ANARTISTA JUVENIL
Por Milena Penstop

 

CORTÉS, UN MODO DE DECIRLO

Encuentro Moctezuma-Cortés. Ilustración.
Encuentro Moctezuma-Cortés. Ilustración.

En 1519, el jefe supremo azteca, Moctezuma, recibió la visita de un español que, desobedeciendo a su rey en España, hizo una expedición hasta llegar a Tenochtitlán, la capital del imperio. Este español tenía apenas permiso para inspeccionar las costas del litoral americano. Pero, no. Se mandó nomás. El hombre se llamaba Hernán Cortés quien, al llegar a su destino, fue recibido más que amablemente por los originarios. Moctezuma, convencido de que los hombres blancos eran enviados por sus dioses, les dio a los “recién llegados” ofrendas y los dejó hospedarse en su palacio. A él y a sus huestes.

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Pero a Cortés no le alcanzó la bienvenida. Como algunos otros hoy en día, el tipo iba por todo. Rápidamente, el conquistador fue convencido por un grupo de indígenas -traidores, buchones y aliados del español-, de un plan que tenía Moctezuma para liquidar peninsulares. Al enterarse de esto, Cortés no perdió tiempo. No era un tipo con ganas de vivir aventuras inesperadas. Así que tomó prisionero al jefe azteca, para luego abandonar la capital del imperio e ir de raje en busca de refuerzos. Cortés no era muy cortés con su gente. Y, después de mandarse el moco, dejó solo a unos pocos españoles en ese lugar.

 

QUÉ NOCHE PARA UN ASADO (ESPAÑOL)

La cosa no terminó. “El Seleccionado” que dejó Cortés era de una brutalidad y de una estrechez mental tales, que no pudo controlar sus instintos asesinos ante lo desconocido. Se ve que les habían lavado bien la cabeza en Europa y por eso pensaban que su religión era la única verdadera. Y todas las demás resultaban manifestaciones del demonio. Por eso, al ver a un grupo de aztecas en medio de una celebración que los conquistadores calificaron como “horrenda”, no vacilaron en lanzarse sobre los celebrantes y en matarlos a todos.

La noche triste.
La noche triste.

Ya la cosa estaba caliente con lo que había hecho Cortés. Imaginate cuál fue la reacción de los originarios. Desacostumbrados a esa brutalidad, respondieron con toda la furia de la que fueron capaces. No se paralizaron ante ese inesperado ataque. Este episodio se llamó “La noche triste”. Triste, para todos. Para los aztecas, porque fue la noche de caída definitiva de la ficha. Ya sospechaban con creces que esos tipos no eran ni amigos ni enviados de los dioses. O los dioses se habían debilitado o lo habían abandonado. Pero esto fue la gota que colmó el vaso. Y triste, sobre todo, para los españoles porque, cebados en su superioridad militar, no imaginaron siquiera que los “salvajes” podían enfrentarlos de esa manera. Soberbios. Casi se los comen en guiso.

 

NO TE CREAS CUANDO TE LA CUENTAN DE UNA SOLA FORMA

Hay varias teorías sobre cómo reaccionaron los pueblos originarios a la Conquista. La más simplista dice que los invasores destruyeron por completo a los autóctonos. Bastante rápidamente, eliminaron su cultura y también su economía. Los aztecas, como los incas, practicaban una economía comunitaria. A pesar de que había clases sociales altas -clases que no se ensuciaban las manos para laburar- lo cosechado se repartía bastante entre todos. Y siempre se reservaba una parte para posibles épocas de sequía o para huérfanos, viudas o víctimas de las guerras. Por otra parte, los aztecas eran sabios y se ocupaban de no reventar la tierra con monocultivos. A los españoles les importaba un pito preservar el suelo. Le daban a la tierra hasta agotarla. Y, del mismo modo, esclavizaban y agotaban a los indígenas. Después pararon un poco, porque se dieron cuenta de que se iban a quedar sin mano de obra. Entre las enfermedades que les trajeron “de ofrenda” desde Europa y los malos tratos, no les iba a quedar nadie.

Hay otra teoría que mira las cosas un poco más ampliamente. Para estos historiadores, la Conquista fue un proceso de alianzas y resistencias. Y no admiten, de ningún modo, que los originarios se hayan entregado a los invasores así como así. De hecho, hubo rebeliones que duraron años. Como así también aprovechadores que quisieron jugar para los dos bandos y terminaron solos y muertos.

Danzantes aztecas culturales,en la Plaza del Zócalo, México actual.
Danzantes aztecas culturales,en la Plaza del Zócalo, México actual.

Lo cierto es que, si se hubieran doblegado del todo, hoy no estaríamos ante la presencia de tantas organizaciones internacionales y nacionales de indianistas: grupos de descendientes de aquellos primeros, que cuidan y sostienen el reclamo por tierra, autonomía y derecho a preservar su cultura y su idioma.

 

DOS INESPERADOS

La primera cosa curiosa es cómo, después de que los conquistadores se fueron, ya con los Estados nacionales independizados, la discriminación contra los pueblos originarios persistió. Los libros cuentan que eso sucedió porque los nuevos estados americanos se construyeron a imagen de la cultura europea. Entonces, a muchos originarios no les quedó más que asimilarse a la determinación imperante. Sin embargo, unos cuántos otros resistieron y resisten. Y eso es lo más inesperado de todo. Y admirable. Recién, hace muy poco, los mapuches se volvieron una súper noticia. Y, como siempre, cuando un grupo minoritario se vuelve noticia, en general, es porque algo malo contra ellos ha sucedido. Rafael Nahuel, Santiago Maldonado -que no era mapuche, pero los defendía…- pero si uno googlea, ve que los muertos, lastimados y desaparecidos mapuches son muchos más. Entonces, me pregunto, ¿seguimos contagiados de la brutalidad de los conquistadores? Cuando nos independizamos, ¿nos independizamos? Mmmm… Continuará.

 

 

 

 

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