Lecturista: sobre “¿Hay alguien ahí?”, de Peter Orner

 

Por Nicolás Estanislao Sada

 

 “Escribir, para mí, siempre se trató sobre poner un espejo frente a la vida, luego romperlo en mil pedazos contra el suelo, levantar un trozo al azar, y analizarlo durante días…”

Peter Orner

 

LA LITERATURA SOMOS NOSOTROS

“¿Hay alguien ahí?” es el nuevo libro de Peter Orner. Escritor que desconocía por completo.  La lectura de su libro aun resuena firmemente en el eco del domingo soleado.

Terminé de leerlo justo en el día del padre, como metáfora propia de búsqueda del narrador, en este presente que nunca se detiene.

El autor, lector empedernido, detrás de la siguiente cita, se planta y se aleja, justamente, de los rankings literarios:

“Me rehúso a someterme a la insensatez de rankear escritores, la literatura no es rankeable. La literatura somos nosotros. Lo bueno, lo malo, lo conmovedor, lo brillante, lo insípido, lo superficial: todo eso es nuestro”

Con esa firmeza comienza uno de los capítulos  “La pasión infinita de la expectativa”.

El libro de Orner -me siento como si hubiéramos sido amigos de toda la vida- se compone de diferentes apuntes que, con el paso del tiempo, fueron transformándose en algo distinto de lo pretendido en un comienzo: “comencé a escribirlo en 2008 en una época de gran confusión…”

Se trata de una suerte de “fragmentario” organizado a través de las distintas lecturas que lo rodean y lo atraviesan. Los asuntos transitan la íntima necesidad de escribir, reflexionar sobre la soledad, los viajes y la separación, entre otros. Instancias que atraviesan desde su  búsqueda personal y literaria, hasta la trunca e inestable relación con su padre enfermo y ya fallecido.

 

UNA SOLEDAD DEMASIADO RUIDOSA

Así, en su búsqueda, su biblioteca física y mental lo acompaña durante toda la secuencia de capítulos, apuntes, idearios, con una concreta necesidad: “que me salve de mí mismo”.

Orner lee y lee. Lee mientras camina, lee sentado en una plaza, lee en una hamaca en medio de una selva, lee en la soledad caótica de su garaje, sin tiempos ni apuros, atestado de cajas con libros, que a su vez hacen de biblioteca desordenada y de “oficina”, como la llama él, sin ironía alguna:

“voy a estar muerto antes de que pueda leer un cuarto de los libros guardados aquí abajo”.

Les comentaba que Orner tiene sus refugios literarios bien identificados, en pliegues. Iguales, precisamente, a los de su garaje, donde acumula compulsivamente libros y más libros a los que regresa una y otra vez porque así es su esencia.

Regresa para sanar o, quizás, para justificarse ante un mundo cada vez más hostil y carente de sentido. Así lo expresa en el recorrido de autores que más le interesan. Como, por ejemplo, en el capitulo “La voz solitaria”, título de un libro de Frank O`connor, donde Orner reflexiona acerca del análisis que hace O`connor sobre cuentistas de la talla de Chejov, Joyce, Mansfield entre otros:

 “es una loa nostálgica a los cuentos que jamás se escribieron”.

De este modo, Orner pendula constantemente entre la lectura como salvación y la nostalgia imperiosa y necesaria de escribir, como forma concreta de entenderse, de mirarse al espejo, de andar liviano y sentirse, a pesar de la ficción, un verdadero hombre de letras.

 

DIARIOS DE VIAJES

Los capítulos se suceden en una secuencia de viajes por el mundo y en viajes de lectura. Hay viajes como libros, hay viajes al centro de los recuerdos, hay viajes por Praga, Albania, Haití. Hasta hay un viaje, que ni el mismo Orner sabe por qué hizo, al histórico San Cristóbal, en el Estado de Chiapas, México.

Más allá de esto, Orner es un narrador visiblemente atormentado que bucea en la lectura y la escritura, una forma de dosificar sus miedos, sus incertidumbres, su oscuridad. Como cuando se refleja en la literatura de James Salter.

“Encontró belleza en la incapacidad que tenemos de vivir nuestras propias vidas…”

Así, en esa dirección continua, cuando escoge cuentos con personajes más depresivos que él, se pregunta: “¿no hay momentos en que la desgracia de los otros tiene la capacidad de darnos una leve caricia al alma?”. O afirma que regresó a Juan Rulfo (también regresé a salpicarlo en lectura simultánea) porque el mexicano:

“se ocupa de estudiar las formas en que la gente se deshace del dolor que les producen las historias que no pueden dejar de contar”.

 

SOBREVIVIR LAS VIDA QUE NOS TOCARON

“¿Hay alguien ahí?” es un libro contundente, visceral y conmovedor que va precisamente sobre la lectura, sobre el oficio del escritor, sobre la soledad y sobre la íntima relación con los libros.

Por un mágico instante, el libro me sostuvo en este complejo transcurrir del encierro y, a su vez, me confirmó la necesidad de expandir mi voz. ¿Por qué? Porque su lectura me puso en movimiento, activó ese fluir tan necesario para que la literatura no se estanque, viva, me alentó a tomar coraje y a decidir el envío del borrador de mi segundo libro a distintas editoriales para una posible publicación.

Gracias, Peter. Permitida esta licencia. Sigo con esta cita:

“¿Hay un acto más generoso en la literatura y en la vida que dedicarles tiempo a las vidas anónimas de los otros, incluidos aquellos muertos hace tanto tiempo, especialmente cuando tú mismo estas lidiando con tus propias penurias?”.

Sin dudas, “¿Hay alguien ahí?; apuntes sobre leer para vivir y vivir para leer”, publicado y editado de manera elegante por el sello Chai Editora, fundada en el 2019, es un libro que hubiera necesitado escribir, por su sutil intensidad, por su tono de constante nostalgia, por su íntima razón de entretejer literatura, miedos y soledades. También, por las formas esenciales de la compañía de un buen libro, por la claridad y el coraje de decir desde las orillas: Destruir el vacío con palabras”. Así de sencillo define Orner el oficio escritor.

Sin quejas ni revueltas, asume todo riesgo, explora los márgenes y potencia los anónimos en cada palabra, como si- tal vez- fuese la última.

Por suerte para todos nosotros, este libro lo escribió Peter Orner. Para mí, fue un mágico flechazo literario. Como respuesta a la pregunta que da título al libro, respondo sí, Peter: hay alguien aquí. Y te envía esta humilde lectura en forma de luminoso homenaje.

 

 

Peter Orner es el autor de tres libros de cuentos y dos novelas. Sus cuentos han sido publicados en Atlantic Monthly, The New Yorker, The New York Times, Granta, McSweeney’s, Paris Review y The Best American Short Stories. Sus libros han recibido varios premios y Am I alone here? fue finalista del National Book Critics Circle Award. Orner es profesor en Darmouth College y vive en Vermont.

 

 

 

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