Ausencias: sobre cómo las letras me rescatan de las pérdidas.
Por Verónica Pérez Lambrecht

 

  A la memoria de Norita

En un largo recorrido de ausencias, las presencias parecen oasis en medio del desierto.
Dicen que, cuando uno está listo, el maestro llega.

 

PROSPERIDAD TRUNCA

La falta de tiempo hace que dejemos para más tarde lo que no llegamos a hacer hoy. Así, el sistema nos asfixia y no nos permite siquiera ese toque de dignidad. Autómatas, caminamos de la casa al trabajo, del trabajo a casa. O, peor: en bondi o en tren, en combi o en subte, hacinados para alcanzar ese mango. Si, además, el laburo que hacés o para quién lo hacés es un oprobio, la esclavitud se hace eterna. Y, en esa eternidad sin tiempo, la vida pasa, en apariencia, con más penas que gloria.

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zig-zag. HAP

¿Cuál es la solución?, ¿acaso existe?

Hasta hace no mucho, yo fui próspera en tiempo. Tenía horas y horas que no pude cabalgar porque, ahí, la ausencia era de dinero. Así vamos, en el subibaja de la falta de trabajo a la falta de tiempo. Parece un círculo cerrado al vacío. ¿Acaso las presencias están de huelga?

 

 

 

ABLACIÓN DE NEURONAS

No están de huelga las presencias, ni de vacaciones. Los derechos no se tocan. Las presencias se transfieren -como la energía-. Nos parecen idas, pero están aún dentro de las ausencias. Algunas son inquietantes, como esos pólipos y quistes que no dejan de recurrir. Ahí se ve clarito que la ablación no siempre tiene un sentido negativo: deja un lugar para encontrarse con un cuerpo más sano, al cual hay que decidir adaptarse. Sin embargo, no siempre funciona, no es tan simple establecer el adecuado punto mental para sanar, por lo que el tema no se termina de resolver. ¿Cuál es el canal mental que permite la sanación? ¿Y qué es estar sano, si a cada momento cambian las condiciones? Yo creo en el efecto placebo, considero realmente que podemos autosanarnos mediante sistemas de pensamiento que instruyan el correcto andar de las neuronas. Pero sucede que, en la congestión social, servimos más como enfermos que como hedonistas. La salud se juega todos los días. Y deviene. Como el amor y la escritura. Nos exige reeditar el acto una y otra vez. También así, la calidad de la alimentación primaria, como hacedora de salud. Aunque subidos a las urgencias, resulta improbable darse el tiempo de cocinar (ni bueno, ni menos bueno, y vamos con la fast chatarra). ¿Cómo revertirlo sin caer en el intento? No hay recetas mágicas, la varita es de cada quien, habrá que seguir la investigación. Parece un círculo cerrado al vacío. Pero tiene que haber una grieta.

 

NI UNA MENOS

En ese útero recargado, habitó la hija, la que sufriría el faltazo del padre a algún que otro evento. El nivel de conciencia de los niñ@s crece y esta vez sintió la ausencia hondamente. Las angustias se levantaron, entonces, sin pedir permiso. Se sentó en la vida y dejó que el tiempo tapara esas heridas que empezaban a marcarla. La madre la miró de lejos, un hondo dolor traspasó su pecho al saber que no podía liberarla.

¿Sabías que venimos al mundo con todos los óvulos y espermas que más tarde expulsaremos? Así es, no se desarrollan de a poco, se forman todos juntos. Entonces yo estuve y vos estuviste en la panza de las abuelas. Porque, cuando los padres estaban allí, ya tenían la configuración preliminar. Maravilloso, ¿no? ¿Argumento falaz anti-abortista? Probablemente, pero eso es otra discusión.

Pero vuelvo a la anécdota: a esta madre la interpeló esa imagen de eterna madre, de otras madres roídas por otros dolores. Madres de hij@s enferm@s, de hij@s vulnerad@s, violentad@s, desaparecid@s. Se sintió apelada por esas luchas femeninas que no aceptan más al statu quo de este mundo, que plantean cambios de fondo: no una guerra sexual, sino una sociedad empática. Cuando un@ hij@ sufre cualquier tipo de violencia -que no quiere pasar de moda- el dolor es muy fuerte y te abate. ¿Acaso es un círculo cerrado al vacío? ¿Es quizá, en las luchas, que pueda agrietarse?

Álbum Fotomontajes. Juan José Stork
Álbum Fotomontajes. Juan José Stork

 

EL ÁNGEL SINDICALISTA

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gris. HAP

Y la ausencia se hizo carne y habitó entre nosotros. Así, como si de golpe la enfermedad se hubiera interpuesto entre otras miserables modas, en unos 6 meses, se fueron cuatro seres queridos. Un desfile de dolor instaló la ausencia. Nos enojamos, nos conmovemos, lloramos o nos tragamos lágrimas, nos cuestionamos todo, ponemos blanco sobre negro y seguimos en modo gris, porque el mundo es gris, no se define. Uno continúa y honra a sus muertos en la vida. Y nos conformamos, no queda opción. No hay opción. El círculo parece cerrado al vacío. Pero, sigamos.

Y estas ausencias vienen con la manía de manifestarse en todos los malditos trámites indecorosos que toca transitar, nos interpela esa nueva otredad que somos, asolados por las partidas.

Así las cosas, en el centro neurálgico de la ciudad, mi amiga esperaba paciente a que la hagan ir de un piso a otro, y contar la historia: tras la muerte de su madre, se iniciaron los trámites de reaseguro y pensión para el padre; él estaba internado cuando le otorgaron la pensión, una semana antes que decidiera irse también de gira. Va por la cuarta o quinta vez que lo explica, ya perdió la cuenta. La soledad ahonda, hace unos meses fue con él. La soledad la ahoga. De rabiar angustia, y a un pelo convertirla en ira, había decidido irse. Entonces, apareció ese hombre. Con una potencia que la contuvo inexplicablemente, no se presentó, la abordó con conocimiento del caso y le dijo:

– Estos son tus derechos, por los que tu madre trabajó y aportó toda la vida, es lo que les corresponde a los deudos, y no es admisible que te hayan hecho pasear desde temprano porque no saben resolver.

Álbum Fotomontajes. Juan José Stork
Álbum Fotomontajes. Juan José Stork

Hablaba de la cesión del resguardo. Por su impronta, supo que se trataba de un sindicalista. En apenas un rato, la turbidez pareció disiparse, se destrabaron algunos nudos y un bálsamo le acarició tanta herida abierta, aunque no zafa, aún, de dolorosos trámites, ni consigue reorganizar las pertenencias de los padres en su departamento. Y sí, se agrieta el círculo, hasta hace unos instantes, aparentemente cerrado al vacío.

 

HUECO EN EL ALMA

En tanto, al sur, en el segundo cordón, hacemos un tour de llamadas a una larga lista de teléfonos de las obras sociales, sobreponiéndonos al enorme hueco en nuestras almas. Recién atienden a partir de las 10:00. Pero Norita “se fue” ayer a la tarde, queríamos despedirla hoy y se hace imposible con esos horarios, ¿es que no tienen guardia? Llamamos al sindicato, nada. Nadie nos da una solución.

Álbum Fotomontajes. Juan José Stork
Álbum Fotomontajes. Juan José Stork

Después de dos horas meta pasarse la pelota, parece que aportó a una causa que no era la de la propia muerte. La falta de claridad en los recibos de sueldo y en la información que dispensaron nos obligan a romper el chanchito para darle un adiós tan digno como se pueda. Y el sindicato: nada. Y no hablemos del ninguneo de médicos y de la obra social durante todo este tiempo de agonía. Si acaso cabe una definición de ausencia, es esta, donde nos dejaron cuando más los necesitábamos. Pero no se preocupen, a pesar de nosotros, a ustedes -a los sindicatos- los sabemos necesarios. Porque los derechos no se tocan. Porque ningún círculo está del todo cerrado al vacío.

 

CONECTAR LAS AUSENCIAS

El dolor físico se transformó en muerte para unos y en una idea de re-inicio para otros. No queda más que reconfigurarse, para no ser un paria, para no morir antes de que llegue la parca, para dar sentido de vida a los que nos siguen, para sobrevivir y pasarla bien en el entretanto.

abrazo. HAP
abrazo. HAP

Por eso sobreviví en la etapa de prosperidad en tiempo –y carencias económicas- a la que no le encontré la vuelta emprendedora, como me sugerían varios que parecen tenerla clara… ¿habrá sido por el contexto? El contexto completó el vacío de mi tiempo, lo saturó incluso. También trajo presencias, devino en maestr@s -por qué limitarse a un único-. Y ojalá encuentres al tuyo y lo veas así, human@-admirable. Y ojalá entiendas el momento en que deja de serlo, para saber emprender la retirada.

L@s maestr@s me trajeron palabras de mundos diferentes. Las palabras -que, por estos tiempos, lamentablemente, tiendo a jibarizar-, se hicieron tímidamente lugar y acolcharon mi caída al vacío del círculo de la vida que gira, quita y da. Y sé que sólo se desarma así: cuando te escribo, aún cargada de elipsis, aún llena de agujeros en el alma.

Dicen que, cuando estás listo, el maestro llega… y, por qué no, el discípulo se convierte en maestro del maestro, sólo si el maestro es lo suficientemente sabio, como para aprender.

 

 

Imagen de portada y registro fotográfico Juan José Stork: álbum FOTOMONTAJES

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