”, que Eligia permaneció tantos años en el mismo lugar, que resistió entre manipulaciones, preocupada por el dinero, por el estrellato y por estrellar a cualquiera que no estuviera con ella, que éramos la mayoría? Se fue del pueblo a otro pueblo y, con los años, se fue- simplemente- sin que nadie preguntara demasiado.

J. J. Stork - álbum fotomontajes
J. J. Stork – álbum fotomontajes

 

¿HABRÁ SIDO ELIGIA UN PERFECTO EXPONENTE DEL MAL?

Probablemente, si se escarbara, alguna cosa pasible de ser considerada positiva debió tener. Algunas versiones circularon de una biografía con mala infancia o adolescencia e hicieron de ese pasado la causa que determinó el resto de su vida. Sería bueno que quienes la sobrevivieron pudieran numerar sus aspectos piolas. Ellos podrían salvar este escrito de todo maniqueísmo, podrían a su vez salvarla de ser una oscura memoria, en contraste con Gregorio, tan amado, resistido e íntegro.

Encuentro entre Frodo y la Reina Elfo

 

¿ES LA POBREZA UNA MODALIDAD DEL MAL?

Los objetos de deseo de Darío, a sus casi 80 años, siguen siendo los calzoncillos. A los 6 años, quedó huérfano de padre y Manuela tuvo que lidiar con su crianza y la de sus hermanos. Las dos mayores, hijas del primer matrimonio, trabajaban de sirvientas. De los cuatro pequeños, Constantino- a sus 11- salía a lustrar zapatos, y los otros tres crecieron como se pudo. Darío, el anteúltimo, salía a trabajar de bailador, en carnavales. Al menos, de chiquitito.
La pobreza era una, en la que Manuela traía las sobras de los platos de los lugares donde trabajaba, para dar de comer a los pibes. A veces no más que un hueso de pollo para agregar sabor al ingenioso caldo. Darío se cargó por entonces un sobrenombre que aún hoy siente con dolor, le decían “pocas-tripas”.
La pobreza era una, en la que te ponías lo que tenías, y a veces no tenías. Y Darío no tenía calzoncillos: no daba para tanto lujo. El sufrimiento lo atravesaba cuando se le rompía el pantalón y se le veía el culo. Por eso, ahora no entiende esa moda de los jeans rajados.

 

¿HABRÁ DESEADO DARÍO PASAR POR ESTA POBREZA?

J. J. Stork - siempre estaré...
J. J. Stork – siempre estaré…

No, con seguridad. Nadie desea ese mal para sí. Entonces, ¿por qué le tocó vivirlo?
A Darío lo salvó la señorita Raquel, su altísima fe en Dios y, sin dudas, la madre que lo crió, quien también salvó a los otros hijos. Ha vivido afortunadamente ese maravilloso salto de gracia al lograr salir de esa pobreza. Tal vez, también, por vivir en el pueblo. La ciudad suele ser más cruel.

En este caso, como en tantos, el territorio resignifica los valores. El lugar, el tiempo y las circunstancias hacen del bien y del mal una inmanencia escurridiza. Las definiciones son propias y privativas de cada uno. Somos, per se, nuestro mayor marco de referencia. Somos los hacedores de nuestra ética. ¿Pero a quién se le puede ocurrir, siquiera, la posibilidad de construirse una ética, en medio del bombardeo actual de información?, ¿cómo especular con algo singular de cada quien, dentro de una máquina de inventar sinsentidos, que sólo nos mecaniza para coincidir con un deseo fabricado fuera de nosotros? Nuestra crianza, el entorno, nuestro propio sistema de creencias y el apego nos sacan de nosotros para disolvernos, no para ser parte. Acordar o no con diluirse también nos determina.
Entonces, en el mejor de los casos, si podés acceder a los recursos que te permitan leer moral y ética, te toca, en estos tiempos, caminar esa delgada línea entre ambas. La ética puede definir la calidad como a esa virtud que hace que hagamos las cosas bien, cuando nadie nos ve. La moral es su policía, a lo sumo, sus condenas sirven para saber por qué grieta de su rigidez construirnos una alternativa propia y, en el trayecto, no ser devorados por las sanciones.


La única decisión posible es qué hacer
con el tiempo que tenemos
“El Señor de los Anillos –
La Comunidad del Anillo”, J.R.R. Tolkien


 

DIMES Y DIRETES: ¿CUÁL ES TU MAL / TU DESGRACIA?

Espoleados a responder tamaña pregunta, llega el turno de enfrentarnos con nuestras propias sombras. Ponerlas, por qué no, en blanco sobre negro. Relativizarlas, incluso, sin perder el eje de nuestra búsqueda.

Lucio Roncoroni - ver
Lucio Roncoroni – ver

Mi profesor de cuántica parafraseaba a Shakepeare “nada es verdad ni mentira, todo depende del color cristal con que se mira”. A veces, saltar las baldosas de la rayuela y llegar rápidamente al cielo, está a un click en el sistema de pensamientos. A veces, todo depende de una larga carrera de matices en el recorrido. A veces, simplemente, pifiamos en lo que creemos.

Jarabe De Palo - Depende     

La siguiente es una encuesta de “entre-casa”, mediante mensajes de WhatsApp:

Alexander (33): Lo que vemos como desgracia es simplemente una etiqueta de la mente dual, que ignora el hecho de que todo, absolutamente todo lo que sucede es una lección de lo que debemos aprender aquí en este plano.
Carlos (60): Mi desgracia es que nunca he podido formar una familia duradera. Mi mal es el problema en la vista que me acompaña desde chico.
Elena (42): No poder soltar a tiempo pensamientos, situaciones o personas.
Ema (41): Mis miedos.
Emma (7): Que mi mamá me moleste.
Ernesto (55): El fallecimiento de mi hijo mayor.
Florencia (41): No siento que tenga ninguna desgracia/mal.
Gastón (41): Está clarísimo, mi desgracia es que, viviendo en una sociedad capitalista, no sé manejar el dinero.
Georgina (40): Mi desgracia… tener tanto que desaprender para poder vivir liviana y sin temores.
José Juan (49): A nivel laboral es la falta de profesionalidad. El “todo vale”; trabajar para “cubrir el expediente”, “escurrir el bulto”, “el que venga detrás que se busque la vida”. A nivel personal, cualquier asunto relacionado con la salud de los que me rodean.
José (66): Analizo mucho, ejecuto poco.
Julieta (30): Si se puede responder en chiste, siempre me quejé de mi culo.
Laura (40): Mi mal es mi vulnerabilidad frente a las injusticias.
Luca (9): Nada.
Manuela (22): Mi desgracia es haberle dado más a los demás que a mí misma.
Marcelo (46): Lo peor que me pasa a mí es tener que cumplir con las obligaciones del sistema en el que estamos inmersos en la sociedad. Sueño con una revolución anarquista, desde que tengo 14 años, eso es una utopía en mi cabeza.
Marina (46): No conocerme realmente, no saber qué me produce placer y si lo sé, no permitírmelo.
Melissa (39): Soy muy comprensiva…
Mónica (69): Mi mal es el dolor ajeno.
Sandra (37): Al mal o desgracia, lo contrapongo con experiencia de Dios.
Santino (7): Que no me crean que toqué cuando jugamos a la mancha.
Verónica (41): Tener todo para llevar una vida digna y no saber disfrutarlo.

El deseo de bien vivir, la búsqueda del bienestar, es común a la mayoría. Sin embargo, dentro del cerebro humano se hospeda un gusanito al que llamo Mortifio, que taladra mientras siembra a su arrastre “el mal”. Así abunda el sentirnos mortificados y/o sufrientes, en mayor o menor medida. Hay casos, como los de Marina o Georgina, en los que existen chances de desprenderse de Mortifio. Casos, como el de Gastón o Marcelo, en los que tal vez se encuentren alternativas. Para otros, como le pasa Ernesto, sólo queda sobrevivir.

 

Lucio Roncoroni - elevar
Lucio Roncoroni – elevar

 

Foto de portada por Lucio Roncoroni – velas muertas
Contribución J. J. Stork FOTOMONTAJES

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