Exilios: sobre una revolución en la lecto-escritura, en dirección a la igualdad.

Por: Estela Colángelo

 

A Sandra y a Rubén

PRÓLOGO QUE SE RESISTE A SER EPITAFIO

Llegó con tres heridas/la del amor,

la de la muerte, la de la vida”

Miguel Hernández

Entre lágrimas, escribo. Dos maestros murieron, mientras preparaban el desayuno para los chicos. No puedo parar, se moja el papel, la tinta se esfuma, las palabras desaparecen. Así es, así fue. El dolor, la muerte, la pretensión de silenciar la denuncia, los medios de comunicación impregnados de impunidad. O de indiferencia, que es peor.

Sandra, Rubén, lección infinita. Muertes de múltiples enseñanzas para quien quiera aprender. Preparan alimentos, ella lucha por darle un lugar de ensayo a la orquesta juvenil, por conseguir instrumentos, quiere que la música suene en sus niños, sus hijos, hijos de todos.

Ejemplos de solidaridad. Rubén, portero-educador de cuidados: entre leche tibia, guiso de fideos, escobas, trapos de fregar y tantas historias más, deja el último suspiro.

La nota que viene es para ellos, sé que les resultará familiar. Ahí va.

 

APROXIMAR LA CUNA

No soy de aquí ni soy de allá/ no tengo edad ni porvenir…”

Facundo Cabral, (cantautor popular argentino)

Al momento de mi nacimiento, la familia residía en la ruta 3 ¿km 30, ¿km 35?, ¿km 50? No se sabe con exactitud. San Justo. La Matanza. Pocos meses antes de su muerte, le solicité a mi mamá que me indicara el lugar. Transcurrieron muchas cuadras en auto, hasta que me dijo:

– Es por acá, (…) doblá, doblá para allá… no sé dónde te trajimos de recién nacida.

– ¿Y la placa?- le reclamo- ¿Dónde van a poner la placa?

Ahogadas en risas, regresamos. Tampoco está el hospital Salaberry, donde me alumbró. Así les pasa a los pobres. Lugares por aproximación, recuerdos nebulosos, huellas borradas por el progreso o el capricho estatal. ¡Cerrar un hospital!

Después, sí. Tengo una dirección. Manuel Quintana 3132. Lomas del Mirador. El mismo municipio que el anterior. A poquitas cuadras de Provincias Unidas y General Paz. Casa chorizo, muchas habitaciones vacías en la parte de adelante, mientras nosotros vivíamos atrás. Nuestra casa era más modesta y construida a lo ancho del terreno. ¿Éramos cuidadores?, ¿mis padres eran caseros? Ya no tengo a quién preguntar. Sé que había ruidos en la parte deshabitada. De noche, papá salía con el farol a investigar. “Fantasmas, espíritus que no descansan en paz”, se decía por allá.

 

PA´ABLANDAR LA MANO

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos

Indira Gandhi

image59d815d0d374bPrimera escuela, cosa rara, nunca pude dormir la noche anterior al comienzo de cada ciclo escolar. Recuerdo: estaba el guardapolvo blanco con tablitas, colgado, ante mi vista. Parecía un cartón, gracias al bórax y a la maicena, decía mamá con orgullo. Caminamos pocas cuadras. A la escuela la habían construido junto con las casitas de Perón. Imagino que había quedado chica porque cursé primer grado en un aula prefabricada, con tres turnos. Yo iba en el intermedio, de 11 a 14. En el cuaderno hacía “palotes para ablandar la mano”. Gracias a papá sabía leer y escribir. Y, para comunicarlo, llené de palabras y de letras mi guardapolvo blanco. Papá y mamá parecían dos “lectores de Piaget”, por la reparación impuesta. En su libro, “La formación del juicio moral en el niño”, Piaget pregonó que los seres humanos no desarrollamos una moral autónoma porque la reparación exigida a los niños no tiene relación con la falta cometida: mis padres me hicieron borrar las escrituras del delantal. La goma quedó a la mitad.

 

OCUPAR LA CANCHA

Barrilete Cósmico

Víctor Hugo Morales

Los recuerdos me llevan a la villa miseria ¡Qué nombre para tener un rancho de madera y lata como casa! Ahora allí las casas son de material y, al lugar, le sacaron el apellido. Se llaman villas nomás. Como se llamen, en ese espacio vivía yo la palabra solidaridad: entre todos, hacer veredas de material, inaugurar las canillas públicas, recaudar para velorios. Como se llamen, allí se dio, primera vez, el reconocimiento a mis posibilidades en cuanto a la expresión oral. Lo veo como si fuera hoy: converso con la modista en un soleado patio de tierra. Ella pedalea que te pedalea la monótona máquina de coser. Yo le aporto mi voz de niña para aliviar el cansancio, para acortar el día que entreteje tiras, hebras, hilos, telas, pieles curtidas de tanto uso, arreglo, remiendo. También, oficio de locutora: anuncio encuentros comunitarios, bailes en la “Tierrita”, diversión de adultos. Mientras tanto, los otros niños andan en el centro de la villa, ¿dónde? En un gran lugar ¡“la canchita”!

 

CONVERSAR EL TIEMPO

“… palabras y plumas dicen que el viento las lleva”

Tirso de Molina

foto-dia-del-libro-foto-vía-blogspot-hayvidaenloslibrosLa escuela que te asignaban de acuerdo a tu domicilio estaba en la calle Homero. Iban todos los villeros. Quienes aspiraban a un poco más se anotaban en la de la calle Zinny. Di el domicilio de unos tíos y a Zinny fui yo. Para llegar había que atravesar el arroyo Cildañez, soportar su olor fétido, llenarse los ojos de la basura alrededor. De todos modos, valía la pena. Maravillosamente bien me iba, gracias al apoyo incondicional de mis maestros y de mi papá. Y otra vez, lo veo como si fuera hoy: Yo deletreo. Él dice, “la lectura es una conversación”

Quiero ir al baño, papá.

-¿Con libro o sin libro?

Con libro, papá.

Y yo no aparecía hasta que era capaz de conversar.

Duró poco. Antes de terminar la escuela primaria, papá murió de un ataque al corazón, a los cuarenta y dos. Y yo seguí sola mis lecturas charladas, en la “Roberto Billinghurst” en Zinny, de 2do. a 5to. Grado. La orfandad de padre llevó a mamá a anotarnos en una Escuela Asistencial, especialmente diseñada para los pobres de toda pobreza ¡una maravilla! Jornada completa, actividades alternativas: apicultura, jardinería y otras que se daban también en las otras escuelas, las dependientes del Consejo Escolar. Estas escuelas eran municipales y funcionaban en los parques de la Ciudad. En Costanera Norte, para la villa del bajo Belgrano (donde hoy está el barrio chino) y en Costanera Sur, para la villa de Retiro. El nombre correcto es “Centro Comunitario Educacional Antonio Zaccagnini”. Todos los días, el micro nos llevaba y traía hasta el parque Avellaneda, uno de los más hermosos de la ciudad de Buenos Aires, sin exagerar. Había pediatras, odontólogos, asistentes sociales, comida deliciosa. Lo que sobraba lo repartían: a mis dos hermanos y a mí siempre nos elegían para darnos algunas viandas, aunque el plato de comida nunca, nunca nos faltó.

En la Escuela Asistencial fui la única oradora en un acto, donde asistió el intendente Rabanal. Todos nos felicitaban. El periodista auguró que iba a ser su destacada colega y mamá lloraba de emoción. Allí, la intervención de María Luisa Maccio, asistente social que siguió toda mi carrera de maestra, gestionó una beca.

 

PARA ELISA

“… créanme vi tanta pobreza/que yo pensé con tristeza/ Dios por aquí no pasó

Jorge Cafrune (el payador perseguido)

articles-74569_thumbnailEn el Elisa Harilaos, San Pedrito y Zuviría, Flores Sur, la beca consistía en la cuota mensual. A cambio, yo no podía tener menos de siete en las materias ni repetir de año. Más presión aún, a mi complicada situación. Las monjas nunca se dieron por enteradas de mi domicilio real, al menos, no me lo hicieron saber. Recuerdo que, poco a poco, me fueron alejando de la religión. Había que saludarlas todas las veces que se nos cruzaban: “Viva Jesús, Hermana”, debíamos decir. Ellas contestaban “en nuestros corazones”. ¡Mi conflicto era tan grande! Si no me cruzaba con las hermanas, ¿no vivía Jesús? Me recuerdo frente al altar: “Dios, ¿dónde estás? ¿En la Iglesia “Madre de Dios o Madre de los Pobres” o acá?” Así, hasta tercer año, cuando di por terminada la situación: no estás ni acá ni allá y me deshice del ser superior. Más huérfana quedé todavía, pero menos confundida. De la Escuela de monjas, me iba a la Escuela Asistencial, donde me guardaban la comida y donde la asistente social me cedía su oficina para estudiar. Era un cuartito pequeño. Allí, yo solita, leía en voz alta. Pero había que ganar para las medias de nylon que se corrían con solo mirarlas y para viajar. Así, comencé a trabajar por horas, en la casa de Panchita, de más de setenta años, nacida en Trieste, Italia, bajo la bandera de Francisco José, emperador de Austria. Ella contaba unas historias deliciosas. ¿Cuento una?

 

NARRACIONES PANCHAS

Contame una historia/mentime al oído/la fábula dulce de un mundo querido, soñado y mejor

Eladia Blázquez

Yo tenía un admirador que vivía en la casa de enfrente de Panchita. Mientras yo baldeaba la vereda, relojeaba. Panchita le decía al tipo:

– Steli te queda grande.

Y sonreíamos los tres.

Ahí aproveché y le pregunté:

– ¿Ud. qué piensa de las relaciones pre matrimoniales, Panchita?

Mirá, Steli: antes usábamos la pollera larga, pero la levantábamos pronto. Yo me entregué a mi marido detrás de la iglesia. Él ya había decidido venir a radicarse a la Argentina. Allá, en Austria, creían que en Argentina todos eran indios, con plumas y todo. Nada nos importó, él prometió conseguir trabajo y traerme. Y así lo hizo. Veo que hay mujeres que, para ir a los lugares donde sólo se entra con un hombre, se tapan la cabeza, usan anteojos oscuros… no las entiendo. Cuando vos lleves a un hombre del brazo, cuando tengas la cabeza alta, cuando mires a los ojos a los que pasan, ¡entonces será el momento de estar con ese hombre!

 

FASCE BIEN

Mirco, paisano de Panchita, me acompañaba a la villa. Pero antes, ella me daba té con un chorro de cognac, en invierno, y sándwich de jamón crudo. En esos días, cuando mis hermanos dormían, me ponía a estudiar. Mamá, con cara de cansada, se asomaba al lugar de estudio y me decía:

Mañana faltás.

Yo siempre le respondía:

No puedo, mamá.

timthumbLa gratificación mayor vino con las prácticas para recibirme de maestra. Fui la última promoción de maestras normales. En 4to. Y 5to. año, por lo menos dos veces por semana, daba clases a las niñas de la escuela primaria que iban a la tarde. Otra asistente social, Nelly Fasce, me ayudó un montón. Su flamante esposo, Jorge, Licenciado en Educación, me mandaba –por intermedio de ella- a las clases preparadas ¡con láminas y todo! Yo las organizaba y coleccionaba diez.

 

TITULADA DOBLE

Con 18 años, el 3 de abril de 1970, estrené el título en el Centro Comunitario Educacional “Edmundo D’Amicis”, en la Costanera Sur. Recuerdo: la vicedirectora tenía 24 años y había sido nombrada a dedo por los dueños de la provincia de Catamarca. Creo que no le caía bien tener una subordinada con dos títulos: maestra y villera. No me fue bien con ella, sí con los maestros. A la escuela no le iba mejor, fue muy cuestionada por esos tiempos por autoritaria, por reproductora de desigualdades sociales. Los teóricos del momento llegaron a proponer la desescolarización. Ese fue un tal Iván Illich y no el de Tolstoi

 

LA DISPUTA TEÓRICA

Estudiar era pecado/clandestino era saber/porque cuando el pueblo sabe/no lo engaña un brigadier

Piero (Para el pueblo lo que es del pueblo)

Hay hitos. Voy a los saltos y señalo algunos. Son estas huellas que trazaron el rumbo:

pila-de-libros-al-aire-libre-25394981Por carta, Berta Braslavsky, eximia pedagoga, sostuvo una histórica polémica con Paulo Freire, autor de ”La Pedagogía del Oprimido”. Este sostenía que los procesos de alfabetización de los marginados debían realizarse en sus propias comunidades. Berta manifestaba la importancia del aula escolar y la interacción del maestro con sus alumnos.

Por su parte, Emilia Ferreiro pertenece a la primera generación de egresados de psicología (UBA). Por presiones políticas contra su marido, luego del golpe de Onganía, terminó por hacer el doctorado en la Universidad de Ginebra. En 1971, regresó a la Argentina y, al poco tiempo, comenzó a diseñar la investigación. Observó clases en zonas marginales de la Ciudad de Buenos Aires. Y no olvidó lo que Piaget le había enseñado: el niño, como sujeto cognoscente, trata de entender el mundo que lo rodea, elabora hipótesis, recibe información.

Un poco más adelante, en 1973 Ana Teberosky, Alicia Lenzi, Susana Fernández, Ana María Kaufman y Liliana Tolchinsky forman un grupo y trabajan un año en una villa miseria. Enmarcan el fracaso escolar en perspectiva social. El diagnóstico: en 1970, el 20% de los niños de América Latina en edad escolar estaba fuera del sistema educativo. De la población escolarizada, solo el 53% llegaba a 4to. grado, el resto abandonaba. Los dos tercios de repetidores se daban en los primeros grados. Los males endémicos de repitencia, deserción y ausentismo escolar se concentraban en la población indígena, rural o marginada de los centros urbanos.

El golpe de Estado de 1976 obliga a abandonar la tarea. Las investigadoras se exilian: Ana María Kaufman, en México; Ana Teberosky, en Barcelona; Emilia Ferreiro, primero en Ginebra, luego en México.

Pero la simiente estaba echada.

 

TAJOS Y ATAJOS

Estamos en la tierra de nadie/¡Pero es mía!/Los inocentes son los culpables/dice su señoría”

Serú Giran

La dictadura cívico militar tajeó el tiempo. Con la transferencia de los servicios educativos nacionales a nivel local, los Centros Comunitarios Educacionales se transforman en una escuela más. Por otra parte, el Ministerio de Educación se vuelve un ministerio sin escuelas. Además, en Capital, estaban en funcionamiento los equipos técnicos. Los militares los eliminaron y, con los recursos humanos -en su mayoría psicólogos- crearon las escuelas de Recuperación. A los psicólogos y a otros profesionales los ubicaron como maestros, así aislaron el pensamiento y el apoyo a las escuelas.

 

LISOS Y LISAS

Todo está clavado en la memoria/espina de la vida y de la historia”

León Gieco

Censura_1Soy una estudiante avanzada de Trabajo Social. En mi casa matrimonial hay muchos libros “prohibidos”. Converso con mi pareja. Lo llevo a la Escuela 20 del D.E. 4to, donde soy maestra titular de sexto grado: Bolívar entre Belgrano y Moreno, en diagonal al Nacional Buenos Aires. Un día se rumorea que van a revisar los armarios. Levanto dos tablas flojas del piso y entierro los libros. Pero no solo se prohíben lecturas. La vestimenta de los docentes también es legislada. Prohibido para mujeres, entre otras cosas, usar pantalones. Para peor, el diseño curricular, el “petete” en la jerga, por supuesto que también fue “retocado” por estos mismos censuradores. Allí estaba contenido todo lo que los chicos debían aprender en esos años. En lecto-escritura inicial, en primer grado, solo cinco consonantes, una por vez. Y, como para muestra, basta un botón, sirva este ejemplo de lectura en un libro de entonces para darse una idea de la devastación que nos asolaba: “Olaso sala las lisas”, debían leer los chicos. Se suponía que Olaso era nombre y lisas un pescado.

 

SALE OLASO, ENTRA EL AIRE

Con las alas del alma/desplegadas al viento”

Eladia Blázquez

En 1983 Olaso sale para el exilio. Y, del exilio político de tantos años, llega la revolución en lecto-escritura. El diseño curricular marca la apertura político ideológica de esos años. Los jóvenes de todos los partidos políticos se vuelcan a la escuela y ofrecen clases de arte y apoyo escolar, tal como propone el diseño curricular de ese período. La escuela debe transformarse en un amplio centro cultural.

Por 1985, yo cursaba las últimas materias de la carrera de Ciencias de la Educación. La Profesora María Angélica Lus, regresada desde el exilio mexicano, trajo las conclusiones de las investigadoras que, a la fuerza, debieron concluirse fuera de nuestro país.

Niños-leyendo-737x600Hasta entonces, ¿cómo justificábamos el fracaso escolar de los niños? La respuesta era biologista. Fabricábamos, a sugerencia de los especialistas, grandes cerraduras. Le pedíamos al niño que mirara, luego que pateara una pelota, que usara el ojo para espiar, la pierna derecha para patear, la mano derecha para escribir. Así, nos enfrentábamos a la lateralidad cruzada y a un ser con dificultades para aprender. Si el chico no coordinaba ojo, pierna y mano estaba condenado al fracaso. El fracaso escolar no era más que un retraso madurativo de coordinación. ¿Qué descubren las investigadoras desexiliadas? El sujeto humano no es receptor de conocimientos que vienen de afuera, sino productor de conocimientos. La lectoescritura no es ya un objeto a aprender, sino una posibilidad de enseñar.

Con respecto al diagnóstico vinculado al ausentismo, las investigadoras dicen: el ausentismo se produce por las grandes distancias entre el domicilio del niño y las escuelas. O bien, por la ayuda que los chicos están obligados a brindar en las economías familiares. La deserción es el problema central. ¿Quién abandona al desertor? El sistema, al no tener estrategias para integrarlo. En lugar de males endémicos, deberíamos hablar de “selección social” del sistema educativo. En lugar de deserción, deberíamos llamarla expulsión encubierta. No se trata de cambiar términos, sino de darles otro marco interpretativo. Porque la desigualdad social y económica se manifiestan, también, en la distribución desigual de oportunidades educativas.

 

LA MARCA CIUDADANA

Hubo una época, hace siglos, en que leer y escribir eran actividades profesionales. Quienes se dedicaban a ellas aprendían un oficio. Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión, sino una obligación. Y que leer no era marca de sabiduría, sino marca de ciudadanía. Emilia Ferreiro en el libro “Pasado y presente de los verbos leer y escribir” propone que leer y escribir son procesos paralelos y activos. Leer y escribir no son sinónimos de decodificación, sino funciones fundamentales para la comprensión y la comunicación humana. Tuve el privilegio de explicar durante años cómo los seres humanos aprendemos a leer y a escribir y cómo esas investigaciones pueden torcer el rumbo de las vidas de los fracasados. Siempre que cuenten con el compromiso de docentes y especialistas obstinados en la tarea de enseñar.

 

TODO ES TEXTO

No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee”

Günter Grass

Montaña y fantasía 6A partir de los 90, se reponen de manifiesto la desigualdad de oportunidades de origen. No olvido, ya como directora, cuando la maestra de apoyo pedagógico sugirió que yo le prestara atención a una niña. Fui al domicilio de esa nena y le pregunté si tenía algún libro que le sirviera de guía. La mamá, en un intento por cumplir con los requerimientos de la autoridad escolar, bajó cajas de los roperos, en busca del valioso tesoro. Esperé en vano. ¿Cómo compite esa niña con hogares letrados, con libros al alcance de la mano? La respuesta y la reflexión alrededor de esta pregunta la trajeron ese puñado de investigadoras. Nada más y nada menos. Para que los maestros tomásemos conciencia. Inundar las aulas y las bibliotecas de libros. Buscar a todos los portadores de texto: recetas médicas, de cocina, etiquetas de productos, boletas de servicios y todo lo que llevara un mensaje escrito y sirviera de motivación para aprender. Los maestros jardineros internalizaron el concepto “los niños y niñas no esperan tener guardapolvo blanco y una maestra delante para aprender a leer y a escribir”.

 

EL LIBRAZO

Ahora digo –dijo a esta sazón don Quijote- que el que lee mucho, ve mucho y sabe mucho

Miguel de Cervantes

 

A partir del 2003, las enseñanzas de las investigadoras del exilio hicieron carne en teóricos y políticos bien informados. Conozco la realidad de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires en la implementación del Programa P.I.I.E. Traducido: Programa Integral para la Igualdad Educativa. Llenaron de libros las aulas, las bibliotecas escolares e incluso se repartieron libros para que los chicos tuvieran como propiedad, en sus casas.

En la Ciudad, también se implementó el Plan Plurianual. Todos los maestros se comprometieron a que cada día de la vida escolar los chicos practicaran la lectura, la escritura, la escucha y el habla. Así se consiguieron y consiguen cotidianos logros. La entrega de computadoras es otro elemento fundamental que facilitó enormemente la tarea.

 

NUNCA MÁS

Nunca más vamos a permitir que los niños sean limitados a aprender cinco consonantes por año escolar, nunca más los someteremos a forzar oraciones que no enriquezcan la vida de los seres humanos. Pero, volvamos al principio.

Amigos, amigas. El testimonio de la vida personal viene a confirmar los resultados de la investigación de Emilia Ferreiro y equipo. Ellas han recorrido esas vivencias y han descubierto todo el enorme caudal de motivaciones y estímulos recibidos por la niña que entonces yo era. Modista, vecinos, padre, madre, maestros, trabajadores sociales, licenciado en ciencias, Panchita, todos ellos nos protegían, nos consideraban sus propios hijos. Ahora no es tan universal la cosa. Tratándose de Escuelas públicas, el esfuerzo teórico, práctico y la relevancia que adquieren los productos culturales -libros, computadoras, experiencias directas a cines, teatros- y, fundamentalmente recursos humanos que sólo puede brindarse con el interés y la acción del poder político. Esto implica condiciones básicas para que el enseñar y el aprender sean posibles, condiciones tan contrarias a las que les tocó vivir y, por ellas, morir a Sandra y a Rubén. Difícil resulta pensar en una escuela plagada de recursos, cuando se pierde la vida por la absurda y negligente decisión estatal de ajustar.

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