Deseantes: sobre la resistencia de la agrupación “Un árbol para mi vereda”
De Isabel D´Amico

 

10 M2 X PERSONA

La ciudad de Buenos Aires exige sus pulmones por falta de oxígeno verde.

Zonificación para negocios inmobiliarios en los terrenos ferroviarios de Colegiales. Zonificación de Terrenos Catalina Sur 2 para negocios inmobiliarios, proyecto de ley para autorizar el shopping de Caballito“, “Tercerización de la Privatización”, predios para el Tiro Federal. Usufructo por 100 años con opción a renovación de 14 ha del Parque de los Niños. Se autoriza la concesión privada. Mutilación de nuestro acervo patrimonial.

Habrá edificios donde piden parques y la codicia chorreará cemento.

EN EL DIARIO NO HABLAN DE TI

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Pegó un cartel en el espejo del ascensor:

“¡Hola a todos!

Este sábado, 30 de septiembre, entre las 9.00 hs. y las 9.30 hs. vendrán a plantar un Guarán amarillo, en nuestra vereda.

“Un árbol para mi vereda” es una red de plantaciones colaborativas que apadrinan la plantación de árboles nativos.

Están todos invitados a acompañarnos a esta hermosa ceremonia.

Es una acción gratuita por amor a la naturaleza y el cuidado del medio ambiente.

Los esperamos, bien cerquita, en tu vereda”.

La administración

El cartel pegado sobre el espejo del ascensor desapareció en pocas horas. Alguien se vio afectado en el edificio. Alguien se molestó. La nota fue publicada solo dos días antes de la ceremonia, suficiente para notificar, suficiente para despegarla.

A las nueve y cuarto de la mañana del sábado 30, “la administración” esperó en el hall de entrada a los miembros “deseantes” de árboles en las veredas. La Sra. María y el Sr. Roberto, ambos del consejo, repasaron el discurso planeado entre las sábanas de su cama matrimonial.

A las 9.30 hs., una pala se clavó en el pequeño espacio de tierra de un metro por un metro. La primera dama fotografió al musculoso “deseante”, mientras el hueco le hacía espacio al guarán amarillo, una de las tantas plantas nativas para cultivar. En soledad, el Sr. Roberto y la Sra. María, acariciaban las hojas del árbol y la pala ensuciaba la vereda ansiosa de verde.

A las 9.35 hs., se escuchó el ascensor y la Sra. del segundo B con su hija Josefina se sentaron en el escalón de la entrada para mirar el intenso trabajo del deseante con pala. Dos minutos más tarde, la señora del primero bajó con su flamante marido y una bolsa de tierra fértil, usaba un bello chal, tejido por su madre. Y, así, la del octavo, la del séptimo, la del noveno.

Guillermo, uno de los deseantes, regaló pequeñas plantas que debemos apadrinar hasta que sean árboles, regalarlos cuando crezcan mucho y multiplicarlos hasta el infinito. Cuando el guarán estuvo plantado, la primera dama intentó decir unas palabras, pero no pudo, quizás porque ya estaba todo dicho.

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Mientras tanto, en ese preciso momento, en el parque Las Heras, un serrucho eléctrico pasaba la lengua entre sus dientes para arrancar otro árbol enfermo. Las podas salvajes destrozaron las ramas y los hirieron para pudrirlos de muerte.

Los deseantes de “Un árbol para mi vereda” suman, de a un metro cuadrado, el espacio verde que el gobierno de la ciudad nos roba. Y les importa un pito de estadísticas y de encuestas.

El follaje de los árboles produce por fotosíntesis el oxígeno que respiramos y al absorber dióxido de carbono evita el calentamiento global. Los árboles son anteojos que nos protegen de las radiaciones nocivas del sol y son nuestra piel, cuando nos cuida del calor agobiante.

ECHAR RAÍZ

En la ciudad de Buenos Aires, los terrenos fiscales deberían ser hectáreas verdes protegidas, mimadas, cuidadas por el gobierno de la ciudad para ser disfrutadas por los vecinos. La industria inmobiliaria impera y, sin piedad, los usurpa gracias al beneplácito de una hipócrita legislatura porteña cómplice. Mientras tanto, las plazas se enrejan, el aire se escurre entre dos barrotes, entra y sale de un espacio donde la noche queda sola, protegida de ninguna cosa, porque el delito se ha vuelto la ley dominante del Estado. Mientras tanto, hemos llegado al punto de tener que juntarnos a idear planes para que no nos roben el oxígeno, para que respirar no sea un lujo.

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Mientras tanto, un cuerpo aparece en el sur y la funcionaria pública más votada de la Capital federal se permite humoradas. “El frío del río Luján conserva bastante el estado de un cuerpo”, dice un periodista de esos que mejor ni nombrar. Y ella remata: “Como a Walt Disney”.

¿Te creías que el oxígeno era tuyo, que la posibilidad de tener unas buenas vacaciones- o, al menos , unas vacaciones- era tuya, que podías dejar de mirar lo que otros tienen y tenerlo, que podías hacerte con el espacio de tu ciudad sin vejaciones, que podías opinar sin represiones? ¿Todo eso te creías? Entonces, creías bien.

Respirá hondo. Ahora hay que salir a replantar lo perdido. Con la copa bien alta y el tronco firme. A echar raíz, otra vez.

Video de Gabriela Massuh. docente, egresada de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, doctora en Filología por la Universidad de Núremberg (Alemania).

 

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1 Comentario

  1. Es otro de los problemas que provoca el tener un gobierno neoliberal en la ciudad. Deberá haber una modificación de fondo en la mentalidad de la ciudadanía porteña,de lo contrario nuestra existencia se verá seriamente amenazada. Un buen primer paso es denunciar los negocios de esta dirigencia actual.

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