La intensidad: Entrevista a Violeta Rosemberg y Soledad Guarnaccia del Comando Evita.

Entrevista: Nora Lomberg, Lourdes Landeira, Claudia Quinteros
Edición: Nora Lomberg, Lourdes Landeira

           Fotografía: Ana Blayer

 

Una idea que busca anclar, viaja en flechas a su destino, a su espacio. La insurgencia local, en soviet criollo, le reza a Evita: “que nos ayude esta vez, que nos escriba cien esperanzas de octubre”. Un sororo despertar toma medidas en traje sastre. Y, entonces, por el centro, en el obelisco y en un instante, pasan y se obstinan en dejar marca. Pican, molestan, ruidan y hacen correr la voz entre asfalto y siluetas. Son multitud cómplice que revolotea en ritmo. Y canta.

Comandan en oleadas la insurrección de pañuelos blancos y zarpan al más acá, con promesas de pasión. Extraña flecha el pensamiento que, al tocar el cuerpo, lo inquieta con nueva vida, la azuza en color.

¿Se ha visto alguna vez cómo se miran la piel y la punta de flecha -la orilla de una idea- cara a cara? Así, otea y multiplica horizontes el Comando Evita.

Y claro. Con la mirada no alcanza, habrá que hacer algo, sumarse de alguna forma, salir con 1000 flores rojas, olvidar la solemnidad y dejarse agitar el alma, darle cuerpo al nombre: Eva, Evita. 

Es un ritual de nunca acabar el pensamiento. Tiene esta cosa de sacarlo a andar por la plaza, de cocerlo en alegría visual, entre abrazos, de extenderlo en un mapa que territoria y funda esperanza. Entonces, esta vez sí, en ese correteo de sensaciones en alto, se interrumpe nuestra condena al olvido. Ahí van ellas, meta sacarle chispas a la tarde.

En medio de ese chisporroteo, conversamos con Violeta Rosemberg y Soledad Guarnaccia, Comandantas del Comando Evita.

 

 

 ENFLECHADAMENTE 

“Yo soy una mujer que corto carne con una cuchilla más grande que yo, del frigorífico Swift”

María Roldan¹.

 

Empecemos por el principio, ¿qué es el Comando y por qué el nombre?

Soledad: El comando Evita surge en la víspera de la campaña del 2019, a partir de una convocatoria militante encabezada por Pedro Rosemblat y un grupo de compañeres para pensar intervenciones de cara a la campaña, cuando todavía no era para nada claro qué iba a hacer el peronismo ni si Cristina se presentaría. Ya en la primera reunión, se estableció esta estructura de comandos como forma de organización. Íbamos a trabajar en grupos, de acuerdo a las motivaciones y recorridos de cada uno. El planteo de aquellas reuniones era: si traés una idea y juntás dos cómplices, podés llevarla a cabo. Era el año del Centenario de Eva Perón y junto a otras compañeras nos propusimos como “Comando Evita”, con la convicción de que, en ese marco, resultaba necesario “invocar”, convocar, a la figura de Evita a la lucha política.

¿Todos los grupos se constituyeron como comandos?

S: Sí. Para nosotras, ese nombre significó todo un camino. Nos propusimos como un colectivo que se convoca y organiza para llevar a cabo una misión: invocar a Evita para derrotar al macrismo y darle fuerza a Cristina. Esta forma de organización permite que participen compañeras que militan en organizaciones partidarias, sociales, sindicales o comunitarias; y también otras que no tienen militancia orgánica y simplemente se autoperciben militantes y se sienten interpeladas por la propuesta. Del Comando se puede participar de muchas maneras, algunas compañeras estamos muy dedicadas cotidianamente y otras, la mayoría, forman parte del comando en intervenciones puntuales. Tenemos una estructura bastante rígida de organización, en términos de planificar y llevar a cabo las acciones pero luego cada cual hace lo que puede y quiere.

Me interesó la idea de la complicidad como requisito para actuar.

S: Era una manera de graficar lo que sucedía, no fue una instancia de mucho debate. Sabíamos que íbamos a hacer una campaña contra el macrismo y a favor de Cristina. Si estábamos de acuerdo en eso, podíamos avanzar. Sólo eso estaba definido de antemano.

Violeta: En el Comando se funciona sobre la tarea inmediata, la práctica constante. No nos juntamos para discutir, ni para hablar, ni para ver qué pasó con determinado tema. Inclusive, ahora que todo es por zoom, siempre la reunión se arma en torno a una tarea específica, con un tiempo determinado y un vencimiento muy inmediato. Por ejemplo, recién tuvimos una reunión de producción de algo que es para mañana. El Comando se replica en subcomandos: uno relacionado a los contenidos, otro al style y el vestuario, otro dedicado a los temas audiovisuales y de redes, está el subcomando rosca, que son las compañeras encargadas de establecer el diálogo con la dirigencia política.

¿Cómo articulan lo efímero de una acción con su potencia y la continuidad de la organización?

S: Siempre vamos paso a paso. Cuando realizamos la primera intervención, no sabíamos que íbamos a hacer más cosas después. Cada acción o línea de trabajo da lugar a lo que viene, la continuidad sucede de esa manera. La figura que nos orienta es la invocación y diría que ese es el aspecto más performático del Comando. Es en el encuentro con las memorias de Evita en donde se define el camino. Luego, nuestra cotidianeidad es la producción de lo que vamos haciendo. Replicamos la organización en subcomandos e integramos en instancias de planificación y coordinación. Intentamos hacer lo más posible y siempre estamos como en una situación de desborde.

Foto: Ana Blayer

¿No se sujetan a un lunario?

S: Somos muy caóticas y eso trae problemas pero también aporta dinamismo a la organización. Hay compañeras que participan durante mucho tiempo y, en algún momento, tal vez pegan un laburo o se hartan y entonces toman un lugar menos intenso, y eso da lugar a otras compañeras y permite que aparezcan otras ideas. Cada una pone lo que puede y quiere en cada momento y en función de cómo se conforma la organización van surgiendo las ideas y las posibilidades de realización.

Como espectadora de las intervenciones, debo decir que se ve todo muy organizado, no se percibe lo caótico de la producción.

S: En términos de organización y producción de las intervenciones, somos un soviet, pretendemos controlar todas las variables, a veces exageradamente. Pero no tenemos jerarquías, más bien hay roles y funciones para la realización de cada misión.

V: En eso yo no concuerdo, creo que sí hay jerarquías y hay decisiones que tomamos vos y yo, Sole, y lo hacemos sin hacer asambleas ni nada similar.

S: Sí, sí pero siempre en función de la realización y luego eso baja a los subcomandos que intervienen en las decisiones y propuestas.

¿Cómo repercute eso en el colectivo? ¿Qué pasa si a alguna se le asigna un rol que no le gusta?

S: No lo toma y se suma a otra propuesta o pasa de largo y se suma en otro momento. También es cierto que somos bastante amigues y tenemos mucha confianza, nos mandamos bastante a la mierda. Si hace falta, hacemos berrinches, nos enojamos. Somos todas bastante insoportables así que es todo muy intenso.

V: A lo largo de un año de trabajo, cada una fue encontrando su rol más adecuado. Hay una pata muy fuerte de producción: vestuarios, imagen, cómo se graba, quién lo hace. Piensen que, para cada intervención, existen más o menos veinte cámaras que dan vueltas y suele haber entre 5 y 6 editoras. Si bien el comando es medio irreverente, ese vínculo se trabaja constantemente. Y, así como decimos que todos los días cambiamos, hay algunas cosas más permanentes. Para el año que viene planeamos conseguir un feriado Nacional, nada menos que eso. Eso implica un laburo diario constante y con muy bajos recursos económicos, en su mayoría, propios. Es un trabajo de militancia, no obligamos a nadie a hacer lo que no quiere.

Si la organización tuviera los recursos, ¿sería deseable que alguien participara por la paga de un sueldo?

S: Nos encantaría que fuera un trabajo, porque la pasamos re bien, nos encanta trabajar con Evita, con la política, con la cultura. La militancia rentada es un sueño. Sería ideal.

V: Lo cierto es que cada una tiene su propio laburo y, entonces, la dedicación siempre es parcial y las prioridades no siempre son las que quisiéramos.

 

SOBRAN CICATRICES

 

“olvidadas heroínas del hogar humilde”

Delegada Delia Parodi²

 ¿Cuál es hoy para ustedes el objetivo del Comando?

S: Como peronistas feministas, estamos orientadas a conmover ese vínculo, a inscribir el feminismo en el peronismo y viceversa. Evita es una fuerza política muy potente para trabajar el presente de este cruce en el que nosotras estamos inscriptas y movilizadas. A partir de su invocación, a partir de traer al presente su legado que son sus luchas, encontramos una historia oculta o poco valorada que a su vez aguarda para ser recuperada. La experiencia del Partido Peronista Femenino está ninguneada tanto por el peronismo como por el feminismo. Hay una Evita que no conocemos tanto, que no nos fue legada. Conocemos a la Evita abanderada de los humildes, a la compañera de los sindicatos y los trabajadores pero a la Evita armadora de un movimiento de mujeres masivo y sin precedentes, casi no la conocemos. Tenemos títulos, pero si hoy nos preguntan, sabemos muy poco acerca de esas mujeres que fueron las primeras legisladoras de la Argentina, no conocemos ni sus nombres ni sus historias ni tampoco cómo fue esa movida. Y no sólo se trata de mujeres que conquistaron derechos, también fueron mujeres perseguidas, encarceladas, proscriptas. Esas historias están ahí, esperando ser recuperadas y nosotras nos proponemos ir a su encuentro. Nos parece que es urgente, que no podemos esperar, la mayoría de estas mujeres ya están muertas y sus huellas se van borrando, y nosotras tenemos una cantidad de luchas abiertas que demandan ese reconocimiento. A esas experiencias les pasó por arriba el antiperonismo y el patriarcado. Vos vas a la CGT y Evita es Santa Evita, defensora de los vientres, madre protectora, eso es relato patriarcal tensionado, por la perspectiva de clase, porque está junto a les trabajadores. Pero ese relato no da cuenta de la red de participación y liderazgos de mujeres que comandó Evita, y que se enfrentó al patriarcado, aunque no usaba esa palabra pero sí otra muy interesante como “machocracia”. Y con el feminismo pasa un poco lo mismo, desde una perspectiva de feminismo popular es necesario articular las demandas del presente a las memorias que definen e interpelan las identidades populares.

En el encuentro arte-memoria-historia, ¿cómo piensan la estética que se pone de manifiesto en las intervenciones?

V: Había que develar cómo pensar a Evita multiplicada. Existen memorias completamente silenciadas, incluso desconocidas por las propias familias de esas mujeres protagonistas. El Comando tiene futuro ahí, vive por lo ausente, por la actualidad de esas ausencias. El arte o lo artístico nos permite activar esas memorias que son fragmentarias. Nosotras no hacemos una representación del pasado si no que invocamos al pasado. Somos nosotras  afectadas por esa fuerza. 

¿Cómo reacciona la gente que pasa por la calle y se encuentra con las Evas?

S: Ahí está la potencia de la performance. Para nosotras, lo artístico apareció por varios lugares. Primero, casi intuitivamente para recuperar la faceta de la Evita actriz, queríamos partir de ahí para plantear una modalidad más lúdica de intervención política con la figura de Evita. Muchas de nosotras no vamos a ir un sábado a la mañana a poner una mesa, ni vamos a estar en discusiones de coyunturas de 4 horas. No impugnamos para nada esa modalidad y nos parece muy necesaria, venimos también de esas experiencias, pero, tenemos otras motivaciones y nos pareció que lo artístico venía a proponernos un lenguaje que podía cruzar la militancia con nuestras vibraciones. También se trató de una reacción a la experiencia de cómo el macrismo penetró políticamente en la comunicación, con las redes en el centro, por ejemplo, con ese modo de hablarle a las personas en singular y al oído. Entendimos que debíamos proponer alternativas para disputar esos espacios. Por otro lado, estaba claro: queríamos ocupar la calle en el macrismo, vestidas de Evita y cantando por Cristina. Era una buena estrategia para sortear la represión de la protesta social que fue una constante durante el macrismo. Sabíamos que, como mínimo, iba a generar una escena de confrontación. Así se lo planteamos al Gobierno de la Ciudad, así se lo contamos a la policía, cuando vino a decirnos, “¿qué están haciendo?”. Les dijimos: “somos artistas y esta es una intervención artística”. También sabíamos que éramos mujeres y que, si cortábamos la 9 de Julio, al macrismo no le iba a costar mucho sacarnos. De hecho, las compañeras que hicieron la muralla, para cercar la marcha, la pasaron mal en el roce con la policía, a pesar de que eran mujeres con experiencia sindical y en conducción de marchas.

Pensaba en el factor sorpresa, me imagino que es algo que habrán evaluado para esa acción.

S: Sí, de hecho, lo hicimos el 6, un día antes del centenario de Eva Perón, un día antes de la efeméride nosotras ya teníamos el hecho político allanado y una cantidad de imágenes disponibles que sabíamos se iban a viralizar. Pero a su vez fuimos de las más sorprendidas. Apenas mandamos la gacetilla de prensa, nos contactaron muchos medios internacionales y ahí nos dimos cuenta de la potencia de Evita, de que los cien años se iban a recordar en el mundo entero. Pero no previmos que nos iba a acompañar tanta gente en la calle, si bien hicimos todo para que sucediera. Unos días antes de aquella intervención habíamos ido con una Evita a una marcha de sindicatos y organizaciones sociales y fue una locura, la gente se dirigía hacia ella como si realmente fuera Evita, se sacaban fotos, había gente grande que le hablaba y lloraba. Y esa actriz, Flora Ferrari, se fue convirtiendo en Evita, les hablaba como Evita. Ahí nos dimos cuenta que lo que nos habíamos planteado como dispositivo, presentificar a Evita, hacerla pasar por el cuerpo de cada compañera, tenía efectivamente una fuerza zarpada.

AGUACEROS Y BANDERAS

Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”

Emily Dickinson

 

¿Cómo lo vivieron al interior de la acción, esas 100 mujeres-evitas?

V: Hay anécdotas muy poderosas. Ese día hubo muchos atravesamientos del cuerpo y el arte que ni Sole ni yo veíamos venir. No era fácil para la policía lidiar con eso: 100 mujeres invocando a Evita. Era un colectivo muy poderoso.

 

S: Al día de hoy, hay unas 200 Evitas. A algunas no las conocemos y eso no nos preocupa, al contrario, nos gusta porque no nos conocemos todas pero nos conocemos “entre” todas. El uso de las redes ayudó mucho, posibilitó la visibilidad de una organización como esta. Hay algo del lenguaje audiovisual y comunicacional que funciona para nosotras. 100 personas vestidas de cualquier cosa van a llamar la atención en la calle pero no necesariamente en las redes, ahora si son Evitas, es imposible no hacerse alguna pregunta, en la calle y en las redes. Y un poco buscamos eso: generar ciertos interrogantes.

En ese año de pandemia y cuarentenas, la presencia en las redes dejó de ser una herramienta para convertirse en un imprescindible. ¿Tuvo particularidades en el accionar del Comando?

S: Confiamos mucho en las pistas que aparecen en el camino que transitamos. De ahí surgen las líneas por donde seguir. En este año nos tocó el aniversario de la muerte de Evita en plena pandemia y no sólo tuvimos que pensar una intervención virtual sino que sobre todo tuvimos que asumir un contexto que suponía ir un poco sobre nuestros pasos y pensar cómo vivificar a Evita en las redes en un contexto de enfermedad y muerte en la calle. De ahí que nos pareció que teníamos que contar la historia de su propia muerte y el derrotero de su cuerpo. Una historia también bastante negada. Y cuando nos pusimos a pensar qué hacer con toda esta complejidad nos planteamos como siempre invocar a Evita, conectar con Evita para pensar qué hacer, la invocación siempre nos devuelve algo que nos transforma y nos guía. Es un mambo medio místico que tenemos y que funciona para nosotras.

¿Qué es lo místico para ustedes?

Es poder hacer contacto con Evita, captar ciertas señales. Viole se ríe porque yo soy muy fan de la invocación pero realmente funciona. Muchas veces tiramos una idea y no nos podemos decidir sobre si hacerla o no. Y entonces decimos: “si Evita quiere que se haga, nos va ayudar”. Y sucede.

¿Cómo fue para cada una de ustedes el camino hacia Evita?

S: En mi caso personal, en mi infancia, el único peronista en la familia era mi papá, quien siempre contó las típicas historias Evita abanderada de los humildes. Después, ya adolescente, ingresé a la militancia y la incorporé como figura fundamental de un espacio político.

V: Para mí, fue algo bastante similar. Por mi viejo y también por mi abuela, a quien Evita le había dado la máquina de coser. En mi familia estuvo siempre su fantasma. Ahora, en pandemia, mientras ordenaba, tiraba y cambiaba cosas de lugar, me encontré con un montón de cosas de Evita que ya no recordaba. Su figura cortejó siempre mi vida.

El cuerpo es protagonista absoluto, sea por ausencia o por personificación. También las escuché hablar de guerrilla semiótica, que es otro modo de poner el cuerpo. ¿Cómo piensan ese lugar?

S: Lo de guerrilla semiótica apareció en la primera intervención y creo que se grafica muy bien en el nombre de la perfomance, ´evita el macrismo´.  El nombre se convierte en verbo y se posiciona políticamente. Un nombre que identifica la acción política en sintonía con lo que queríamos hacer, convocar a Evita a la lucha política. Con Evita podemos plantear que la política es conflictividad y lucha a favor de la reparación, de la inclusión y de la justicia social.

V: Creemos que es en las tensiones, y no en la conciliación, donde se produce el hecho político y donde acontece la historia. Además, nosotras venimos de la experiencia kirchnerista, con una figura de confrontación como Cristina. Y nos importa también contar que Evita era una sacada pero a la medida de sus luchas. En la Argentina hay una disputa política muy fuerte que difícilmente se pueda resolver con diálogo y diplomacia.

¿Hay algo que identifiquen como poético en ese habitar el conflicto en que eligen actuar?

S: Trabajamos con la figuración, con el lenguaje, con la metáfora y también con la sintaxis. Somos un colectivo que milita en el cruce del arte con la política y buscamos producir esos encuentros, el lenguaje poético es inevitable aunque no siempre lo logremos.

 

CALLES DE POESIA

“Nunca había visto en mi vida esa cantidad fabulosa de cuadras y cuadras de gente… era un mundo de gente”

 Magdalena Álvarez, Seminario, 17 de octubre 1945

 

Recuerdo ese cruce en uno de los documentales, donde aparecía claramente la dimensión poética en la intervención que hicieron…

S: Es posible que fuera el corto documental La inmortalidad, del que hablábamos antes, donde se narra la historia del cuerpo de Evita, en plena pandemia. Hay una mezcla de imágenes entre el archivo y las imágenes del Comando. Pensamos la estética de esa pieza inspiradas en “Cuatreros” de Albertina Carri, que nos encanta. Somos muy eclécticas, no hacemos un gran trabajo de conceptualización estética. Más bien lo resolvemos sobre la marcha. Nos gustó mucho ese documental y cuando pensamos el corto y los problemas que nos proponía decidimos ir por ahí. ¿En cuánto tiempo lo hicimos, Viole?

V: En 15 días. En ese corto tiempo tomamos todas las decisiones. Sucede que, con Sole, nos conocemos hace diez años y compartimos las mismas lecturas, los mismos consumos culturales, eso agiliza las cosas. Hemos militado mucho tiempo en distintos lugares que ya no nos convocaban tanto, entonces, ambas encontramos que nos gusta escribir, nos gusta hacer piezas audiovisuales, nos gusta la historia, la poesía, nos gusta salir a la calle y nos gusta todo lo que tenga que ver con lo estético y lo político. Así, locamente, se armó esto. Y Evita es perfecta para cruzar todos esos ámbitos

 

¿De qué se trata la misión feriado que las ocupa este año?

S: Es un proyecto bastante ambicioso y, por eso, hoy nos ocupa muy especialmente. El año que viene se cumplen 70 años del voto femenino y nos parece clave, sobre todo, con un gobierno peronista, incorporar esa efeméride a los feriados nacionales, porque supone que el Estado se hace cargo de trabajar esas memorias, de contar la historia de la Patria, y de la democracia, con las mujeres. Porque si en las narraciones faltan esas actoras fundamentales de la historia entonces la historia es completamente otra y el trabajo que hay que hacer no es el de “agregar la parte que falta”. Y esto supone un movimiento de resignificación y reparación muy interesante. Ese movimiento resignifica la nación, resignifica nuestra democracia, coloca las luchas que hoy damos las mujeres por nuestros derechos en el entramado histórico de las luchas populares. Con la legalización del aborto estamos en la búsqueda de cómo conquistar un derecho. Y tenemos en nuestra historia reciente un ocultamiento muy importante de una conquista como es el derecho al voto. De miníma, cuando nos determinamos en la lucha por nuestros derechos, sepamos que hay una instancia de reconocimiento pendiente en nosotras mismas. Conseguir que el 23 de septiembre de 2021 sea feriado supone que se hablará de eso en las escuelas, que las organizaciones políticas y sociales tendrán que producir sus instancias de reflexión, que el Estado se hace cargo no de contar la historia de las mujeres si no de producir una narración nacional con perspectiva de género. Creemos que un gobierno que tiene un Ministerio de Género y quiere ser feminista, no puede perder esta oportunidad. Además, los 70 años es un nombre cargado de estigmas, permanentemente escuchamos “70 años de peronismo” asociado al mal, y también queremos disputar esos sentidos.

 

 

Antes comentaron acerca de cómo la historia oficial coloca a Evita sola, no en una red de mujeres, lo que es muy propio del patriarcado. En relación a eso, la reversión de la marcha peronista hecha por ustedes, ¿es un capítulo que se suma a lo ya escrito o es una escritura que cuestiona a la anterior?

V: Es una reversión que se suma, compatible a la oficial.

S: En verdad, la marcha ya había sido versionada en clave femenina durante el peronismo, se llamó ´Evita Capitana esa versión. Nosotras reescribimos esa versión e incorporamos a Cristina, la lucha por el aborto legal, el ´Ni una menos´.

V: Reescribir canciones es de las cosas que más nos gusta. Lo hicimos con ´No llores por mí Argentina´ para decir: que llore la oligarquía y también sacamos un tema sobre la historia del voto: ´Jirones de una ley.

 

 

Es muy interesante esa práctica. Hacen que la figura extrema de Evita se reescriba en cada una de la cien que la personifican. Y, en las intervenciones, suman significantes de tanta fuerza como el pañuelo blanco, la urna, las cartas a Cristina. ¿Llegaron a destino esas cartas?

V: No todavía, pero ya llegarán. En nuestras acciones, hay una estética atravesada por reescribir algo del pasado en el presente. El pasado irrumpe y cuestiona el presente. Evita hoy frente a determinado tema, ¿tendría el pañuelo verde, el blanco?

S: Es que para nosotras reescribir a Evita es reescribirla en nosotras. La pregunta clásica, que siempre nos hacen, es si Evita sería o no feminista. Sin dudas Evita fue una figura clave en la ampliación de derechos de las mujeres, pero las feministas somos nosotras. Y, en nosotras, Evita es una potencia feminista. Por supuesto, no somos inocentes, sabíamos que íbamos a generar ruido. De hecho, recibimos repudios, puteadas, gente que se enojó. Pero quienes usamos el pañuelo verde y se lo ponemos a Evita somos nosotras y eso es bien claro en nuestras intervenciones.

¿Se enfrentaron a resistencias, incluso de compañeros peronistas?

S: Por supuesto, el peronismo tiene su ala conservadora y ortodoxa.

V: En nuestras redes, están todas esas manifestaciones y reclamos de compañeros peronistas que insisten en movilizar a Evita en contra del aborto.

S: Hubo también resistencia a nuestro último lanzamiento, “En busca del peronismo perdido”, que es una campaña que se orienta al desocultamiento de la historia del Partido Peronista Femenino pero a la vez es un “slogan” que genera interrogantes sobre el presente. Hay tensiones, como en todo espacio político, y nosotras nos inscribimos ahí.

V: También es cierto que, como Comando, somos bastante patrulla perdida, no estamos oficialmente autorizadas. Nos llegan repercusiones, pero no más que eso.

 

Y HUBO TANTO RUIDO

“Pido la palabra”

 Delia Parodi, en la Cámara De diputados 7/05/1952.

 Nos gustaría retomar el tema de la intensidad. Al comienzo de la charla, hablaron de la potencia de poner a cien Evitas en la calle. ¿Qué es lo intenso para ustedes y cómo se relaciona con la cantidad?

S: Nosotras entendemos la política misma como intensidad. Además de ser nosotras mismas muy intensas, muy quemantes, bastante insoportables y pesadas.

V: Coincido en que sí somos muy, muy intensas. Pero la intensidad del Comando se da en el cruce de muchas cosas. La cantidad, el vestuario, la bandera, la canción, el video, las fotos. Abrimos el abanico de posibilidades. Y somos peleadoras. Vivimos en medio del conflicto. Sabíamos que traer el nombre de Evita y de Cristina con mujeres vestidas de Evita, con pañuelo verde y con una bandera que dice ´Evita el macrismo´, era una posición de conflictividad. Igual que cantar: “peronismo con Cristina, machirulo sos cagón”.

S: La yegua en Plaza de Mayo en la Performance del 9 de Diciembre del 2019 es un claro ejemplo. A tres días de la intervención, dijimos: “metamos una yegua en la plaza”. Estábamos muy conmovidas con Juana Azurduy y el golpe en Bolivia y queríamos integrar ese conflicto a la Performance. Pero, claro, había que llevarlo a cabo. Ahí nos encomendamos a Evita y, a las dos horas, estaba la yegua disponible. Y esto es posible porque somos muchas, entre tantas, alguna tenía vínculo con un compañero que cria caballos y estaba dispuesto a traer una yegua blanca a la Plaza, entre otras cosas porque su hija es fan del Comando.

 

V: Obvio que era un quilombo. Fuimos a hablar con la organización del acto, que ya había tomado el control de la Plaza para la asunción presidencial y les planteamos esto y nos preguntaron quién se iba a hacer cargo si surgía algún problema. Y le dijimos: “Te podemos decir “nosotras” pero si hay algún problema es obvio que nos cae a todes, a ustedes también, así que, mejor, ayúdennos a que todo salga bien”. Y nos ayudaron.

La intensidad parece hacerse carne en esas intervenciones, que generan también fiesta y encuentro.

S: El encuentro y la fiesta es un rasgo del peronismo y tratamos de intensificar esa impronta. Por ejemplo, la piba que hizo de Juana Azurduy era la entrenadora de la yegua, no era una Evita ni una militante. Pero, cuando se lo propusieron, dijo: “obvio, lo hago, vuelve el peronismo”.

 

V: Ligado a la intensidad, en el comando, el humor  aporta lo festivo y quita solemnidad. Nos sentimos muy cómodas con ese lenguaje. No con la burla, pero sí con cierto tono delirante. Creemos que es un modo de comunicar que funciona muy bien con lo exagerado.

Hablaste de lo solemne, ¿cómo piensan los homenajes?

S: No hacemos homenajes, no porque estemos en contra ni mucho menos pero no nos interesa cristalizar un sentido del pasado en el presente, sino todo lo contrario: nos interesa disputar y abrir el pasado. Le huimos mucho a la solemnidad. Cuando vemos que algo queda muy serio, lo replanteamos. Eso fue todo un tema al hacer el video La inmortalidad sobre el cuerpo de Evita. Hasta entonces, habíamos trabajado con la vivificación de Evita, como arma viva en la lucha. De ahí, la decisión de la pantalla partida: escribir nuestro propio archivo, recrear algo de nuestra estética en un tema que no era muy afín a lo que nosotras proponemos pero que sin embargo tampoco podíamos dejar de tratar.

(1) Primera mujer latinoamericana delegada del sindicato de la carne. Obrera de Swift, en Berisso

(2) Primera mujer en la historia argentina en hablar en el recinto. Era de La Pampa

 

 

 

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