La intensidad: Entrevista a Francisco Pesky.

Entrevista: Isabel D´Amico, Gabriela Stoppelman, Esteban Massa
Edición: Gabriela Stoppelman, Isabel D´Amico, Esteban Massa

 

“Ella tuvo un sentimiento confuso de lo que pasaba y de pronto su cuerpo se empezó a agitar por una risa que tardó en llegarle a la cara, como un temblor de tierra provocado por una causa desconocida. Parecía que buscara pensamientos que justificaran su risa y por fin se dijo. «Esta agua parece una niña equivocada; en vez de llover sobre la tierra llueve sobre otra agua». Después sintió ternura en lo dulce que sería para el mar recibir la lluvia.”
“La casa inundada”, Felisberto Hernández

 

La cuestión es descender despacito, buscar el tono justo para la mueca de la medusa, alterar la lógica del pulpo en una tonada manca, hacer cantar al caballito de mar, montado al lomo de una sirena. O, tal vez, invertir levemente el curso obstinado del agua, darle un matiz a la transparencia, no ajustar en exceso el terco nudo, no sofocar la paciencia de la voz.

Para evitar melancolías de superficie, un snorkel aliado al gesto no vendría nada mal. Dejá que el ademán ajeno inspire y exhale, pero al ritmo de tu cuerpo. Unos talles más grandes o unos más chicos no importan demasiado: el alma tiene esa cosa de amoldarse a las curvas del día.

Y ni por un instante olvidar: lo bueno de estar sumergido es que siempre hay zonas para el reflejo y la abundancia entre corales; territorios donde atesorar el eco, entre piedra desgranada y caracol.

Y lo mejor: cuando menos te lo esperes, una corriente cálida te zarandea los contornos, al punto que ya no importa si sos o te parecés, si estás frente o del otro lado del espejo. Al final, igual que en tierra firme, lo único inmutable es lo que cambia. Por azar, te topas con un destino. Y, por designio de una aguaviva, parlotea sin descanso el estribillo del dolor.

Al momento del regreso, simulá un olvido tras bambalinas, arrumbá en manos de leviatanes todo el teatro del miedo. Si una ballena azul se te atora en la garganta, tarareala cielo. Si el bestiario ostenta dientes, mordisqueale una canción.

Y, cuando escurras la voz en plena orilla, y anochezca el alivio del silencio, sentate a llover de risa y no te detengas hasta que, por fin, se entremezclen el agua que hace olas, con el agua de la emoción. Total, nada hay en las estrellas que no esté en las huellas de tus pies. Y vos no te perdés, sabés muy bien cuál contorno y qué horizonte componen luz con tu cara. Así que andá tranquilo hasta el confín de la tormenta. Y, al son del primer relámpago, volvé a sumergirte hasta lo más terrestre. Y, ahí, bien arraigado, burbujeate en carcajadas, a más no poder.

Jason deCaires Taylor

 

UN TREN INVISBLE

“Volvió a pensar en esas casas de campo aisladas que su tren había dejado atrás y en la vida allí durante todo el largo invierno: el resplandor incesante a través de las ventanas, la costra que se formaba sobre los blandos bancos de nieve, por fin el derretimiento lento, mustio, y la primavera cruda de la que Roger Patton le había hablado. Su primavera —perderla para siempre— con sus lilas y esa dulzura perezosa que le encendía el corazón. Estaba sepultando esa primavera; más tarde habría de sepultar esa dulzura”
“El palacio de hielo”, Francis Scott Fitzgerald

En varias notas, te referís a las huellas del humor en tu infancia: la radio en tu casa, la voz de Rolo Villar. ¿Cómo afectan esas huellas tu trabajo actual?

Es un primer acercamiento, es como lo que sucede con la primera novia de la adolescencia. Uno no sabe qué quiere, pero advierte que algo pasa. La primera vez que escuché radio y que escuché a alguien imitar a otra persona de manera muy graciosa fue gracias a mi viejo. Me resultó impactante escuchar la voz de personajes que yo conocía, en la voz de otra persona. Literalmente, me voló la cabeza. Después, vinieron las voces del Negro Oro, los chistes de Rolo Villar, yo crecí con eso. Mi viejo escuchaba mucho radio La Red que, por entonces, recién empezaba como una emisora solo vinculada al deporte: ‘Todos con Macaya’, a las 9 de la mañana. Y, luego, ‘De una con Niembro’. Era la época del Boca de Bianchi, que ganaba las Copas Libertadores. Eso, para mí, era un disfrute extra. De más grande, empecé a elegir. Y, como muchos jóvenes, me volqué a la FM.

Dijiste que te voló la cabeza escuchar una imitación. ¿Cuál es el placer de meterse en el cuerpo y la voz de otro y, a su vez, liberarte de vos mismo?

A ver. A mí me gustan ciertas actividades que no me salen bien. Por ejemplo, me gusta el fútbol, pero no soy un gran jugador. Imitar, entre otras cosas, me gusta porque me sale bien. Yo no soñaba con imitar. Me gustaba Rolo Villar y, de a poco, me di cuenta de que algunas voces de algunos personajes me salían parecidas y que podía empezar a incursionar en eso. También me motiva meterme en la mente de otra persona, dilucidar qué diría en una situación determinada y, entonces, en mi imitación, hacerle decir todo lo contrario y producir el efecto del chiste.

La teatralización y la construcción de la escena con otros generan una visión más amplia del personaje. ¿Es una búsqueda?

Jason deCaires Taylor

Yo no trabajo solo, lo hago con gente que me apoya con ideas y en la parte operativa. Por ejemplo, en la coordinación entre la cortina musical y lo que yo digo. Eso es lenguaje de radio, algo que yo aprendí por experiencia, y no por formación universitaria. Para cada personaje, una cortina musical. Yo no aplico este método. Pero sé, por ejemplo, que las cortinas guían al oyente en su casa, para lo que viene. Son mecanismos que vienen del radioteatro. En esto, Dolina es un maestro, el manejo de los tiempos que tiene es incomparable.

En la radio, escuchamos tu voz y tenemos que construir el cuerpo que no vemos. Algo similar a lo que ocurre con la literatura. ¿Cómo es hacer teatro y esconder el cuerpo a la vez?

Por ejemplo, a mí, me gusta la música y he estudiado. Cuando cantas solo, querés contar algo, y lo haces impostando la voz, pero también usás todo el cuerpo para interpretar. En el proceso de imitación sucede algo similar. De hecho, en muchos casos, hago cantar a mis personajes: a Alberto, a Moyano. En ese caso, se trata de poner un recurso en un lugar inesperado. ¿Quién escucho cantar a Moyano? Nadie. El cuerpo siempre está presente. Luego de cuatro horas de radio, hay un cansancio físico. Termino y no quiero hablar con nadie por un rato. Respecto a la semejanza con los escritores, pienso en la hoja en blanco, en ese esfuerzo mental agotador. También es similar al cansancio de un oficinista que labura ocho horas, pero condensado en cuatro horas y a un ritmo terrible. Hay que improvisar, viene el pedido de cerrar un bloque con un chiste, y todo eso desgasta, es un tren que te pasa por encima.

FIEBRE DE SÁBADO POR LA NOCHE

“(…) las voces cantaban, se oían risas de chistes no escuchados, y los cigarrillos encendidos demarcaban gestos ininteligibles en su interior. Imaginando que también me precipitaba hacia la alegría, y compartiendo su emoción íntima, yo les deseaba suerte.”
“El gran Gatsby”, Francis Scott Fitzgerald

¿Cómo es ese reencuentro con el silencio, después de laburar? ¿Hay alivio?, ¿angustia?

Mi novia es periodista y nos pasan cosas similares. Es algo necesario: llegar, prender un cigarrillo, mirar algo en la televisión, dejar el celular en silencio y no pensar en nada. Esto último me sale muy bien, me cuesta más pensar en algo. (risas)

Al ser un trabajo, una obligación diaria, ¿cómo te llevas con la escritura, con la obligación de escribir? ¿Se mantiene la diversión de tus inicios, cuando hacías imitaciones con tus amigos de la escuela?

Lara Zankoul

Soy un admirador de los escritores. De adolescente, escribí algún ensayo, pero soy más que nada un lector. Actualmente, estoy indagando en la literatura americana: Scott Fitzgerald, Hemingway. Y me encuentro con sorpresas. Por ejemplo, no sabía que Fitzgerald había escrito ‘El extraño caso de Benjamín Button’, lo descubrí al leer una recopilación de cuentos. Tengo admiración, pero no me animo a escribir aún.

No nombraste a la poesía…

Me cuesta digerir la poesía sin música. Intenté exorcizarme e ir a lugares en los que se leen poemas. No me aburrí, pero tampoco hubo disfrute. Digamos, no fue la mejor noche de mi vida. Sí me llamó la atención la interpretación de quienes leían. Se deja mucho ahí, se recita con las tripas.

Más allá del poema en sí, ¿qué es lo poético para vos?

Me gusta la pregunta. Creo que, en muchos casos, se denomina poético a cualquier cosa. Hay momentos poéticos en el humor, claro, cuando uno pone algo donde habitualmente no va y llama la atención. Ahí aparece lo poético, en la alteración de la lógica.

DOLOR DE RISA

“El Dolor ha pintado de blanco mis labios,/ la Ruina baila en las cortinas de mi lecho./ Pero toda esta tumultuosa vida ha sido para ti/ No más que una lira, un luto,/ Un sutil hechizo musical,/ O tal vez la melodía de un océano que duerme,/ La repetición de un eco”
“Mi voz”, poema de Oscar Wilde

¿De qué se ríe Pesky?

Pesky y El anartista

Me río con un montón de cosas. Con los Monty Python, con los videos viejos de Tinelli, donde aparecía Figuretti. Y también me puedo reír si alguien se tropieza en la calle. Mirá, yo ni siquiera había visto a Midachi. Cuando fui a ver a Dady Brieva, en ‘Dadyman’, mis expectativas eran normales. Y terminé riéndome carcajada, tras carcajada. Me encontré con una increíble y graciosa forma de contar historias familiares, entre otras cosas. Con ‘Les Luthiers’ me pasó algo parecido, aunque se trata completamente de otro estilo. Bueno, después de esta respuesta, puedo concluir en que me rio casi de todo.

En el humor, ¿qué considerás cursi y qué, un golpe bajo?

Yo creo que en el humor vale todo. En confianza, entre amigos, se hacen chistes sobre las peores desgracias. Te diría más, quizás, no se podrían tocar determinados temas sin humor, es la puerta para acercarse a algunas cuestiones delicadas. En lo personal, en terapia y a través del humor, aparecieron temas que nunca había tocado.

Recién hablaste del dolor, ¿el humor toma distancia del dolor o lo aborda desde otro punto de vista?

Lara Zankoul

Considero que lo encara desde otro punto de vista y sirve para reconvertir situaciones angustiosas. De hecho, hay chistes sobre la muerte. Sorprenden casos como el de Francia, donde le cortan la cabeza a un profesor por tocar temas sensibles. Acá tenemos la revista ‘Barcelona’, que hace humor con todo. Si al humor lo recortamos, ya no va. Después está la responsabilidad del humorista de hacerse cargo de dónde y cómo dice lo que dice. En los medios, en la radio en particular, hay chistes que no puedo hacer y sí los haría entre mis amigues o con mi novia. En un medio masivo, uno se autocensura. Fuera de aire quizás lo comento y causa gracia, la gracia de lo prohibido, esa que genera una risa algo impúdica.

 

UN FANTASMA RECORRE EL SEXO

“Hace años que no he besado a ningún torero, aunque sea un fracasado como tú. Me gustaría besar a un torero fracasado que se ha vuelto comunista. Sujétale bien, inglés, que voy a darle un beso como una catedral.”
“Por quién doblan las campanas”, Ernest Hemingway

Vuelvo al tema de las imitaciones. Vos siempre imitas a personas conocidas. Pensaba en por qué no imitar a gente anónima, a un vendedor de diarios, al heladero en la playa. ¿Te interesaría?

Es un laburo mucho más difícil, hay gente que lo hace. Siempre arrancás con la hoja en blanco, literalmente. Ante personajes políticos, mediáticos o deportistas, yo arranco con un bagaje de conceptos impresionante. Luego, ubico esos conceptos donde más me gustan a mí. A Messi lo puedo hacer hablar de la revolución cubana y que diga que no quiere ir a jugar a Perú, porque hay una dictadura. Pero yo ya sé quién es él, sé que jamás habla de esos temas, que juega al futbol… Mirá, una vez hice un personaje que se llamaba Claudito, un tipo ingenuo, al que lo contraponía con el discurso imperante en ese momento, el del macrismo. Y lo defendía desde esa ingenuidad. Crear voces sin referencia me resulta complicado, pero es muy interesante.

Con tus imitaciones ocurre que uno llega a querer a algunos personajes que, en la vida real, detesta. Hay una zona desdibujada entre realidad y ficción. Al punto que muchos creen que sos la persona a la que imitás, ¿cómo es ese juego?

Retrato de André Breton

Con Scioli, por ejemplo, me ocurre eso. La gente, copadísima con el personaje, siente que el Pichichi representa todo lo que ellos quieren y que, en definitiva, toda la imagen de Scioli -el tipo de derecha similar a Macri- queda como una carcasa, tras la cual está el líder que gestiona la paz en todo el mundo. Creen que es él quien, en verdad, le dijo no al Alca; que Scioli convenció a Néstor para que mandase a la mierda a Bush, y cosas por el estilo. Por otra parte, hay personajes que se hacen insostenibles si no los hago más simpáticos que en lo real, es decir, si no interpelo el discurso real. Con Baby Etchecopar, con Feinmann, o con Pichetto hago eso, trato de desarticular el discurso. Así, suele ocurrir que quedan ridículos, grotescos o violentos. Al forzar eso al máximo, queda gracioso. Por ejemplo: al imitar a Pichetto, digo que le preocupa la venida del marxismo, porque ya están naciendo bebés travestis. La conexión entre el marxismo y los travestis es nula, pero ahí yo fuerzo el discurso y se trasforma en algo humorístico.

Preocupa un poco lo confundibles que podemos ser. Esa confusión entre realidad y ficción, en manos de otros, puede hacer hasta que se pierda una elección.

No creo que la mayoría de la gente crea que yo soy Scioli, por ejemplo. Pero debo admitir que, a través del personaje, se le dio como un baño de barniz a su figura. Un Scioli barnizado se hace más aceptable. Con muchos personajes, yo tomo frases textuales y, a partir de ahí, trabajo, las intensifico, las moldeo.

Respecto a la creación de voces y personajes de ficción, ¿tenés alguna persona de consulta a quien acudís para que te dé una opinión?

La verdad, cuando tengo alguna duda acerca de algún personaje, le mando un audio a mi amigo, Nacho Bulian y le pregunto, ¿quién te parece que es? Si él se da cuenta, significa que estoy bien rumbeado y me mando al aire. Pero no siempre es así, hay personajes a los que perfecciono a medida que los voy haciendo, al aire. Cuando escucho mis primeras imitaciones de Feinmann, me parecen pésimas. Igual, resultó todo un desafío, imitar a Feinmann en su propio programa de televisión. ¿Cómo lo hago?, me dije. Y pensé un Feinmann que estuviera a favor del aborto, que estuviera a favor de la marihuana y que apareciera con un choripán sobre la mesa. Un Feinmann Nac&Pop, digamos. Y la verdad que a él le gustó y lo empezamos a hacer. Pero ahora, cuando me veo en YouTube hacer eso, me recrimino, “Ese no es Feinmann”.

Las Cantatrices, Carlos Leppe

 

CON LOS PIBES ADENTRO

“Las únicas personas cuyas opiniones escucho con respeto son las de personas mucho más jóvenes que yo. Parecen ir por delante de mí. La vida les ha revelado sus maravillas más recientes.”
“El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde

¿Cuál es la franja de edad a la que llega tu humor? En general, los adolescentes, por ejemplo, no son demasiado afines a escuchar radio. No me los imagino escuchando “El Destape”.

Me gustaría ampliar la franja, me encantaría que mi trabajo se haga súper popular, que llegue sin distinción de edades. Es preocupante ver a muchos adolescentes copadísimos con mensajes del lado de Espert, de Milei. Ellos les hablan de libertad porque saben que, un poco, es lo que los adolescentes buscan, que nadie te obligue a nada. En ese sentido, me gustaría llegar a un público adolescente para proponer otra cosa, otra idea de la libertad. Justamente, el otro día me llegaron unos videos de un chico de 18 años, Diego Rial, y me interesó contactarme con él. Hace humor con bajada política, histórica, hasta me dijo que era oyente de “El Destape”. Pero yo sé que es una excepción. Mi público es de treinta y pico, para arriba. Sé que hay que hacer un trabajo muy importante en las franjas entre 14 años en adelante, entre los pibes que empiezan a cuestionarse cosas. El que hace un humor muy bueno para esa franja es Pedro Rosemblat, que abrió un canal de YouTube, con el que le va muy bien, y también cabe mencionar a Nachito Saralegui, que la rompe toda en Instagram.

Cuando hablamos con Guille Aquino, nos dijo que le hace muy feliz tener su espacio propio. ¿Te gustaría tener uno, además de tu trabajo en la radio?

Medusa surrealista

Lo podría construir, pero con los límites del encuadramiento donde estoy, que es el soporte, el medio de comunicación por el cual yo salgo a hacer lo que hago. El estilo free lance no lo manejo mucho, me tengo miedo a mí mismo con eso. Ya el estar obligado a hacer este trabajo todos los días, hacer reír todos los días, es difícil.

Si se te cortara esta cadena de oportunidades laborales, ¿seguirías haciendo humor?

No me veo haciendo otra cosa que no esté relacionada a lo artístico. A través de lo artístico, hago humor, pero también puedo componer canciones. Como sea, trabajo en lo que me gusta. Aparte, trabajo con gente que piensa muy parecido a mí, eso me hace muy feliz. No me veo en una oficina. Si esto no resultara, en dos o tres años, seguiría por el lado del arte. Por otra parte, si pienso  dónde estaba hace cuatro años y dónde estoy ahora, me doy cuenta de que el plafón conseguido es mucho más grande. Así que estoy mejor parado para jugármela y seguir en esto. Cuando tenía 22, 23 años, yo no sabía si podría sostener lo que hacía por mucho tiempo. Y ya pasaron diez años.

TIRAME LES AMIGUES

“El pez estará pronto arriba y tengo que resistir. Tienes que resistir. De eso, ni hablar.”
“El viejo y el mar”, Ernest Hemingway

¿Cómo te llevas con el lenguaje inclusivo?

Lara Zankoul

Súper bien, me parece súper novedoso. Habla de una época. Antes se decía, “tirame las agujas”. Ahora se dice, “amigues”. Cada época tiene su lenguaje y el de ahora está atravesado por un cambio cultural novedosísimo. La terrible situación que la mujer padece hace cientos de años, de a poquito, va modificándose. La ley del aborto es la punta del iceberg nomás. Ciertas publicidades de hace un tiempo son un ejemplo. Estos días vi una, donde una mujer, después de cocinar fideos, llevaba el plato a la mesa. Al probarlos, su marido se disgustó y se los tiró por la cabeza, mientras una voz en off decía, “no compre margarina, compre manteca”. ¡Y eso estaba naturalizado! El lenguaje, por supuesto, acompaña estos cambios. Pronto, comenzarán a verse imitadoras mujeres en primerísimos planos. De hecho, ya tuvimos una mujer dos veces elegida presidenta por el voto. Tuvimos una gobernadora en la provincia de Buenos Aires. Tenemos gobernadoras, legisladoras, diputadas, muchos personajes para imitar. Hay rangos de voces femeninas que un hombre no puede hacer. Yo puedo imitar a Carrió, pero faltan Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal o Mayra Mendoza… ¡y muchísimas más!

Bueno, los personajes que mencionaste son mujeres que están más cerca de sostener al patriarcado que de voltearlo. Igual, celebramos lo que decís con respecto al lenguaje inclusivo. Pero, fijate, ciertamente, vos no lo usaste mucho en esta charla. Ni nosotros. Decimos ‘niñes’, de vez en cuando. Cuesta incorporarlo. Por otro lado, si no se conquista el lenguaje, no hay empoderamiento completo. La pregunta es si el camino es con la “e”…

Creo que es el camino para decir, ‘está cambiando algo’. No sé si la propuesta de la “e” terminará por instalarse. No creo que el objetivo sea cambiar la forma de hablar. Con decir, de vez en cuando, ‘me encontré con amigues’, estás incluyendo ahí a la mujer, que estaba oculta cuando decíamos ‘amigos’. Ese es el cambio que estamos viviendo: las mujeres salen de la invisibilidad y empiezan a tener notoriedad. En ese sentido, en cuanto al lenguaje, lo importante es marcar un signo de época. Quizás, en 20 años, no se use más la “e”, porque habrá cosas saldadas.

¿Te preocupas por leer, por cartonear palabras, por enriquecer tu lenguaje?

Soy una persona bastante curiosa, me gusta indagar en la lectura, porque me da más herramientas para poder expresarme. Hoy en día, los periodistas no solo son periodistas, son médicos, abogados, empresarios que se dedican a trabajar de periodistas. Yo prefiero llamarlos comunicadores. Están aquellos que manejan cinco palabras y hay gente que los sigue. Pero también hay diferencias entre quienes manejan un gran vocabulario. Por ejemplo, Nelson Castro es una persona muy culta, tiene sinónimos para todo. Por su parte, Víctor Hugo, a quien admiro mucho, también, es súper culto. Ambos, con las mismas herramientas, dicen cosas muy diferentes.

Es cierto que, cuando uno tiene más palabras, puede pensar más ampliamente. Hay mamarrachos que hacen desastres, aun siendo cultos, y otros usan el lenguaje de modo liberador. ¿Qué relación tenes vos con la palabra?, ¿el lenguaje te libera? ¿Qué te pasa cuando no encontrás la palabra adecuada?

Pesky y El Anartista

Me vuelvo loco. Tengo necesidad de aprender palabras para expresar de forma mucho más directa lo que pienso. Me pasó al leer a Oscar Wilde. Me preguntaba qué había hecho toda mi vida sin leerlo, tengo que seguir leyendo este autor, me dije. Pero, en general, cada vez que encuentro una palabra y no sé su significado, no solo me ocupo de entenderla, sino de internalizarla. Porque, si no la usas, te la olvidas.

 

PARCHES, EN ESTADO DE ALERTA

el día contemplé hasta que lo marcaran heridas de llama /
y el cielo turquesa fuera oro bruñido.”
“Soneto al acercarme a Italia”, Oscar Wilde

En esta época de pandemia, ¿dónde encontraste alivio?

Hermel Orozco

Alivio no encontré, hay cosas que son irremplazables, el contacto personal con la gente que uno quiere y aprecia es innegociable. Lo puedo poner un poco en el freezer, pero es una situación totalmente anormal. Me sorprende la gente que afirma, ‘hay que seguir adelante con lo que siempre hicimos’. ¡Pero si seguimos todos nos morimos! La idea es que se muera la menor cantidad de gente posible. En cien años, cuando se vea este capítulo de la historia, van a decir ‘Había gente que salía sin barbijo’. Y se preguntarán: esos tipos, ¿querían extinguir la especie?

Esta situación nos puso a buscar otras alternativas, hay mucha gente que se puso a pelear el encuentro, aunque no fuera en la situación ideal… El zoom es un ejemplo…

Para este espacio de zoom fui bastante negado, de hecho, está a nombre de mi novia.

Si, vemos que sos Florencia.

Sí, de noche (risas)… En serio, la pandemia trajo alternativas, pero son parches. Por un lado, hay una enorme cantidad de personas que empezó a trabajar al modo home office y quiere continuar así. Por otro, están los empleadores, que afirman que dejarán de alquilar una oficina. Así, no te pagarán ni la luz, ni internet ni la computadora, todo te lo vas a tener que pagar vos.

Además, no vas a poder unirte con otros laburantes ni hacer ningún reclamo contra el jefe. Hay un pequeño detalle de ruptura de la lucha sindical…

Juan Antonio Roda

Claro. Por eso decía que, para mí, hay determinaciones que no son soluciones. Le buscamos la vuelta y anduvimos. No es que yo me levante y viva angustiado. De hecho, respetando los protocolos, no paré de trabajar durante toda la pandemia. La radio siguió funcionando y yo siempre fui a trabajar en forma presencial. Primero, me tocó ver la ciudad fantasma. Después, el quilombo, cuando la gente hacía lo que quería. Yo soy un privilegiado, gozo de buena salud, no tengo problemas económicos. Es una pena no poder juntarme con mis amigos para tomar una cerveza, lo extraño un montón, pero sé que en algún momento lo voy a volver a hacer.

 

LA GRAVEDAD DEL FUTURO

“Finalmente regresó a la biblioteca, se acercó al cuadro y lo examinó con detenimiento. Iluminado por la escasa luz que empezaba a atravesar los estores de seda de color crema, le pareció que el rostro había cambiado ligeramente. La expresión parecía distinta.”
“El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde

El tema de este número es “la intensidad”. ¿Qué es para vos la intensidad y dónde la vivís? Ahora, los adolescentes dicen que una persona es intensa cuando es pesada, insoportable. Es bastante curioso cómo se ha negativizado lo que antes era un valor.

Me hace acordar cuando en la película “Volver al futuro” el Doc le habla a Marty y le dice, ‘Vos sos reheavy, “pesado”’. Y el Doc le contesta, ‘¿qué pasa?, ¿en el futuro, hay problemas de gravedad?’ Los pibes hacen una mala una traducción, por eso no es bueno ser intenso para ellos.

¿Te resulta un valor la intensidad?

A veces, antes de salir al aire, unos segundos antes de interpretar un personaje, disfruto de posesionarme. También, cuando hago el personaje, cuando me siento como ese personaje. Trabajo mucho con las manos, con los gestos. Trabajo mucho con el Tano Gentili, quien me ayuda un montón. Tiene una cabeza impresionante y dos cabezas piensan mejor que una. Nos planteamos cómo hacer cada programa en términos humorísticos. Por ejemplo, determinamos qué personajes no pueden faltar. Esa media hora antes de empezar, es súper intensa. Después, hay programas tras los cuales siento que me pasó un tren por arriba. A veces, improviso al aire y el Tano me dice: ‘yo estoy viendo el partido desde la platea, tirale a ese ángulo’. Él me canta la jugada. Yo soy de Boca, pero el Tano es como el Muñeco Gallardo, me exprime al máximo. En River, el Muñeco les quema la cabeza a los jugadores, saca lo mejor de ellos. Del mismo modo, el Tano trabaja para sacar lo mejor de mí.

 

¡FUE ÉL!

“Yo no fui/ ¿Quién lió este lío/ por aquí?/ Yo no fui/ Mano invisible,/ toca por mí…/ Pícaro duende/ que nunca vi…/ Sólo su apodo/ pronto aprendí./ De cualquier modo,/ se esconde aquí…/ ¡Tiene la culpa de todo/ el famoso Yo no fui!”
Elsa Bornemann

¿Y para cuándo Pesky en el teatro?

Juan Antonio Roda

En el 2020, me iba a lanzar definitivamente a esa experiencia. Pero pasaron cosas (risas). Antes de la pandemia, tuve un acercamiento muy importante, que fue clave para tomar una decisión. A mediados del año pasado, Saborido me comentó que iniciaría “La Kermesse de Pedro Saborido”, en la sala “Caras y Caretas”. El proyecto contaría con un mago, un globólogo, un humorista y, como cierre, habría una banda de música. Para la parte humorística, él pensó en mí. Yo no tenía nada armado para una propuesta así. Pero le dije que sí. Los primeros dos shows, en pantalla, aparecía una foto con el personaje que yo imitaba. Mientras tanto, mi voz se escuchaba en off. Es decir, yo no veía al público, pero lo escuchaba reír. Una maquilladora, la novia de un amigo, me hizo algunos toques y ahí, durante 20 minutos, pasé a conducir “La kermesse” con la voz, con los gestos y con los anteojos. Yo le contaba al público, por ejemplo, que en la terraza había algunos fumándose un porro, mientras bailaban desnudos. El público no me veía, pero me escuchaba y me respondía. Se trataba de una rutina de veinte minutos. Y descubrí que no tenía nada que ver con lo que yo hago en radio o hice en televisión. Fue totalmente novedoso para mí contar algo y que cien personas se rieran al mismo tiempo. Es muy intenso. Después de hacer el espectáculo, me dije, “Dame más, dame más. Dame veinte minutos más”. Pero, bueno, después cayó la pandemia. Y, acá estoy, con la abstinencia de teatro…

¡Trajiste una pandemia universal!

Sí, la responsabilidad es totalmente mía. (risas)

EL ESPEJO DE LA VOZ

“«¡Hola, cariño, hola!», dijo con voz sonora. Y luego, imitando una voz casi afeminada, la del torero herido «Buenas, compadre. ¿Cómo va eso, Pilar?», «¿Qué te ha pasado, Finito, chico, cómo te ha ocurrido este cochino accidente?», volvió a decir, con su poderosa voz. Luego, con voz débil, delgada, «No es nada, Pilar; no es nada. No debiera haberme ocurrido. Le maté estupendamente, ya sabes. No hubiera podido matarle mejor. Luego, después de matarle como debía y de dejarle enteramente muerto, cayéndose por su propio peso y temblándole las patas, me aparté con cierto orgullo y mucho estilo, y por detrás me metió el cuerno entre las nalgas y me lo sacó por el hígado.». Rompió a reír, dejando de imitar el habla casi afeminada del torero y recobrando su propio tono de voz.”
“Por quién doblan las campanas”, Ernest Hemingway

¿Fue intenso el momento en que “Alberto, Pesky” habló con “Alberto, el presidente”?

Cuando Navarro le hizo la primera pregunta a Alberto Fernández, agregó: “estoy acá con tu amigo Pesky, que te imita”. Entonces Alberto, contestó: “Bueno, me gustaría escucharlo”. ¿Y ahora con qué salgo?, me pregunté. Entonces lo saludé imitando su voz “qué tal, Alberto” y él enseguida se prendió y me devolvió un “¿cómo estás, Alberto?”. Él me entendió de una el chiste, fuma abajo del agua el tipo. Y, así, se generó un diálogo de Alberto con Alberto. Una situación comiquísima. En el medio de eso, recordamos una anécdota que había sucedido de verdad. En un programa de radio, yo había interpretado a Scioli y Alberto pensó que era Scioli de verdad. Por eso, cuando en el diálogo “Alberto-Alberto”, de pronto, lo saludé como Scioli, se generó otra carcajada más. Lo cierto es que ese momento, rompió el hielo para hacer la entrevista con el presidente.

ENCUENTRO ENTRE ALBERTO Y ALBERTO

Hay una imitación con Guzmán donde le ocurren una cantidad de cosas superpuestas y, aun así, él mantiene la calma que lo caracteriza cuando es entrevistado por la prensa.

Cuando veo hablar a Guzmán, me digo, “este tipo o no sabe dónde se metió o es increíblemente calmo. ¡Tenemos 50.000 millones de dólares de deuda con el Fondo Monetario! Néstor Kirchner había pagado la deuda, pero se trataba de 10.000 millones. Después de cuatro años de Macri, de tarifazos, devaluación, ajustes, asume él. Y, cuando lo ves, habla de lo más tranquilo: “Lo que queremos es normalizar la economía para tener previsión”.

Este tipo te desarma una bomba sin que se le mueva un pelo. Podría haber trabajado en “División Explosivos”, de lo más campante. Totalmente calmo, se preguntaría, ‘¿es el botón verde o es el rojo?’ ‘Dejámelo pensar diez segundos.’ ‘¡Pero quedan quince segundos y explota, tenés que cortar el cable ahora!’ (risas). Yo me lo imaginaba así. Entonces, con el Tano, se nos ocurrió generar una situación súper intensa que tuviera que ver con esa actitud de Guzmán. Por ejemplo, entra un chorro a la casa y, entonces, Guzmán le pregunta: “¿Vos sos del Fondo Monetario o sos un ladrón común?” (risas). Pensamos en situaciones que tuvieran que ver con la realidad cotidiana pero dibujadas, caracterizadas, maquilladas, para mostrar la calma de quienes deben tomar decisiones tan difíciles, como las del ministro de economía, en estos momentos. Pensá que, con el solo hecho de firmar algo, generás diez millones de puestos de trabajo o un millón de desocupados.

Hay una intensidad calma… No siempre tiene que ser intensidad a lo Freddy Mercury…

Claro, yo soy muy futbolero y, cuando durante el Mundial veía la adrenalina que tenía Cristiano Ronaldo para patear un tiro libre, no podía creer la intensidad que le ponía.

Pesky y El Anartista, entrevista virtual

 

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