Osvaldo Caldú, “Puño que clama justicia”

El miedo: sobre el poeta Dardo Sebastián Dorronzoro.

Por Noemí Pomi

 

SEMBRAR IDEAS

Dardo Sebastián Dorronzoro nació en San Andrés de Giles, cuando el lugar era una plegaria entre pampa y soledades. Su llegada ocurrió en julio de 1913. Por entonces, las viviendas se habían levantado alrededor del oratorio. Pero tuvieron que transcurrir más de veinte años para que el paraje nacido alrededor de la capilla se transformara en ciudad. En el mientras tanto, bajo el cielo azul de la planicie bravía, entre cortaderas y cardales, florecían los ranchitos rodeados de tunas. Aquel poblado de calles de tierra también albergaba vizcacheras y, por sus túneles, comenzaron a resonar voces. Primero, fueron ininteligibles; después, los sonidos aumentaron hasta la alarma: ¡los Dorronzoro son anarquistas! Eso, desató una persecución política que llevó a Helena López y al herrero, Luis Dorronzoro, a instalarse en Luján, junto a sus siete hijos. Dardo, para entonces, ya había heredado de su padre el oficio y el anarquismo.

“Me llevó consigo un viejo/que pronto mostró la hilacha:/dejaba ver por la facha/que era medio cimarrón;/muy renegao, muy ladrón/y le llamaban Vizcacha”. (1)

 

YUNQUE POÉTICO

Dorronzoro combinó la herrería con la literatura desde su juventud. Por la mañana, desarrollaba su oficio de herrero en su taller. Los primeros golpes sobre el yunque despertaban a vecinos y provocaban la estampida de los pájaros. Por las tardes, se centraba en las letras. Entonces, el dulce golpeteo de las teclas era acompañado por los trinos más variados. También colaboró con medios de comunicación, entre los que se encuentran “El Civismo de Luján”, “Alberdi de Vedia” y “La Gaceta de Tucumán”.

La poesía de Dorronzoro fue política desde sus orígenes. Por su determinación, resultó incómoda y cuestionadora. También guardó fidelidad a su propio preguntarse, a su razón de ser en la constancia de la búsqueda. Así, Dardo alzó sus letras contra la exclusión, la soledad, la ausencia, el poder abusivo, las miserias de los que pretenden negar a las personas, la libertad, el cuerpo y la palabra. Su poema ‘Declaración Jurada’ congrega su poética de la lucha:

“No es solamente la luna ni el rocío ni la luz celeste de los pájaros, puede también ser una alpargata vieja, toda agujereada, toda casi muerta después de andar fábricas, andamios o duros y calientes caminos de noviembre. No, no necesariamente todo lo poético debe ser bello. Yo he visto horribles chicos grises como la tierra comiendo tierra, yo los he visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciando su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre. Porque todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre. Pues yo soy un poeta, no un hacedor de versos bonitos. Yo soy un poeta que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los que a veces sonríen, a los que a veces sueñan, a los que a veces les crece un fusil en las manos y salen a morir por la vida. En suma: yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario. Sobre mi tumba verán florecer un puño”.

 

EL METAL MÁS PRECIADO

A Osvaldo Caldú, alumno en la herrería de Dorronzoro, lo invaden los recuerdos. Es uno de los refugiados políticos, a quien México abrió sus brazos. Y, a su vez, es una fuente inagotable de anécdotas:

“Dardo amaba mucho el hierro, no solo por su oficio. En su opinión era el más noble de los metales, porque cualquiera se agacha para levantar oro o plata, pero nadie levanta un pedazo de hierro sin forma. Por lo tanto, decía, lo que vale en el hierro es el trabajo del hombre.”

 

“Tenía su teoría del valor: ‘El día que ganemos más dinero que el más jodido, ese día vamos a empezar a engordar y la primera grasa va al cerebro.’”

 

“Dardo supo compartir su conocimiento y su gusto por la poesía y, en su casa, en el barrio La Loma de Luján, daba talleres literarios a los cuales concurrían muchas y muchos jóvenes de la ciudad. Así, poco a poco, su casa se convirtió en un lugar en el que no solo se hablaba sobre literatura, sino también de política. Sus convicciones socialistas se reflejan en su poesía. Su casa era de una sencillez franciscana, él comía nueces y miel, compraba ropa usada, era un gran luchador social, autodidacta, tenía hasta el segundo grado de primaria, pero escribía de manera extraordinaria y ganó diversos premios literarios”.

 

FRAGUA DE POEMAS

Dorronzoro tuvo la capacidad de presentir, poco tiempo antes de la caída del gobierno constitucional, en marzo de 1976, que aquellos túneles vizcacheros de San Andrés de Giles habían pasado a cobijar lobos. Así lo demuestran los últimos versos que escribió y que Nelly, su compañera, encontrara en un cajón de su escritorio:

“Desde hace tiempo siento la amenaza/de este viento sobre/la luz de mi lámpara, sobre esa luz que apenas/me alcanza para no perderme/ entre las garras del mundo, entre los dientes/ esa inmensa muchedumbre de lobos en la sombra”.

Hombre con presencia, bigote prominente, cabellera bien forjada y manos firmes, acostumbradas a sostener no solo hierros candentes, sino también ideas. Como Francisco “Paco” Urondo, Roberto Jorge Santoro y tantos otros, Dardo pudo entrelazar su empeño político con el amor, la esperanza y la amistad.

“Alguna vez fui alguien que viajó en el fuelle de los trenes/fui un hombre que había perdido la hora de tus pasos;/alguna vez fue una soledosa/ tierra de nadie, dos labios para decir tu nombre en la noche ,/dos labios/para besar la boca de tu larga ausencia, pero/mírame ahora, coloca tu mano aquí, donde/están las flores de tus ojos y oirás el paso de tu/amor por esta venas, oirás/tu nombre, la luz/de tu respiración /y este viento/que ahora sacude mi sauce, esta lenta lluvia, este marzo,/esta noche/que pasa/lentamente por/ los extramuros de mi sangre sola. No, no me importa,/sé/que tu amor tiene el tamaño de un horizonte,/sé/que tu amor y el mío no caben/ en este profundo misterio de la noche.”

 

AMOR DE HIERRO Y VERSOS

Nelly filiaba con los Dorronzoro, previo al casamiento con Dardo. Ella y su compañero eran familia desde antes de pasar por el registro civil. En una sucesión de sentimientos y circunstancias fueron primos, amigos, luego pareja y su ruta. Pasados los cincuenta años, decidieron casarse. Él le llevaba cerca de diez años, pero la diferencia de edades entre ambos parecía esfumarse. Mientras el herrero y poeta daba forma al metal y a los versos, ella dictaba clases en la Escuela Normal, como profesora de Lengua, y formaba docentes en el instituto del Profesorado de Mercedes. Así las cosas, es de imaginar que el de Nelly y Dardo no era un hogar que nadase en la abundancia económica.

Mientras Dorronzoro templaba versos y golpeaba el yunque, en nuestro país ocurrían graves acontecimientos. En ese sentido, y en agosto de 1974, junto a Roberto J. Santoro y otros poetas, publicaron “El informe de Trelew” en la revista “El Barrilete”. En ese número decidieron rendir homenaje a los militantes asesinados por el ejército, dos años ante, en la base militar Almirante Zar. Dardo escribe “(…) me dolía agosto, esas sombras de chacales por el mundo (…)”.

“Sábete, Sancho… todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”. (3)

Al igual que otros militantes locales, Dardo sufrió la represión incluso antes de la dictadura. A comienzos de marzo de 1976, fue secuestrado junto a otros dos compañeros y luego liberado. Lo habían calificado de “adoctrinador”. Pero el 25 de junio un grupo de tareas volvió a secuestrarlo en su domicilio. A las borrascas sufridas no le sucedieron tiempos serenos. Dardo tenía 63 años. Y aún continúa desaparecido.

 

Y FUERON SEMILLA

En Luján, hay una rotonda que lleva el nombre del poeta. Allí, desde abril del 2016, se emplaza una escultura con un puño que surge de la tierra y sostiene un lápiz. La obra se llama “Puño que reclama justicia”, fue realizada en hierro forjado por el alumno de Dardo, Osvaldo Caldú.

“La escultura cuenta con una placa sobre la cual está inscripto el poema “Declaración jurada”, de Dorronzoro. En la parte posterior y en solidaridad con los jóvenes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en México y símbolo de esa lucha, lleva inscrita la expresión: ‘Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semilla.’ (4)

Por otra parte, en la Universidad Nacional de Luján, se realiza el “Concurso Nacional de Poesía, Dardo Sebastián Dorronzoro”. El auditorio de la institución también lleva el nombre del poeta.

Todas las mañanas: “No me cortarán el viento de los ojos, /yo te digo;/ no me cambiarán de azul la torre de los pinos,/ni manejarán palomas con las nubes de mis dedos./Yo soy todas las mañanas de los hombres, te digo,/todos los inviernos, todos los eneros,/ yo soy una sangre perdida en la calle más antigua, /una espuma de llanto y una tos en los jergones;/yo soy para siempre en mi último camino.”

Dardo, “Tu eres de aquellos humildes ante quienes los poderosos de desvanecen; a tu sencillez, le temen los palacios; eres indefenso como una gota de llanto con todo el cielo adentro: ¡qué montaña concreta tanto espacio, tanta altura!” (5)

Nunca sabemos si podremos contra los terrores que nos presenta el camino. Lo que sí es seguro es que solo existen dos opciones: quedar paralizado y dejar que los miedos dominen la situación, o tomar el control de la vida. Dorronzoro, en su triple faceta de poeta, herrero y militante forjó, cantó y luchó por las formas, las palabras y los puños cerrados que hicieron poderosa su vida.

 

  1. Hernández José Rafael: (1834-1886) Militar, periodista, poeta y político argentino, autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca.
  2. Caldú Osvaldo: Contemporáneo, argentino radicado en México, alumno, compañero de militancia y autor del monumento emplazado en Luján en homenaje a Dardo Sebastián Dorronzoro.
  3. Cervantes Saavedra, Miguel: (1547-1616) Español, novelista, poeta, dramaturgo y soldado. Está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
  4. Abril de 1915 fue un “abril, para morir.  ese pueblo exterminado, las semillas florecieron y, viento mediante, llegaron a tierras ajenas, donde se afirmaron y desarrollaron. Desde entonces, esta frase se aplica cada vez que la muerte cercena vidas e ideas.
  5. Manuel del Cabral: (1907-1999) Dominicano, escritor, poeta y narrador.
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1 Comentario

  1. Agradezco querida amiga cada nota tuya, seres valiosos, valientes, creadores de sueños y realidades llegan a mi a través de tu pluma y en ésta ocasión un poeta fuerte, comprometido y tristemente desaparecido por sus ideas. Por tu elección y tú redacción, te felicito.

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