Rituales: sobre la serie “After life”.
Por Diego Soria

POCAS PULGAS

Portrait of Maurice - Andy Warhol
Portrait of Maurice – Andy Warhol

¿Por dónde encarar la lectura de esta miniserie? Quizás la pregunta pueda ser otra, ¿dónde nos encuentra parado el último trabajo de Ricky Gervais? Al ser una serie con su dirección, guion y actuación, podemos esperar humor negro del mejor, provocativo. Como él mismo dice: se puede hacer humor con cualquier cosa o tema, como ya lo mostró en “Derek” (2012) o en “Extras” (2005). Sin embargo, este trabajo pone en juego otros matices que desmienten su tradicional nihilismo. “After Life” trata sobre las batallas minuto a minuto para continuar adelante a pesar de todo aunque, ¡ojo!: seguir, pero no en la concepción aburguesada de la vida del “todo pasa”.

LÉVINAS Y LOS PERROS

Perros y Sombras, foto de Bernardino Ávila
Perros y Sombras, foto de Bernardino Ávila

Ricky Gervais es Tony, un periodista del “Tambury Gazette”, un diario de distribución gratuita en un pequeño pueblo. Él ha perdido a Lisa -Kerry Godliman- su mujer durante 25 años. Ella ha tenido la precaución de grabar una serie de videos para su marido. Enferma de cáncer, sabe que su muerte podría cargarse también a Tony. Así, desde la pantalla, le pide a su marido que deje la cama. Si él la ve en la computadora, quiere decir que ella ya ha muerto, pero no que él deba dejarse caer en la tristeza. Sin embargo, Tony no quiere vivir más. En el diario donde trabaja, varios personajes hacen lo posible por no dejarlo solo, aunque él decidió que nada vale la pena. Hay acá un guiño a Lévinas, filósofo ruso de origen judío, que estuvo confinado en los campos de concentración nazis. Lévinas Perros y Sombras, foto de Bernardino Ávila, contaba que, en medio de aquel infierno, la única percepción de humanidad se la daba un perro, un animal, que les ladraba a los prisioneros, al regreso de los trabajos forzados. Así Tony se encuentra con que la perra lo observa, tiene hambre. Él entiende esa mirada, la perra aún lo necesita y no puede dejarla. Ella le devuelve la humanidad que él no encuentra en el mundo después de la muerte de su mujer. Al fin, se levanta de la cama.

EL COLMILLO PERDIDO

Perro tirado en la nieve versioj2
Perro tirado en la nieve de Franz Marc

Alrededor del diario crecen muchos personajes muy deliciosos para la trama. El relato se agotaría muy pronto sin su ayuda. Ellos completan con pinceladas de humor y a veces patetismo el cuadro, donde Tony alterna buenas y malas. Un párrafo aparte merecen las personas que desean salir en el diario: “Ser portada”, como el bebé que se parece a Hitler, el hombre que toca dos flautas con las narices, la disparatada madre lactante que elabora postres con leche de su teta o el diente perdido de Freddie Mercury: todos, carne de cañón para el cinismo de Tony, quien hace las entrevistas. Junto a él, el fotógrafo Lenny -Tony Way- a quien no deja de fastidiar, aunque se retroalimentan. Tony es incapaz de no pasarlos por la picadora de carne de su resentimiento. No puede parar, solo la mirada de la perra por las mañanas logra que no intente suicidarse de una buena vez. Entonces, mientras permanezca en este mundo, ha decidido decir las cosas como le vengan en mente y, si no resulta, siempre está la muerte.

PASEAR AL PERRO

Tony mira los viejos videos. En el ritual de mantenerse dentro de una tristeza perpetua, desearía que la muerte hiciese lo suyo de una vez por todas. Ahí es donde el guion se apoya cHAREL wASE 2015en el resto de los personaje para esmerilar el granito, es decir, a Tony. Con mano excelente, Gervais mecha las intervenciones de las inolvidables figuras de pueblo: Tony se cruza en la trama a  Daphne -Roisin Conaty- la prostituta; a Julian -Tim Plester-, el repartidor de diarios; al cartero -Joe Wilkinson-; a su psicólogo – Paul Kaye-; a su padre -David Bradley-;  a la enfermera que lo cuida -Ashley Jensen- y a la viuda del cementerio -Dame Penelope Wilton-, quien habla con la lápida de su esposo. Todos funcionan como “Un cuento de navidad” de Dickens pero al revés. En el cuento el personaje de Scrooge es visitado por los fantasmas de las navidades pasadas, quienes lo aleccionan a cambiar su actitud frente a la vida. Aquí Tony va al encuentro de los fantasmas de su vida. En ellos descubre historias tan dolorosas como las de él.

PERRO QUE LADRA SOLO…

Ricky Gervais es un comediante de lo oscuro, con chistes provocativos y una lengua filosa que no suele ser bienvenida. En sus Shows suele “jugar” con Nietzsche o el nazimo, al tiempo que habla de los tiburones y del diluvio universal de Noé. Para él no hay jardín que no pueda pisarse en cuestión de humor, aunque esa es un asunto que aún se discute. En este caso, en su rol de director y escritor de la serie, mixturó su clásico humor corrosivo con una dosis de esperanza. Ha sabido dar en la tecla para que su nihilismo no se vuelva tan solo un grito de protesta, como decía Atahualpa Yupanqui:

“(…) Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,

Solo sin soledad …450_1000

Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito

Será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya

Entender (…)”

Ricky Gervais encontró que, a su discurso, le faltaba esa esperanza que los otros personajes le dan.

A OTRO HUESO CON ESE PERRO

La historia de Tony, destinado en principio a seguir los rituales del duelo, troca en horizonte. Cuando el ambiente no es de su domino es otro, él se transforma. Eso sucede en el geriátrico del padre o en el cementerio, cuando se ve superado por la filosofía de la prostituta. Puede que suene redentor. Y quizás sea así. Pero, en los tiempos que corren, una serie que se toma el tiempo de hablar de las asperezas del corazón, de cuerpos creíbles, con una empatía inmediata, es siempre más deseable que el sufrimiento por el sufrimiento mismo.

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