La decisión: Sobre el jugar, el juego y los juguetes.

Por Estela Colángelo

VIAJE EN MINIATURA

Cada vez que nace un número anartista, hay alegría y comentarios. Al cabo de unos días, los nombres de los posibles entrevistados aparecen como gotas de rocío en jardín de verano. Así se abre la vida de nuestros generosos destacados ¡A buscar citas para “la cita”! Así brindan cuerpo, obra, pensamiento, corazón. En este número, con dos días de distancia, visitamos a Rodolfo Mederos y a Daniel Santoro, grosos de la cultura que no han dejado de jugar. Al creador de la Evita que nos observa desde la 9 de Julio le cambia el rostro cuando se introduce en su imponente ciudad en miniatura. La muestra, la ilumina, la pone en funcionamiento, hasta con monumentos: al gorila y al descamisado, como no podía ser de otro modo. Rodolfo Mederos, entre pastelitos y mates, cuenta que tiene un lugar dedicado a líneas férreas que atraviesan puentes, túneles, en fin, una cantidad de trenes de juguete interconectados. No podía creer el regalo de la ofrenda. “Pilliscame”: contuve el grito de Niní Marshall en su film. Y recordé: a principios del siglo XX se introdujo la electricidad en los juguetes por pura casualidad. Joshua Lionel Cowen fabricó un tren eléctrico como reclamo publicitario para la vidriera de su juguetería, pero recibió tantos pedidos que el invento acabó convirtiéndose en un clásico de la industria juguetera mundial.

Daniel Santoro
Daniel Santoro

EL PLACER DEL VAIVÉN

“No juegues conmigo”, “jugar limpio”, “jugarse la vida”, “jugar con fuego”, “el juego de luces”, “jugar en la bolsa”. Los diccionarios distinguen el sentido figurado de todas estas expresiones; hay muchas otras y fueron adquiriendo nuevos sentidos. El concepto de “juego” presenta algunas diferencias entre los distintos pueblos. Para los griegos antiguos, remite a una acción propia de los niños. Entre los hebreos, correspondía al concepto de broma y risa. Entre los romanos, “ludo” significaba alegría, jolgorio. En sánscrito, “kliada” era juego, alegría. Entre los germanos, la antigua palabra “spilan” definía un movimiento ligero y suave como el del péndulo, que producía gran placer. Posteriormente, la palabra “juego” comenzó a significar, en todas estas lenguas, un grupo numeroso de acciones humanas que no requieren un trabajo arduo y proporcionan alegría y satisfacción. El biólogo y psicólogo holandés F. Buytendijk (1933) intentó definir los rasgos característicos de los procesos definidos en el juego. Entre estos rasgos encontró el movimiento “de vaivén”, la espontaneidad y la libertad, la alegría y el esparcimiento.

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IMPERTINENTE JUEGO NUESTRO DE CADA DÍA

Jugar es un derecho que dura la vida entera, no pide permiso, es fuente de riqueza y una actividad universal. Basta observar un recreo escolar para tomar conciencia: el consumismo ordena comprar y los niños enseñan que no es necesario. Fabricar situaciones imaginarias, resolver conflictos, recrear la historia de la humanidad, aprender roles sociales, lo cierto es que la interacción niño-adulto, niño-niño es el hecho esencial de descubrimiento personal. Desarrolla la iniciativa, la independencia y el igualitarismo. Comprobado está que las operaciones cognitivas más complejas se producen en el terreno del juego fantástico. Descubrir y conocer el placer de hacer cosas y estar con otros. Afectividad, motricidad, inteligencia, creatividad, sociabilidad levantan la mano y dicen presente al momento de jugar.

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El juguete es uno de los primeros modos de relación del ser humano con los objetos. Es un legado cultural y una vía de enlace generacional. Recuerdo haber tenido en mis manos un libro escrito por Ana Quiroga, la compañera de Pichón Riviere, donde afirmaba que al mejor estilo de los arquetipos de Jung, en todas las culturas se encontraron el sonajero, el tambor, las canicas. En Yucatán se encontraron pruebas de la existencia del balero y sus múltiples designaciones: boliche, emboque, capirucho, choca, coca o perinola. En la época preincaica ya existían muñecas de trapo. Las culturas usaron madera, hojas de maíz, semillas, piedras y vísceras de los animales para construir juguetes. Luego se incorporó la tela y algunas tintas. Posteriormente, aparecieron los juguetes metálicos hechos de hojalata o latón, luego vino el plástico a adornar las plazas en verano, las altas temperaturas hacen imposible su uso. Los juguetes más antiguos hallados fueron sonajeros, martillos, barquitos y silbatos. En Egipto (2000 AC) había canicas y pelotas de junco. En el año 1000 AC, en China, padres e hijos hacían volar sus cometas o “papelotes”. En el 600 AC se creó, en India, el chaturanga, antecesor del ajedrez. El Imperio romano no se quedó atrás: del 27 AC al 460, eran habituales los yo-yo, las peonzas y las muñecas de barro, marfil, hueso o madera que contaban con diversos complementos: cunas, recipientes para bañarlas y otros. Si es por aguante, las muñecas sobrevivieron a la caída del imperio romano. Aguantaron, primero, hasta la Edad Media, cuando se introdujo el vidrio, y fueron perfeccionándose hasta tal punto que, durante el Renacimiento, se convirtieron en regalo de reyes, con joyas y vestidos de lujosos brocatos, entretenimiento de niños y objeto de lujo para grandes coleccionistas. Los niños de menos recursos jugaban con muñecas de trapo, paja y cartón, en la calle, al aire libre, inventaban cientos de juegos que han llegado hasta nuestros días. Así lo muestra el cuadro “juegos de niños” (1560), de Pieter Brueghel, donde hay ochenta y cuatro juegos infantiles: la gallina ciega, la peonza, el juego del aro, la sillita de la reina entre otros.

Pieter Brueguel - Juegos de niños
Pieter Brueguel – Juegos de niños

BUENAS NUEVAS PARA EL MOVIMIENTO DE MUJERES

En las jugueterías ya no preguntan, ¿es para una nena o para un varón? Los juguetes no tienen género. Al igual que la literatura infantil, no buscan estigmatizar la construcción cultural de lo femenino o lo masculino. La colección antiprincesas (Sudestada 2015), cuentos de las buenas noches para niñas rebeldes (Planeta 2015) o “Mujeres insolentes de la historia” (Emecé 2018) de Felipe Pigna, son buenos ejemplos.

CURIOSIDADES O EN RECUADROS

En un artículo anterior que escribí para “El Anartista”, sobre los primeros registros escritos de la humanidad, encontré similitudes sorprendentes. El juguete más antiguo fue hallado en la tumba de un niño que vivió durante la Edad de Bronce, en la Mesopotamia. Es una miniatura de carreta de cuatro ruedas. La escritura y el juguete, ¿tendrán la misma edad y el mismo lugar de nacimiento?

El primer osito de peluche nació en 1902 en homenaje a un oso liberado por Roosvelt en una cacería.

El yo-yo fue el primero en llegar al espacio en 1955. Se usó para analizar la gravedad.

En 1954 Estados Unidos dio luz al primer robot inspirado en la película Tobor, el Fantástico.

Adrián Paenza , en página 12, cuenta que el juguete más vendido en la historia es el cubo de Erno Rubik, arquitecto húngaro nacido de madre poeta y padre ingeniero aeronáutico.

Teóricos de todos los tiempos coinciden en vincular las actividades denominadas juegos a las actividades estéticas. Arte y juego tienen una base genética común. Vuelvo a los artistas entrevistados en este número, quienes vienen a confirmar las teorías. Andrea Garrote dice: verdad – fantasía es interdependencia pura. En el teatro, el juego es asunto serio, se singulariza en lo colectivo. Sergio Lobo recrea una definición de juego: en el teatro hay un péndulo vital entre el actor y el escritor. Amigo que nos lee: no renuncie al derecho universal de jugar ni al placer de participar en las actividades que proponen nuestros artistas. Buenos Aires es un espacio de expresión que compite con Londres y Nueva York. El nuestro es un pueblo que se expresa. De artista y de loco, todos un poco, ¡disculpen los médicos!

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