La sospecha: Sobre “Esto no es un golpe”, de Sergio Wolf.
Por Pablo Arahuete

 

PUNTO Y CONTRAPUNTO

Hay un rumor que atraviesa esa plaza. Mucha gente, demasiada, algo de colores. El rumor es invisible. Parece una obviedad, pero las palabras tampoco se ven. Sin embargo, en esa plaza, un día se hicieron visibles. Había gritos de un lado y respuestas del otro: sonidos de un pasado que llega para alejar en el presente otros pasados. Bullicios repetidos y las palomas en su vuelo rasante, que tampoco entendían mucho a esa muchedumbre agolpada.

Desde el aire, no se distingue más que una masa de rostros sin historia, “un amasijo de cuerdas y tendones”, según aquel poema de la trova cubana. Y, entonces, llega el momento y la sospecha en una frase: “Felices Pascuas”.

Sergio Wolf. "Esto no es un golpe."
Sergio Wolf. “Esto no es un golpe.”


DESENFOCAR LA HISTORIA

A veces, para enfocar contornos de verdades, hay que desenfocar imágenes. Dice el dicho tan bastardeado “mirar la película y no la foto”. Pero, sobre sus protagonistas, su contexto y su tiempo, la foto desenfocada dice mucho más que la película.

La plaza está llena y no es una semana santa habitual. Estamos a pocos años de haberse recuperado el sistema democrático, tras la debacle, post Guerra de las Malvinas, del régimen dictatorial. No hay recogimiento el día jueves ni música en la radio. Simplemente, una palabra intenta replicarse para que el murmullo de la plaza la alce contra otra, una que busca imponerse por las armas, desde un regimiento militar en Campo de Mayo.

 

DE GOLPE, RUMOR DE GOLPE

Yo, con trece años encima, no estaba en la plaza aquel día. Aunque, de alguna manera, estuve presente, desde una mirada menos que ingenua y con el miedo diario. Un miedo engordado, cuando las palabras “Nunca Más” estallaron en un país, en apariencia condenado a repetir su historia.

El tiempo y la incertidumbre despabilan conciencias, de golpe. Eso, de golpe, otro rumor de golpe mucho más duro atravesaba, por aquellas horas, un domingo no tan santo. Se esperaba un final y, si era feliz, mejor para todos. Las miradas hacían foco en un balcón, atentas a cada palabra o a algún silencio de un hombre, elegido para torcer el rumbo de la historia, castigar con la ley a los genocidas y encontrar caminos de paz.


ESTO NO ES UNA PIPA

Con esa imagen de Plaza de Mayo, en el día del “Felices Pascuas, la casa está en orden”, el mecanismo de la memoria se activa. El cineasta Sergio Wolf confronta e interpela con un momento crucial de nuestra historia como ciudadanos y, a la vez, se hace cargo de su propio descontento. Testigo presencial de aquellas jornadas en Plaza de Mayo, Wolf se atreve a reflexionar desde la sospecha sobre los relatos acerca de aquel día y sobre sus contrapuntos en la memoria y en el olvido: fuerzas antagónicas que, de vez en cuando, se camuflan en omisiones o en versiones antojadizas, donde la única verdad es la del punto de vista que la defiende.

Sergio Wolf. Afiche de la película "Esto no es un golpe."
Sergio Wolf. Afiche de la película “Esto no es un golpe.”

“Esto no es un golpe”, fue la frase elegida por un grupo de militares amotinados en Campo de Mayo, durante los cuatro días de Semana Santa en 1987. Buscaron generar y producir un acontecimiento político capaz de  hacer tambalear un sistema democrático que, vulnerable y todo, había provocado resquemor en toda la cúpula de generales militares: subordinados de bajo y medio rango, participantes directa o indirectamente en la represión rechinaban los dientes ante el avance de la ley democrática. La ley, un “evento” que, con tanto ahínco, esos “indignados” habían tratado de aniquilar.

 

YO NO SÉ QUÉ COLOR CAYÓ EN PLAZA DE MAYO

Sergio Wolf.
Sergio Wolf.

El documentalista, fiel al trazo de su ojo, ya presente  en “Yo no sé qué me han hecho tus ojos” y “El color que cayó del cielo”- entre otros trabajos- ordena un rompecabezas, un cruce de testimonios, y expone los diferentes niveles de información. Logra, así, un equilibrio -en el sentido amplio del término- al compaginar las voces desde la versión oficial y desde los participantes y autores “intelectuales” del alzamiento carapintada. Preguntar, aseverar y desmentir, durante el transcurso de una oscura pulseada del poder: una peligrosa cinchada. Eso, hasta llegar al extremo de poner en jaque ese  exitoso slogan de campaña, que defendía la Constitución Nacional y la Democracia, como la conquista de todo un pueblo, sin distinciones ni colores políticos.

 

MÁS QUE UNA CUESTIÓN DE SEMÁNTICA

Detrás de la impostura, los ojos de Aldo Rico- cabecilla de los carapintadas y líder fáctico de este intento de golpe-, se clavan en el interlocutor. Quien pregunta no se amedrenta frente al repiqueteo de un discurso vacío, simple, aunque menos contradictorio que otros testimonios de allegados al presidente Alfonsín. Así, Sergio Wolf selecciona declarantes y deja expuestas flaquezas y altos niveles de improvisación que- con el correr de las horas y la tensión entre un pueblo movilizado y ciertas campañas de comunicación que buscan debilitar el discurso de los amotinados y reforzar la idea democracia o dictadura- se hacen más patentes.

Aldo Rico entrevistado en el documental "Esto no es un golpe".
Aldo Rico entrevistado en el documental “Esto no es un golpe”.

Las palabras no tienen valor por sí mismas, si no en relación ¿Cómo esconder la sospecha y no morir en el intento? A eso de morir en el intento, alguien lo habrá pensado en la plaza… También, el hombre que se asoma en el balcón, persuadido y camufladísimo entre algarabía y clamor, esperanza, rencor y expectativa. A pesar del esfuerzo, el ex coronel Aldo Rico queda con la cara pintada y regala una sonrisa socarrona al preguntón, que no baja la guardia y desliza con respeto la repregunta, hasta lograr contrastar versiones con las de otros militares a las órdenes de Rico. Nadie baja la guardia, repite desde su lugar el creador del MODIN, unos años después. Tampoco nadie la bajaba durante tres días de vigilia, donde todo sucedía a espaldas de la historia. Una cuestión de semántica: Esto no fue un golpe. Eufemismo y mentira van de la mano.

Raúl Alfonsín.
Raúl Alfonsín.

Había una plaza a la espera, había un plazo y una sospecha. Sergio Wolf, desde el desencanto, nos recuerda quiénes éramos en aquellos días, recorre los espacios deshabitados pero llenos de murmullos y silencios y desenfoca la historia: la contada, la vivida, la de los relatos, la mía y la de él.

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